CRONICAS DE LA ARENA
CAPITULO 17.
Recibió el golpe directamente, no había sentido ninguna presencia humana, lo cual hizo que este le afectara más, apareciendo un horrible dolor en su brazo y ala izquierda.
― ¿Qué demonios ha sido eso? ―expresó furiosa Anngelius, levantándose bruscamente del suelo―. Lo que faltaba, un aliado inesperado.
Varias manos de arena empezaron a atacarla, obligándola a retroceder. Esa clase de ataque era muy diferente a la del Kazekage, era mucha más agresiva y nociva.
Dos gigantes manos aparecieron frente al tablero, abalanzándose en el sello donde se encontraban los inconscientes Kankurō y Temari.
La tercera mano arrastraba a un malherido Gaara, hacia la usuaria que controlaba la arena. Al estar cerca a este, extendió su mano en su mejilla herida, sellándola para evitar que se desangrara más.
―No lo comprendo, como es posible… ¿Eres en verdad, tu, madre? ―indico confuso el pelirrojo, tratando recomponerse mientras la miraba con asombro.
La presencia lo miro con ternura en sus ojos, para luego sonreír y afirmar levemente con su cabeza, mas no le dirigió palabra alguna.
Sus hermanos no tardaron en agregarse en la escena. Los tres fueron envueltos en arena casi completamente, dejando libres solo sus cabezas.
Los mayores no tardaron en despertar, sentían que recuperaban sus energías de a poco, al igual que Gaara.
― ¡No puede ser! Morimos y ahora estamos viendo a mamá ―exclamo Kankurō aterrado, de forma graciosa, más sin intensión de serlo.
― ¡Calla idiota! No estamos muertos ―le respondió su rubia hermana, molesta, pero con voz débil―. ¿No lo estamos, no? Gaara… Madre… ―termino diciendo con un poco de duda.
Gaara movió la cabeza negativamente ante la incógnita de sus hermanos.
―Estamos en la realidad, ya comprobé que no es un genjutsu, además… ―su voz se tornó emocionada―, esta presencia es la que siempre he sentido dentro de mí, aunque ahora se intensifico de manera desorbitante, es ella, sin duda es mamá…
Los tres observaron con asombro y fijamente al ser que tenían frente a ellos. Una mujer joven, que tendría un poco más de edad que ellos actualmente, de ojos azules y cabello corto con un tono rubio oscuro, si bien era de noche, la luz clara de la luna, más la luz intermitente que producía esa plataforma de los Taiyō, dejaban apreciar bastante bien su apariencia, era hermosa, era su madre.
“Jamás pensé que el destino me daría la oportunidad de volverlos a ver…” se escuchó una voz en las mentes de los hermanos de la arena.
Ellos se quedaron hipnotizados ante esas palabras en sus subconscientes. Más ninguno se animó a interrumpirla.
“No sé qué este sucediendo, simplemente sé que estoy aquí, ahora, porque siento que necesitaban mi ayuda”
―Madre… yo siempre he… ―articulo apenas Gaara, aguantando que su hablar no se quebrace, al igual que su alma.
Gaara, mi pequeño hijo… sé que debes tener muchas cosas que decirme, pero… no tenemos tiempo para ser sentimentales, no sabemos cuánto dure esto, y necesitamos centrarnos en derrotar al ser con el que se enfrentan, puedes comprenderlo ¿verdad?
Kankurō y Temari, observaron a su menor, expectantes a su reacción, si bien ellos no tenían muchas memorias de su madre, no recordaban que fuese tan seria. Temían que Gaara se viese afectado, ya que era alguien sensible.
―Hum… puedo comprenderlo perfectamente ―respondió el pelirrojo, mientras asentía con su cabeza y una leve sonrisa en sus labios. Su rostro se tornó apacible. No sabía el porqué, pero, la firmeza de su madre le había devuelto la seguridad que lo caracterizaba.
No tan lejos de ahí, un clon de arena de Karura se enfrentaba violentamente a Anngelius. Esta última se defendía lanzando una especie de viento ígneo, proveniente de sus alas y boca, que hacía que la arena se endureciese debido a la temperatura y se volviera inutilizable.
― ¿Quién demonios eres? Aparte del Kazekage, no existe nadie registrado que pueda utilizar la arena de este modo ―inquirió molesta la Taiyō.
Mas no tuvo respuesta, la arena y su clon usuario seguían atacándola constantemente.
Muchos metros más allá, en la lejanía, Daena, quien había sido derrotada y se encontraba tirada de bruces en el suelo, levanto su mirada a duras penas, notando una fuerza bestial en el movimiento de la Arena.
―Así que se trata de esa mujer… la antigua jinchuriki del Ichibi… ―su vista se perdió en ella, mientras observaba como Anngelius le hacía frente. Un recuerdo la inundo de golpe.
*FLASHBACK/RECUERDO*
Despertó sobresaltada, lo primero que sus ojos apreciaron fue el techo color crema de su habitación, sin duda estaba en el hospital general de Sunakagure.
¿Qué le había pasado? ¿Por qué estaba ahí? Se preguntó mientras se relajaba y cerraba los ojos. Lo último que recordaba es que estaba caminando por el pasillo de su mansión, y encontró a los ancianos ocultamente, hablando sobre su embarazo y lo preciado que sería ese ser no nato, que él “en verdad seria el elegido que guiaría al clan a sus mejores años de apogeo” reivindicando la reputación de su familia y tapando la decepción que había sido su madre, como la supuesta “elegida”.
Editado: 19.01.2020