Crónicas de la Arena: El Kazekage, El Clan y El Misterio.

CAPITULO 24

CRONICAS DE LA ARENA

 

 

CAPITULO 24

 

Los aplausos fueron continuos.

A pesar de la juventud de su nuevo líder, los Taiyō confiaban en él. A comparación de su hermana, Draco siempre fue una figura pública y conocida dentro del clan. Los sub-líderes y demás miembros importantes lo miraban con regocijo.

Un tanto asombrado, el niño, que con su vestimenta actual, parecía más ya un adolescente, se levantó y empezó a dar su discurso. El acto de su hermana hacia él, le parecía más un agradecimiento, que una obligación. En el fondo se sentía feliz de poder quitar semejante carga de sus hombros.

― No quiero alargarme demasiado con mis palabras ―recito―, dedicare cada segundo de mi vida, en liderar nuestro amado clan, hacia tiempos mejores. Y… a petición de las voces que escuche de nuestro pueblo, quitare la prohibición que nos ha acechado, por casi diez años…

El murmullo entre la multitud se extendió, como partículas de polen en un campo de flores preso de la brisa.

Algunos no daban créditos a lo que estaban oyendo y muchos otros rompieron en llanto.

― Mmm… ¿Qué le pasa a esta gente? ―inquirió Temari, mientras observaba como algunos Taiyōs cercanos a su asiento, lloraban de alegría.

―Pues, supongo que es comprensible, esa ley siempre les fue dolorosa de cumplir ―dijo Kankurō, sonriendo―. Es como si les hubiesen devuelto la libertad de volar, a unas aves enjauladas.

― ¿Eh? ¿A qué te refieres? ―articulo Temari más confusa―, explícate sin metáforas, Kankurō.

―Los Taiyō son un clan casi tan antiguo como el desierto ―enuncio Gaara, al ver que Kankurō no se explicaba bien―. Son unos fervientes creyentes del alma, alquimia, religión y tradiciones. Según varios escritos encontrados, ellos son los descendientes del sol, que una vez bajo a la tierra, porque sintió atracción por el hombre común. Una vez este, los “abandono” físicamente, se dice que estuvieron al borde de la extinción, debido al dolor que les causo su perdida. Pero uno de ellos encontró la forma de aliviar dicho dolor, y con ello, vuestra salvación.

― Entiendo lo que dices ¿Pero qué tiene que ver eso con esa “prohibición”? ―pregunto la rubia de las coletas, interrumpiendo a su menor.

― No seas impaciente, ya llega a ese punto ―gruño el castaño―, Gaara, termina de contarlo, me gusta esa parte, de la historia de este clan.

― Su salvación, se convirtió en su fe ―prosiguió el pelirrojo―. Sus almas se llenaron de alegría, haciendo de sus vidas, cada día una fiesta. Incluso esta “salvación” podía ser usada en momentos de tristeza y duelo. Haciendo que su usuario se mejorase con solo usarla. Incluso se dice que esta tiene tal poder que puede curar heridas. Pero… ―hizo una breve pausa, como analizando las palabras correctas para usar―, hubo una Taiyō que perdió su fe, y detesto en extremo que no pudiese ser como los demás. Así que uso su poder para que todos los de su mundo, no puedan usar, lo que había perdido ella. Se dice que, muchos atentaron contra su propia existencia, objetando que preferían morir, en lugar de vivir en un mundo sin aquella “salvación”.

― Que ser más egoísta, fue esa persona ―señalo Temari―. Pero, para que allá podido hacer eso, su poder debió ser alto. Espera… ―su mente dedujo de quien se trataba―, no me digas que fue la madre del actual líder, Daemonakuma.

― Si, fue ella ―afirmo el marionetista.

― Y esa “salvación”, es nada más que, su adoración por el canto ―termino diciendo el Kazekage.

― ¿Canto? ¿Algo tan simple? ―emitió sorprendida la mayor de los hermanos―. Vaya, que raro es este clan.

―No necesariamente ―recalco el pelirrojo―, ya antes había leído en escritos históricos y de referencia, que el idioma que hablamos los humanos, no es la única forma de transmitir nuestros sentimientos. El canto y la risa, son expresiones puras del alma, no importa que tanto intentes fingirlas, si no hay sentimiento en ellas, sonaras detestable, como el graznido desagradable de un cuervo.

Temari se quedó en silencio. Se sentía tan ignara en ese momento.

―Ahora que recuerdo ―agrego el castaño―, nuestro padre invito a casa a unos Taiyō, no recuerdo en lo absoluto sus rostros, pero, recuerdo que se pusieron a cantar, sus voces eran agradables al oído…

―Mmm… ahora que lo dices, yo también recuerdo eso ―emitió Temari.

―Yo nunca vi que padre trajera gente a nuestra casa ―objeto el pelirrojo.

―Sí, pero este recuerdo creo que es de antes, cuando todavía no vivíamos los tres juntos, y Yashamaru era tu tutor ―respondió el castaño.

Gaara se quedó mudo. Ciertamente, a veces olvidaba que, no siempre estuvieron los tres juntos.

― Pero, volviendo al tema ―articulo Temari, tratando de evitar que Gaara recordase su pasado triste―. Eso explicaría por qué, habían tantos Taiyōs, en ese concierto al que fuimos. Y explicaría también, por qué son tan buenos cantando, esas cosas en las que se divide la parca blanca.

―Pues sí, llevan el talento de decenas de generaciones, en la sangre ―emitió con agrado, Kankurō―. Aunque, ahora que recuerdo, nunca escuche la voz de Anngelius, solo la de sus creaciones ―se llevó una mano al mentón―. Debe tener una voz angelical ―se llevó las manos a las mejillas, poniendo cara de fanboy.



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En el texto hay: comedia, drama, accion con poderes

Editado: 19.01.2020

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