—¿Es lo que realmente crees? — Quería reír — Solo tengo que chasquear los dedos y todo Ítatu arde.
— Los mataras a todos. Arrasaras con un clan como tu padre lo ha hecho ¿Estás preparada para cargar con eso? Porque si es así, no puedo dejarte hacerlo.
Sus palabras me hicieron flaquear un instante. Parte de mi gritaba que queme su trasero y salga corriendo, que no debería escuchar las filosas y agudas palabras de un sirenio. Pero, también tenía que darle la razón. No quería sangre inocente en mis manos, solo había asesinado y arrasado con aquellos que me quisieron ver muerta.
Bueno, Terra me quería muerta.
Maldición. No tenía todo el día para pensarlo, debía tomar una decisión antes de que los terranos se aglomeren a mi alrededor para atacar, para entonces la decisión sería la obvia.
— Bien — Dije sorprendiendo tanto a ambos hombres como a mí misma que debí obligada a volver a afirmarlo — ¡Bien! ¿Qué esperan? ¡Vámonos!
El sirenio dio media vuelta y comenzó a correr. No sabía qué tan bueno sería seguirlo ¿Y si nos llevaba directos a una trampa? Pero tampoco quería detenerme a pelear en su contra cuando el tiempo apremiaba. Sabía que no me dejaría hacer arder el bosque entero tan sencillamente, su noble corazón de hielo jamás se lo permitiría. Aún cuando parecía ser que él mismo quería escapar de las garras terranas.
— ¡Arriba, será más rápido! — Nos señaló a un costado.
Una escalera de madera rodeaba un árbol hasta llegar a una base de madera que se desplegaba en varios puentes hacia otros árboles y casas. Corrí sin pensarlo, arriba no habría osos ni lobos.
Detrás de nosotros logré divisar un grupo de guerreros cuando me di la vuelta para apresurar a Jensen. Tiré de él para moverlo del lugar y dejarme abierto el paso, hice que la escalera arda. Volví a correr hacia el sirenio.
Por el amor de Draco, me gustaría que Kalu me viera justo ahora. Siguiendo los pasos del enemigo para poder salir de este infierno de árboles y lianas. No me lo creerá cuando se lo cuente.
Seguí el camino serpenteante de los puentes de madera que no tenían nada de estables. Intenté no mirar hacia abajo y seguir corriendo.
Jensen se frenó, hizo que casi golpeara contra él.
Narayan lo apuró, cuando Jensen se movió observé al sirenio que sostenía la punta de su lanza en la garganta de un terrano ¿Por qué no lo mataba? ¡Maldición!
No había tiempo suficiente para discutir, pero mi mirada habrá enviado el mensaje que quería porque me gritó con más énfasis que solo corriera. Lo hice.
El sirenio corrió detrás gritando direcciones. Jensen por delante saltó aterrizando del otro lado de otra plataforma cuando la nuestra parecía haberse acabado. No, no se había acabado. Las estaban desmantelando.
Pude divisar a los terranos cortando las vigas de abajo que sostenían las pasarelas de madera.
Nuestra plataforma se tambaleó y no pude evitar bajar el ritmo. No podría hacerlo, no llegaría a saltar al otro lado. Iba a detenerme cuando sentí algo que me rodeaba la cintura, el sirenio me había tomado con un brazo y alzado como si no pesara lo más mínimo.
— ¡Bájame ahora! — Le grité escandalizada.
Más no tuve ni oportunidad de patalear o quejarme puesto que el grito debido al vértigo se escapó de mis cuerdas vocales. No sabía cómo, pero Narayan se las había ingeniado para columpiarnos en una liana hasta el otro lado. Tuve que forzarme en alejarme de su cuerpo el cual aferraba debido al terror de unos instantes atrás. Me incitó a que corriera. Mis piernas se tambaleaban o tal vez se trataban de las plataformas. Seguramente eran las dos cosas.
— ¡Alto! — Narayan me paró con un brazo, Jensen miró hacia atrás.
El sirenio comenzó a escalar por la baranda y saltó hacia otro lado, otra plataforma. Nos observamos con Jensen ¿Realmente había necesidad de ello? Maldición.
Salté seguida de Jensen, nos dirigimos hacia adentro de una casa. No había mucha luz, solo la que venía desde afuera. Escuché los gritos que avisaban de nuestra posición.
— ¡Toma! — Narayan me tiró algo, no supe de lo que trataba hasta que estuvo en mis manos. Mis espadas.
— ¿Mis cuchillos? — Medio demandé.
— En la mochila, corran.
Salió disparado por otra puerta contraria a la que entramos, pareció ser una sala de estar. No lo pude observar muy bien, estaba más atenta en poner un pie delante del otro para salir de allí.
Mucha más confianza brotó de mí. Narayan realmente quería escapar de aquí. Guardé el cuchillo del sirenio en mi bota. Me prendí el cinturón con euforia de tener a mis dos bellezas nuevamente.
Narayan desapareció por la baranda una vez salimos. Observé debajo, no estábamos tan alto. Dos caballos estaban atados al tronco del árbol.
Lo seguí, aterricé de cuclillas y me paré. Jensen aterrizó con menos gracia, lo ayudé a levantarse.
Los terranos nos rodearon, apareciendo entre las malezas y arbustos. Sombras en el endemoniado bosque.
— ¡Retrocedan o morirán! — Dije al mismo tiempo que prendía mis manos en fuego.
Ninguno retrocedió pero tampoco dieron ni un solo paso más. Estaban expectantes.
— Jensen, arriba — Susurró Narayan que se mantuvo a un lado con su lanza en posición — ¡Dejen que nos vayamos! Saben que no podrán sobrevivir a esto. Y Ran Nilay no querría verlos carbonizados a todos.
— ¿De qué lado estás sirenio? — Habló una muchacha, parecía realmente furiosa con aquella pintura de guerra en su rostro — ¡Te dimos un hogar! ¡Te protegimos! ¿Así nos pagas?
— Estoy tratando de protegerlos — Contestó Narayan — Si no dejan que se marche ¿Qué crees que hará?
Sonreí de lado y aumenté un poco más el tamaño de mis llamas para dar énfasis a sus palabras. Ciertamente acabaría con ellos en un abrir y cerrar de ojos.
— Créanme, nada duele más que las llamas creadas por descendientes de Draco — Comenté.
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Editado: 19.09.2020