Crónicas de Rhinedan I: El Torneo de los Dioses

Capítulo I.- Mala idea

… Ayer me parecía la idea más increíble de la historia, pero hoy…

Una cosa es pensar tranquila y desesperada en mi cama, tras discutir con mi hermana mayor y decidir que tienía que escaparme de alguna forma…

Y otra muy distinta, es hacerlo en medio de unos hombres enormes, peligrosos y que seguramente no se han bañado en semanas…

Esa habitación enorme, estaba atestada de hombres de todo tipo, de todos los tamaños y formas, tan juntos y aglomerados que apenas dejaban ver los muebles, o tan siquiera respirar aire fresco, ya que con su desagradable aroma viciaban toda la atmósfera de la sala de lectura, aunque con el ruido que había, sería imposible concentrarse.

-¿Todo bien?-preguntó el pelirrojo amable a mi espalda.

Asentí sonriendo ligeramente, sintiendo los tirones del pegamento de mi barba postiza. Tal vez debería huir... o sólo estaba loca y suicida. 

Bueno, realmente, no sé si estaba cuerda o no, pero lo cierto es que en alguna parte de mi enfermo cerebro deseaba hacerlo, incluso estaba emocionada.

Tal vez fuera la peor idea que se me había ocurrido hasta el momento, y eso que he cometido mil y una travesuras, que si no hubiese sido la princesa segunda en línea de herencia del trono de Narium, hubiese sido expulsada o castigada seriamente más de una vez…

Pero lo hecho, hecho está. Y ya estaba a punto de concluir mis planes, sólo un par de guerreros más…

Mi plan consistía en infiltrarme, travestida, en el gran y sublime Torneo de los Dioses. Un evento exclusivamente para hombres, y un tanto peligroso para las mujeres, ya que si te descubren, estás prácticamente muerta en un día, hasta que se te condene ante un gran y enorme consejo de ancianos, reyes y reinas importantes de todo Rhinedan, o simplemente, esos enormes monstruos malolientes te aplastaban con sus manos.

Casi estaba firmando mi sentencia de muerte, pero siempre había querido participar en el Torneo de los Dioses. Desde que tenía ocho años, cuando lo vi por primera vez, tan lleno de colores, gritos, aplausos e increíbles guerreros, quise participar.

Me entrené arduamente, con la espada, el arco, la lanza, en la monta a caballo, en combate cuerpo a cuerpo… y todo compaginado con mis deberes y tareas de princesa, lo cual no era divertido.

Mi abuela, la reina suprema de Narium, Lanury Craimelli XII, no lo aceptaba, pero siempre me ha consentido en todo lo que quería, y por otra parte, no me tomaba en serio, ¿quién iba a creer que una delicada princesa de metro setenta iba a pelear enserio, cuando le esperaba una larga vida de bordados y canto?

Mi hermana, Karieth Craimelli, heredera al trono de Narium, en cambio, se negaba con fuerza, pero lo malo es que mi abuela me apoyaba a mí. Nunca les dije mis expectativas de entrar al Gran Torneo, y ahora ya era muy tarde para que se opusieran…

Salió por la puerta un rubio bronceado muy, muy alto… Estaba rígido y serio, nervioso en pocas palabras, aunque una tenue sonrisa salía de sus labios. Había entrado al torneo, definitivamente.

Era guapo, pero muy poco efusivo… Me sonrojé y bajé la cabeza, cuando pasó a mi lado mirándome con cara rara.

La verdad, es que era muy tonta, ¿cuándo un chico se sonroja porque lo ha visto otro?

Seguí avanzando un par de puestos, los hombres que salían de esa sala eran muy diversos, grandotes con aspecto de tontos, malhumorados, extrañamente inteligentes, guapos, feos, gordos, flacos… Pero hasta ahora sólo me habían parecido realmente guapos dos; el alto rígido y un pelirrojo amable.

Al pelirrojo lo apreciaba, porque cuando entré a esa sala hace como 2 horas, muchos se burlaron de mi aspecto frágil y mi pequeño tamaño a pesar de usar músculos falsos. Entre gigantes fuertes, parecía enana, bueno, enano.

Él, en vez de reírse, me tendió la mano y me mostró donde teníamos que hacer la fila para inscribirnos.

…Ya sólo quedaba uno delante de mí y empezaba a ponerme nerviosa…

… uno que ya había pasado…

…Se abrió la puerta y me indicaron que entrase…

Era una habitación amplia, oscura y despoblada de cualquier mueble, excepto una mesa y cuatro sillas, iluminadas por un haz de luz desde una ventana en el techo que le daba un aspecto demasiado dramático.

Reconocí al segundo desde la derecha, era el gran Krenant de Fiuront, el anterior campeón. Diez años después, seguía tan imponente como en el Torneo anterior.

A su lado se encontraban: Grentur actual rey de Sunuxid, Luram de Kanek y Forther de Narium. Los campeones de sus continentes hasta el momento.

-Tu nombre-dijo Krenant sin ni siquiera mirarme.

-So…-casi se me escapa Sodgia Craimelli, la fuerza de la costumbre- Yo soy Sorek.

-Reino-dijo nuevamente desinteresado.

-Na-Narium-definitivamente estaba nerviosa.

-¿Por qué deberíamos dejar que entres al Torneo?-Preguntó Luram.

-Porque es mi sueño, desde los ocho años he entrenado duramente para ser digna…digno-corregí rápidamente.

-Aquí han venido otros guerreros, que aprendieron a pelear antes que a hablar-dijo Forther.

-¿Puedes nombrar a algún luchador conocido con el que os halláis enfrentado en los campeonatos que has ganado?-preguntó aburrido el rey Grentur.




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