La noche anterior había sido muy activa. No solo habían pintado, sino que habían ideado un misterioso plan para salvar al Planeta.
Murzim llega primero y se encuentra con la triste noticia. Y ahí está, iluminando la escena:
— ¡Qué pena! Hoy ya tenemos menos trabajo.
Las luces vienen marchando con las Hadas detrás. A medida que llegan, ven lo sucedido. No se sorprenden. Se enojan.
Adhara es la primera en reaccionar:
—Pero, ¿por qué lo cortaron?
—Por lo mismo de siempre, Adhara —dice Murzim resignada—. Por lo mismo que lo plantaron.
Adhara no comprende y repite en voz alta:
—Lo plantan y lo desplantan. ¡Qué cosa más rara!
—Lo plantan para que se haga grande. Y después usan sus troncos para hacer casas —dice Murzim, iluminando la carita de Adhara.
— ¡Pero qué inteligentes que son! ¡Hacen casas con los troncos! —De algún modo, esto fascina a Adhara.
Pero a Murzim le parece insensato:
— ¡Claro! ¿Qué pensabas? ¡Cualquiera sabe eso!
—Bueno, yo no sabía todo eso de las casas, no soy tan inteligente como vos. Como sea, anoche nos contaste del plan… ¿Sigue en pie?
Aunque a Adhara le moleste lo enojada que está Murzim, sabe que hay que acelerar el plan. El daño ya está hecho.
—Sí, esto no cambia las cosas.
Murzim se apresura y empieza a pintar con los colores de siempre. Adhara no comprende:
— Pero, ¿cuándo? ¿Por qué seguís pintando de verde? ¡Tú plan es bueno, tiene que funcionar!
—Mañana —dice Murzim.
— ¿Por qué no hoy? Mirá lo que pasó. ¡Ya sacaron un Árbol! ¡Mañana tal vez ya no esté el Sauce! —grita Adhara.
—Calmate. Al Sauce no lo van a sacar. Eso lo sé. Hay que esperar primero a las semillas del Acacio. Eso es fundamental. ¡Vamos! —dice Murzim.
— ¿Las semillas del Acacio? —Adhara sigue dudando.
Mientras vuelan de un lado para otro, comienzan con el trabajo. Se van alejando a medida que pintan. Ya llegarán las otras, que vienen pintando la Laguna.
En total silencio, con la noche iluminada por la Luna y los faroles de las Hadas, se ve de a poco aparecer un brote a los pies del Acacio, entre los Cerditos dormidos.
Lo nota Mulifein. Se queda a su lado y lo ilumina. Le parece divertido ver cómo esta nueva plantita se esfuerza por emerger de la tierra, haciendo círculos y desplegando sus hojas. Una vez que sacó dos, oficialmente ya nació y Mulifein no tarda en darle la bienvenida. Las Hadas la oyen hablar y se acercan curiosas a ver qué está pasando.
La plantita hace un esfuerzo por hablar con Mulifein, son sus primeras palabras. ¡Y con un Hada!
— ¡Hola!
— ¡Hola plantita! — contenta, la recibe Mulifein— ¿Cómo te sentís?
—Bien. ¿Y usted quién es?
Rodeada ahora de luces, Mulifein empieza a explicarle todo lo que tiene que saber:
—Soy la que te pinta todas las noches, de hoy en adelante, mientras dormís.
La planta, al oír que la pintan, quiere saber de qué color es.
Mulifein se explaya, mientras recorre el lugar, paseando su pancita:
—Bueno, te voy a explicar…Sos verde, con un poquito de marrón y un poquito de amarillo. A veces tenés más colores, tipo blanco, o también hay grises. No, muchos grises no hay, la verdad. Es que cambiás muchas veces de color, por ejemplo…
— ¡Vamos! ¡Dejá de hablar! ¡Ya amanece! —La interrumpe el Hada Murzim.
— ¡Pero hay que informarle todo lo que sabemos! —dice Mulifein.
Murzim sigue un poco enojada, pero el nuevo brote no tiene la culpa y es necesario explicarle las primeras lecciones en buenos términos. Así que lo mira, ve lo hermoso y brillante de sus hojas, y por su postura adivina la ansiedad de querer oír más sobre su origen:
— ¡Está bien! Hola plantita nueva. Te cuento… ¿Por dónde empiezo? ¡Ah, sí! Vos sos hijo de un Árbol que tiene muchos amigos y parientes en el mundo. Y tus principales amigas son las Hormigas y las Abejas. Robinia Pseudoacacia te llamás, pero como acordarse de tu nombre es tan difícil, te van a terminar llamando Acacio como a todos los Árboles parecidos. Si te dicen Falso no te enojes, es porque no saben bien tu nombre. ¿Me oís? Nosotras te vamos a llamar Acacio Junior.
Acacio Junior escucha atentamente y trata de pronunciar su nombre, pero ya se olvidó lo que dijo el Hada:
—Robinia pseudo… ¿qué? ¿Y mi papá dónde está?
— ¡Pseudoacacia! Y tú papá está… Bueno, eso es largo de explicar. Ya te vas a ir enterando de todo —dice Murzim, queriendo salir del apuro.
Interrumpe enseguida Mulifein:
— ¡Ah! El nombre se los puso un Humano. Es el nombre de su hijo: se llamaba Robin.
La noche se les hace muy corta. Cada una recoge sus cuencos y faroles. Se despiden de Acacio Jr. Adhara lo saluda también:
— Mañana a la noche volvemos a estar con vos. Y te vamos a contar un plan que tenemos. Quedate tranquilo y descansá un poquito. ¡Y bienvenido! ¡Feliz UPD!
Queda el pequeño brote mirándolas, mientras se oye un grito que lo asusta. Es el Gallo, que da la señal para que el Sol salga otra vez.