Crónicas de Ultratierra - Volumen I

Capítulo I

El sonido de las ramas cayendo de los árboles y el de las hojas secas siendo pisadas no eran algo nuevo para Nyir, como tampoco lo era salir de casa durante la noche, cuando los árboles pierden su contorno y cielo y suelo parecieran estar hechos de la misma tela negra y sucia. Las luces de las casas vecinas estaban apagadas, a excepción de la del viejo Osska, pues él aún creía que la muerte le teme a la luz de las velas, prendiendo unas pocas, cada noche. Es así como asegura haber llegado vivo a los 148 solsoles de edad (pero quienes lo conocían, sabían que es característico de su familia vivir por varios años).

La familia de Nyir siempre ha vivido al oeste del bosque y el pequeño solía salir en aventuras improvisadas junto a su hermana mayor Marnie y su hermano menor Kat. Dentro de los juegos que más disfrutaban, estaba el que pretendían a ser piratas del Antiguo Reino o a que eran parte de la corte del Gran Palacio, con espadas de madera hechas por Fastal, la anciana vecina que trabajaba de carpintera; y magia hecha con harina, semillas y hierbas naturales. Sin embargo, la aventura en la que se adentraba Nyir a estas horas de la noche era diferente, pues sus hermanes se habían quedado en casa por orden de su padre, quien dejó de dar pasos tan largos y ahora caminaba a su lado, con una mirada distante y la respiración pesada. La oscuridad los envolvía más con cada paso que daban, por lo que los senderos que recorrían se volvían cada vez menos familiares para el pequeño. Los árboles parecían crecer y crecer, mientras que la tierra se volvía seca y áspera. Nyir no podía distinguir si había nubes en el cielo o si estaba despejado, algo que siempre ha sabido apreciar y estudiar, lo mínimo que debe saber alguien que a sus cortos diez solsoles de vida ya podía recorrer toda la comunidad de Varsoll con los ojos cerrados, o eso decía.

"¿A dónde vamos?" preguntó Nyir, curioso.

"Ya te dije," contestó el hombre, "iremos a visitar a un druida para conseguir medicina para mamá"

Los druidas de Ultratierra son Dehrtanes, como la familia de Nyir, que habitan en los bosques para potenciar su magia trabajada con hierbas, árboles y plantas. Alguien Dehrtan puede vivir con druidas sin necesariamente ser parte de elles, pero es mal visto si un druida vive lejos de su tribu. La madre de Nyir tenía serios problemas musculares que a veces le impedían moverse, esto debido a que, desde joven, se ha hecho un nombre como pescadora en el puerto del pueblo.

Les druidas más cercanos a Varsoll, se encontraban en medio del bosque vecino, en el que ya hace bastante tiempo se habían internado. Nyir ahogaba la repentina pero no injustificada desconfianza hacia su padre con el respeto autoritario que se le fue inculcado desde que tiene memoria. Esto debido a que Niyr nunca se había sentido "hijo" de su padre, a pesar de que no ha estado vivo por muchos solsoles, el pequeño nunca pudo determinar qué era lo que hacía que se sintiera ajeno a su lado paterno.

"Padre no tendría por qué mentir", pensaba.

Y los pequeños pies del niño seguían inocentemente los pasos del adulto, quien volvió a dar largas zancadas para adelantarse. El paisaje era hermoso, o al menos así lo imaginaba Nyir, el viento que soplaba por entre los árboles podrían ser susurros y secretos que se cuentan en su idioma árbol mientras con sus largas y pesadas ramas abrazaban todo lo que los rodeaba. Los pájaros nocturnos en el cielo alegraban los ánimos con sus bellos cantos.

"Sabes...", dijo de pronto el padre, asustando a Nyir, que se encontraba haciendo equilibrio en un tronco un poco más atrás. "Tu madre hizo un gran esfuerzo por traer a Kat y a Marnie a este mundo."

"Lo sé, lo sé," suspiró Nyir, habiendo escuchado este discurso un poco más de cien veces.

"Y contigo no hubo que hacer mucho esfuerzo puesto que nos llegaste de la noche a la mañana. Fuiste como un regalo de La Hermandad." – sentenció.

Nyir soltó un cántico algo desafinado, una broma interna que tenía con sus hermanes al mencionar a La Hermandad de Ultratierra: cinco magos y magas que llegaron al mundo antes de ser poblado, conocedores y conocedoras de todas las áreas, hijes de la magia, la luz y el conocimiento. La Hermandad es soberana de varios condados, entre ellos, Varsoll, pero eso no quiere decir que sea la única que gobierna un reino, puesto que desde que llegó al poder, La Hermandad ha sido testigo de los cambios en Ultratierra. Fronteras, monarcas, nuevas magias, nuevas etnias, guerras, batallas, nuevos reinos, religiones, política, entre otras cosas. Con esto quiero decir que La Hermandad hoy en día es meramente el conjunto más grande de oligarcas, lo que, en este contexto claro, también la hace la más poderosas de las soberanías.

El bosque se hacía más espeso a medida en que avanzaban, y lo que en un principio parecía ser un momento para mejorar una relación familiar endeble, rápidamente se transformó en un martirio interminable e injustificado.

Los troncos de los árboles se engrosaban más y más, y diversas criaturas nocturnas emitían sonidos desconocidos, que eran respondidos por otros más graves, desde diferentes partes. Corría una brisa muy fría, como si el clima del momento hubiera sido cómplice del padre, quien llevaba una lámpara consigo para no ser presa de lo que sea que habite en las profundidades de aquel bosque. Ese largo y ancho bosque, el cual servía como escenario para varias de las leyendas ultraterrianas y varias historias del folklor local.

"Espero que el Come-Come no tenga hambre a esta hora." – dijo Nyir, mientras su caminar se hacía más pesado y sus pies lentamente se arrastraban más y más en la tierra seca. La oscuridad de la noche era total, y la única luz visible era la débil llama de la lámpara.

"¿Y qué harás si sale a esta hora? ¿Sabes cómo luchar con el Come-Come?" – preguntó burlesco el padre.

"No ahora, estoy cansado," se quejó Nyir mientras se sentaba en el piso.



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En el texto hay: magia, aventuras, lgbtq

Editado: 08.06.2020

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