Crónicas de un Amor Malsano

1.

El frío de la mañana se filtra a través de la ventana, tomo un sorbo de café y le doy volumen a la televisión, abro los ojos cuando me doy cuenta de que están reseñando un asesinato del día anterior.

-Una chica de 23 años cuyo nombre corresponde a Elizabeth Baller fue asesinada esta madrugada en su habitación mientras dormía, fue apuñalada en el corazón y murió de forma inminente. No se conocen sospechosos del crimen, puesto que nadie notó la presencia del asesino y tampoco dejó ninguna prueba en la escena que pudiese revelar su identidad. Según los padres de la chica no había ningún motivo para que su hija fuera asesinada. El cuerpo será trasladado a la morgue y posteriormente será velado y dado sepultura. Esperemos que pronto se haga justicia y la persona responsable de este hecho pague.

Apago el televisor con una enorme sonrisa en mi rostro.

Elizabeth... de sólo pensar ella me hervía la sangre, la odiaba, la odiaba con todo mi corazón, nunca hubiera pensando que se convertiría en mi peor pesadilla, esa chica de sonrisa tan dulce y cabellera perfecta, que tenía a todos los chicos a sus pies. Pero nadie veía la verdad, nadie veía que era insoportable, que se creía mejor que todos, que humillaba y pateaba a los que ella definía como inferiores.

Eso no es suficiente razón para matar a alguien, ¿verdad?

La respuesta es no.

Pero no me juzgues si no sabes mis razones, ¡tranquilo!, ya te las contaré, una buena historia debe ser contada, desde el principio,

 y comienza aquí.

Me mudé a Cleveland hace tres años con mi madre y su marido. Mi papá murió hace siete años a causa de un tumor en el estómago. Desde entonces mi madre no ha sido la misma. Cuatro años después se casó con James, un hombre diez años mayor que ella, con mucho dinero y poder, capaz de comprar el mundo entero si así lo desease. Tienes dos hijos, Carla y Ben. Con ninguno de los dos me he llevado bien. Mi relación con mi nueva "familia" no es la mejor, todo siempre es gritos y peleas pero no entre ellos, no no, ¡contra mí!

 Soy la oveja negra de esa familia, soy quien siempre comete errores, quien lo hace todo mal. ¿Pero saben qué fue lo que más hice mal? Haber nacido para formar parte de ese vínculo.

Pero eso no tiene importancia ahora, no es lo que quieres leer.

Entré a estudiar astronomía en el Instituto Fergunson, no soy una chica muy social, pero tampoco me importa, trato de mantenerme al margen. Simpaticé con muy pocos y con cuales lo hice sólo fue para que encontraran algún tipo de beneficio en mí. 

 Ahí conocí a Elizabeth, siempre sonriente y a la moda. Nunca un chico le dijo que no. Todos caían rendidos a sus pies. Todos.

Recuerdo ese día en que la conocí. Yo estaba sentada en una mesa de la cafetería cuando ella se acercó a mí, ¿para qué? 

Pedirme un apunte. Típico. 

Pero se lo dí. Ella me dió las gracias, y se fue. Como todos. 

Una semana después volvió a pedirme mis apuntes, y el día siguiente, y a los dos días, y así cada día del semestre, hasta que se volvió costumbre, pero un día ella se acercó mí de una manera muy extraña. Ella tenía los ojos muy rojos como si hubiera llorado durante muchas horas, y llevaba suéter aún cuando hacía un calor infernal. 

-¿Estás bien?-me atreví a preguntarle.

-Si, muy bien, ¿por qué?-preguntó sin ganas.

-Ummm, no lo sé, sólo te noté un poco extraña.-respondí.

-Pues yo no te pedí que te preocuparas por mí.-escupió.

-No me preocupa, sólo lo hice por educación.-le dije.

-No lo hagas más, no lo necesito.-dijo y luego se alejó.

Yo quedé muy desconcertada -y enojada-, sólo quise ser amable.

De camino a casa la vi, con un chico, el cual parecía que la estaba ¿acosando? no lo sé. Él le gritaba y ella sólo asentía sin decir una palabra.

Sentí la (estúpida) necesidad de ayudarla, y eso hice. (creo)

-¡Hey, tú! Déjala en paz.-le grité a el tipo quién se dió la vuelta y me di cuenta que tal vez no fue buena idea confrontarlo.

-¿Y tú quién coño eres?-me preguntó.

-Soy...-Elizabeth me interrumpió.- No, no es nadie, es sólo una compañera loca de el Instituto.-ella sonrió nerviosa.

-Pues no quiero que se vuelva a meter, o pagarás tú las consecuencias. ¿lo entiendes?-gritó zarandéandola de los brazos.

-Vete, por favor.-me dijo Elizabeth.

-¿Segura?-susurré.

-¡Sí! Muy segura, vete.-insistió.

Tomé mi mochila que había tirado en el pavimento y continué mi camino, me sentía mal, no debí entrometerme, al final y al cabo era su problema, y ella a mí no me importa en lo absoluto, ni siquiera era mí amiga, pero por alguna extraña razón me sentía atraída a ella, como si tuviéramos algún tipo de vínculo, tal vez eran cosas mías, tal vez estaba perdiendo la cabeza o necesitaba con urgencia unos amigos. El caso es que ella actuaba muy extraño. Para ser una chica tan popular, no entendía cómo vivía eso.




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