Crónicas de un Amor Malsano

2.

-¿Estás segura de que quieres hacerlo?-preguntó John mirándome fijamente.

-Sí, estoy muy segura.-respondí sin quitar la vista del camino.

-Está bien, escucha, este es el procedimiento, tienes que bajarte del auto caminar hacia el bar y pedir un trago en la barra, luego le dices al tipo que necesitas utilizar el baño, te dirá que está al fondo pero tienes que decirle que te da miedo ir hasta allá sola, él te acompañará, eso te lo aseguro.

-Bien. ¿luego qué sigue?-le pregunté.

-Le dices que cuide mientras vas al baño, cuando se dé la espalda y esté descuidado tú le clavas esto en la espalda, cuando caiga tomarás las llaves que tiene en su bolsillo, entras a la bodega y sacas la caja, así de simple.

-¿Así de simple?-fruncí el ceño.- Me estás jodiendo, ¿verdad?

-No, en lo absoluto.-respondió.- Eso es lo que debes hacer.

-¿Y tú qué harás?-le pregunté.

-Esperaré en la auto hasta que vuelvas.

-Esto tiene que ser una maldita broma.-me tapé el rostro con una mano.

-Vamos, valdrá la pena. Seremos millonarios y podrás dejar a tu estúpida familia por fin.

-Está bien.- me bajé del auto y caminé hasta el bar. 

Era un lugar espantoso, con poca iluminación y decorado con estilo medieval, unos cuantos borrachos discutían mientras veían un partido de fútbol en la televisión y otros cantaban desafinadamente. Los escucho silbar cuando paso junto a ellos, pero sigo con la vista fija a la barra, tomo asiento y me hago la distraída. Un hombre de unos 40 años se acerca, tiene el cabello canoso y unas gafas grandes.

-Buenas noches, ¿qué quiere que le sirva Señorita?-pregunta amablemente.

-Me gustaría un vodka, por favor.-le indico.

-En seguida.-dice y se da la vuelta para servir el trago, yo mientras observo a mi alrededor el escenario, no creo que sea tan difícil cumplir con mi misión con todos estos hombres desorientados, nadie notaría lo sucedido.- Aquí tiene, Señorita.-me entrega el trago y yo le agradezco. Lo termino y preparo mi terreno.

-Disculpe, ¿podría indicarme donde queda el baño?-le pregunto.

-Claro, está en la parte de atrás.

-¿Cree que podría acompañarme? No me gustaría ir sola, ya sabe.-miro a mi alrededor como si estuviese asustada, él se lo piensa un segundo pero luego asiente. Salimos por una puerta trasera y el me acompaña hasta una puerta algo viaje y descolorida.

-Aquí está.-me dice.- Estaré aquí cuidando.

-Muchas gracias.-le sonrío.

Entro y cierro la puerta, saco el cuchillo que John me había dado de mis medias y comienzo a repasar todo el plan, no es la primera vez que hago esto, pero me sigue poniendo tan nerviosa como la primera vez, nadie puede salir mal o estaré en problemas.

 Me asomo por la ranura de la puerta y veo que está de espaldas, justo como lo necesito.

Me armo de valor y abro cuidadosamente la puerta, me acerco poco a poco sin hacer ningún ruido y lo hago. Le clavo el cuchillo en las costillas. Él cae de rodillas y luego se desploma. Yo me apresuro y tomo las llaves de su pantalón, mientras susurro un lo siento. 

Me dirijo hasta la bodega sin que nadie se cuenta y abro la puerta, hay muchas cajas, ¿cómo saber cual es la que busco? 

Mi pregunta se responde sola, debe ser la que esta cerrada con un candado. 

Tomo un martillo de la repisa y golpeo el candado para romperlo, abro la caja, y sonrío. Lo he encontrado. 

Es mío. Sólo mío. 

John no movió ni un solo dedo para obtenerlo, yo tuve que arriesgarme, y matar, lo había hecho antes, pero nunca a alguien que no hubiera hecho algo contra mí. Así que él no podía quedarse con nada de esto. Tenía que idear un plan y escaparme. Tenía que huir. Tenía que ser más inteligente que él.

Tomé el objeto y lo metí en uno de los bolsillos de mi chaqueta, salí silenciosamente y volví a atravesar el bar, todo se veía normal, nadie notaba la ausencia del dueño, no habría nadie con consciencia en ese lugar como para notarlo. 

Hasta que sucedió lo que temía.

-¡Todos quietos, esto es un allanamiento!

Estaba en problemas.




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