Era de noche y hacia frío, yo caminaba por un callejón de la ciudad después de una fiesta, apenas podía caminar de lo ebria que estaba, había sido una buena noche, celebrábamos el cumpleaños de mi amiga Charlotte hasta que alguien llamó a la policía y todo se volvió un lío. Todos salieron corriendo de allí, incluyéndome,la policía no podía atraparme, nunca podían.
Un escalofrío recorre mi nuca, siento como si alguien estuviera siguiéndome, volteo rápidamente y no veo nada, seguramente el alcohol me está haciendo imaginar cosas, continúo caminando, esta vez un poco más rápido, pero lo vuelvo a sentir, alguien está detrás de mí, giro poco a poco y tampoco hay nadie, ¡debo estar enloqueciendo! pero, justo cuando volteo al frente allí está, parado frente a mí.
Un hombre alto, con chaqueta de cuero y un pasamontañas, yo intento correr en dirección contraria pero él me hala del brazo y saca una navaja de su bolsillo, me acerca a él y coloca la navaja en mi cuello, pasa sus ojos por cada parte de mí, y yo comienzo a sudar frío.
No articula, ni una sola palabra, solamente me acorrala hasta colocarme junto a una pared y separa mis piernas con brusquedad, me mira fijamente los ojos y luego me besa rápidamente, yo junto a mis labios pero él acerca un poco más la navaja a mi cuello obligándome a seguirle el juego, así que cedo.
Él pasa una mano por mi pecho acariciándolo, y yo apreto los ojos lo más fuerte que puedo, con un movimiento rápido mete su mano por debajo de mi vestido y me toca, luego baja mis pantaletas e introduce sus sucios dedos en mi vagina. Yo muerdo mis labios para ni siquiera permitirme gemir en un acto tan desagradable.
Saca sus dedos de allí y con un movimiento rápido baja el cierre de su pantalón, obligándome a abrir los ojos.
-No por favor.-susurro.- No lo hagas.-siento como mi mundo se desvanece poco a poco.
-Lo disfrutarás, créeme.-él dice en tono bajo, y algo en su voz se me hace familiar.-Sólo déjate llevar, cariño.
Suelta la navaja, y me sujeta con ambas manos de la cintura, con una pierna separa las mías, y me alza para poder entrar en mí. Me pega a la pared y luego susurra en mi oído.
-Esta noche nunca la vas a olvidar. -él se ríe. Y luego me penetra rápidamente, con una velocidad infernal entra y sale de mí, como si la vida se le fuera en ello, él me besa y yo intento zafarme, pero es imposible, es más fuerte que yo.
Después de media hora él sale de mí, y me baja, dejándome temblando de dolor, a duras penas puedo mantenerme en pie, él sube el cierre de su pantalón, y luego vuelve a mirarme.
-Disfruté mucho hacerte mía, hermanita. No sabes cuanto deseaba esto. Por favor, cuídate cuando regreses a cada, y ni una palabra de esto a nadie.-él me vuelve a tomar con fuerza y me besa, para luego alejarse y perderse en la oscuridad.
Yo no lo soporto más y caigo, el dolor físico no es tan grande, como el que siento ahora dentro de mí. Mi hermanastro me había violado. Ese desgraciado a quién mi madre le había dado todo su amor, me había violado. No sólo había acabado conmigo, había acabado con mi madre. La había traicionado. Sabía que Ben era un maldito, pero jamás imaginé que sería capaz de esto. Lo peor es que no sabía qué hacer, no sabía cómo decírselo a mi madre, ella no me creería, Ben aún sin ser su hijo, era su consentido, incluso a veces pensaba que lo quería más que a mí. ¡Y su padre! Su padre tenía tanto poder que podría desterrarme del mundo para siempre.
Estaba muerta, muerta en vida.
Mi cuerpo no lo resiste más, y me desmayo. No sé quién habrá sido la persona que me recogió, pero aparecí en mi casa, en mi cama. Cuando abro los ojos veo a mi madre frente a mí, mirándome fijamente y con preocupación.
-Mamá.-susurro.
-Bendito Dios que despertaste, pensé que estabas muerta.-dice ella con cansancio.- Nunca más te permitiré salir así, terminaste borracha huyendo de un lío de delincuentes, y apareces en un callejón dormida después de acostarte no sé con cuantos vagabundos.
-¿Qué es lo que dices?-pregunto confundida.
-Lo que oíste, estoy muy decepcionada de ti. Me has defraudado, has defraudado mi confianza.
-Pero mamá, yo...-intento explicarle.
-Pero nada, señorita. O si es que te puedo llamar así.-dice hiriéndome.
-¡Mamá! ¿Cómo te atreves a decirme eso? Ni siquiera sabes qué fue lo que ocurrió allí, yo...-entonces lo veo, él está parado en la puerta detrás de mamá, apuntándola con un arma, me indica con un dedo que me calle o le disparará. Cuando mamá voltea me sorprende su habilidad pero se esconde.
-¿Qué ocurrió?-pregunta ella cruzándose de brazos.
-Nada, mamá... yo no lo recuerdo.-miento.- Pero está bien, no volveré a salir más.
-No lo harás, jovencita. Estás castigada por el resto de tú vida.-ella se da la vuelta.-Voy a salir, si necesitas algo pídeselo a Ben.-dice sin detenerse y sale de la habitación. Yo me pongo rápidamente en alerta, no puedo quedarme con ese bastardo y ucho menos en mi estado. Luego de unos minutos, él entra y cierra la puerta con pasador.
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Editado: 22.10.2019