Crónicas de un Amor Malsano

13.

El aullido de los lobos anunciaba el ascenso de la noche, el cielo estaba sombrío, no había rastro de una sola estrella; el viento silbaba, como una melodía de espanto; todo el ambiente parecía haber sido sacado de algún film de horror, y allí estaba él, sentado frente al mar escuchando el ruido de las olas chocando contra la arena, no le temía a nada, ni siquiera a la mismísima muerte, había hecho muchas cosas malas en su vida, muchas "travesuras" como él prefería llamarles, pero la mejor, la más divertida e inolvidable, había sido tenerla, estar dentro de ella, nunca olvidaría esa noche en que la hizo suya, recuerda haber planeado eso tantas noches cuando la veía escaparse de casa, sabía que ella no era una presa fácil, era de armas tomar, sabía defenderse, y eso a él le excitaba, sabía que ella intentaría resistirse de algún modo, y eso le gustaba, le gustaban las chicas rudas, pero tenía que esperar el momento exacto, en el cual ella estuviera totalmente inofensiva, donde no pudiera hacer más de lo que quisiera hacer, así que esperó.

Había oído que existiría a una fiesta, y sabía cómo se ponía en las fiestas, pero debía idear un plan para que anduviera sola, no podía permitirse que alguien le ofreciera llevarla a casa, ni mucho menos que alguien más se le adelantara. Tenía que planear algo. 

Así que llamó a unos amigos, policías federales que le debían dinero por conseguirles algo de droga barata, ¡sí!, policías federales, leíste bien. Este pueblo estaba lleno de corrupción.

-Hola, necesito un favor.-dijo Ben sin esperar respuesta del otro lado.

-¿En qué puedo ayudarte?-preguntó el policía.

-Necesito que des una vuelta por una fiesta de chicos. Tendrán mucha hierba ilegal.

-¿Y eso qué? Todos los jóvenes la tiene.-él oficial se carcajeó.

-Lo sé,  pero necesito que esa fiesta termine a como de lugar, esta es la única manera en que todos salgan huyendo sin pensar.-Ben sonrió.

-¿Y por qué tanto interés en que terminé?

-No tengo por qué darte detalles, simplemente límitate a lo que te estoy pidiendo, o deberás pagarme ahora mismo la deuda.-Ben apretó los dientes, estaba quedándose sin paciencia.

-Está bien, ¡tranquilo hermano!, envíame la dirección y allí estaremos.-respondió el oficial sin ánimos.

-Perfecto.-Ben colgó. Estaba satisfecho, llevaría a cabo su plan.

Cuando ella salió por la puerta despidiéndose de su madre, Ben corrió a su habitación y tomó su mochila, estaba preparado con todo lo necesario; pasó el seguro de la puerta y apagó la luz, nadie sospecharía que no estaba, salió por la ventana con sumo cuidado, y comenzó a caminar silenciosamente, le seguía los pasos muy de cerca, pero con cautela, no podía dejarse descubrir tan fácil, ella dobló en una esquina y caminó hasta la casa de una de sus amigas, tocó el timbre y esperó unos minutos, una chica alta y morena la saludó con alegría y luego ambas entraron a la casa. Ben esperó pacientemente durante dos horas, hasta que vio pasar a las primeras patrullas de policía.

A los pocos minutos salieron los oficiales con varios chicos esposados, pero ella no estaba allí, debió haber huido antes de que la atraparan, corrió lo más rápido que pudo y la divisó caminando cerca de un callejón, él sabía el atajo perfecto para llegar al final antes que ella, rodeó la calle y salió, se internó en uno de los rincones más oscuros a la espera de su víctima, ella se tambaleaba y maldecía torpemente cada vez que se tropezaba, cada minuto que pasaba era una eternidad para él, no podía esperar para estar dentro de ella, la deseaba, era enfermo, pero la deseaba.

Sostuvo fuertemente la navaja entre su mano y se preparó para él ataque, dejó que ella pasara frente a él, en la penumbra  nunca se dejaría cuenta, comenzó a caminar cuidadosamente tras de ella, y lo presintió, presintió que la seguían, así que volteó, pero Ben se ocultó rápidamente detrás de unos contenedores de basura, ella continúa su camino, sin embargo, vuelve a voltear como si quisiera asegurarse de que está sola, pero para su sorpresa, Ben ya estaba frente a ella, cuando lo vió pegó un grito ahogado, no tenía ni idea de quién demonios era, pero estaba asustada, y eso lo excitaba más.

Sin pensarlo dos veces la acorrala hasta colocarla junto a una pared y separa sus piernas con excitación, la mira fijamente a los ojos y luego la besa, deseaba tanto besarla, ella se resiste, pero sabe  que también lo quiere, lo obliga a colocar la navaja en su largo y hermoso cuello, Él pasa una mano por su pecho acariciándolo, con un movimiento rápido mete su mano por debajo de su vestido y la toca, luego baja sus  pantaletas e introduce sus dedos en su vagina con una rapidez sorprendente.

Saca sus dedos de allí y con un movimiento rápido baja el cierre de su pantalón.

-No por favor.-susurra ella.- No lo hagas.-cosa que excita a Ben mucho más, es como si le pidiera  a gritos que la hiciera suya.




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