Crónicas de un soñador Il

Callejón

 

Estaba asustada por tener una persecución, aquellos mafiosos la habían perdido de vista y pudo seguir adelante, escapó gracias a que llegó la noche, sin embargo, comenzó a preocuparse por qué estaba en una zona desconocida. El suelo estaba mojado, hacía frío.

No recordaba que hubiese llovido mientras corría para perderse de vista de aquellos hombres con armas. Observaba el gas caliente que salía de las alcantarillas, la arquitectura colonial de las calles, sus edificios y sus caminos. El alumbrado público no funcionaba, algunas luces parpadeaban. Tenía miedo, la calle estaba muy sola, giro por un callejón en medio de la oscuridad, escuchaba sus pasos mientras golpeaba el agua del suelo.

Estar sola en medio de la nada, la volvía paranoica, temía hasta de su propia sombra. Se abrazó a si misma de los brazos y comenzó a frotarlos con sus manos, tenía mucho frío. No se le pasaba por la cabeza llamar a alguien, sólo caminaba intentando regresar a casa. Sabía que su casa se encontraba demasiado lejos, era de noche y temía no volver. Dio vuelta por otro callejón, escuchó entonces que alguien dijo su nombre. Asustada, se giró y vio a dos hombres ir en su dirección, ya estaba cansada de tanto correr, y vencida, caminó sin mirar atrás, se asustó inmediatamente, porqué su móvil comenzó a sonar.

Lo sacó de su bolsillo y vio que se trataba de su hermano, sin dudar atendió la llamada.

—¡No corras! —dijo su hermano.

Giró la cabeza y se detuvo al mirar que aquellos hombres que la seguían eran Akira e Isaac. El amigo de su hermano, la alcanzó y al tenerla de frente, la tomó de los hombros.

—¿Dónde has estado? ¡Hemos estado preocupados por ti! ¡Te buscamos por todas partes!

—Me perdí —, mintió. No les diría que fue perseguida por Yakuzas.

—¿Por qué no llamaste?

—Lo olvidé. — «Eso si fue verdad.» 

La tomó por sorpresa la forma que Isaac la abrazó. Él le gustaba, mas nunca espero, que fuese a tratarla de esa manera. Su aroma le invadió la nariz, olía demasiado bien, sintió el calor que le brindó aquel abrazo, la delicadeza, con la cual Isaac le abrazaba, por un momento quiso llorar, porque sabía que ella no era de su agrado.

Akira, que yacía detrás de su amigo, lo jaló. Y miró a su hermana con enojo.

—Ya no iras sola a ninguna parte. — dijo con seriedad. —Vámonos…

La joven, tomó a su hermano de la mano. Él como todo un caballero, le cobijó con su chamarra blanca con rayas blancas en los brazos.

—¡No vuelvas asustarme así! —Bramó Akira.

 



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 05.04.2018

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