Crónicas de un soñador Il

Estás en mi lugar

 

El lobby del hotel era muy grande, se parecía mucho al salón de una mansión de época victoriana. Su amiga Airi, la acompañaba; las dos tenían prisa por llegar al salón dónde estarían sus hermanos.

Anduvieron por pasillos anchos y largos de los cuales había muchas puertas. Airi  la jaló del brazo metiéndola dentro del enorme salón; vieron a su hermano con su habitual sombrero negro, su playera blanca, la chaqueta de piel y pantalón negro; él se había pintado el pelo de rubio y se le veía firmando cosas detrás de una larga mesa. Las vio y prosiguió en su asunto; tomaron asiento en una banca que tenía mucho parecido a las que están en las iglesias. Miraba a su hermano de perfil.

—Creo que llegamos tarde. —Airi se cruzó de brazos.

—Por la cara que puso, no lo dudo.

—La nieve nos retrasó…—Recalcó su amiga. Sin contestar, se levantó y anduvo hasta colocarse frente a su hermano, le quitó el sombrero y le dijo:

—¿Te acuerdas de mí? Nos conocimos hace tiempo…No finjas que no me conoces.

—¿Quién eres? —, preguntó él torciendo los labios.

—Yo también quiero uno de esos—, apuntó las cosas que había en la mesa, eran objetos variados: pulseras, playeras, CD’s, canilleras, collares, etc. Su hermano hizo una mueca, estaba molesto. Le regresó el sombrero extendiéndole un libro grueso.

—Ahí está—, su hermano lo agarró entre sus manos. —Me costó mucho trabajo…

—Ya me acordé quien eres…—puso los ojos en blanco y comenzó a insultarlo, su hermano se reía pero no la miraba; ella por lo tanto, comenzó a caminar hacia atrás dándole la espalda a todo aquel qué la esquivaba porqué esa joven, no se iba a detener.

Se dejó caer en la banca en el mismo lugar dónde estaba antes. Se sobresaltó al no sentir la madera, sus piernas cayeron en algo blando, que a su vez, consistía en un par de huesos. Giró la cabeza; se ruborizó al instante.

—¡Perdón! —Se disculpó—estás en mi lugar.

—Aquí quédate—, respondió el peli ondulado mientras la veía de pie frente a él.

—¡No! —Lo que menos quería era tener otra vez contacto con él. Estaba comenzando a irse al lado de Airi y él con alevosía la atrapó entre sus brazos. Su amiga comenzó a reír llamado la atención del rubio que molesto grito:

—¡Déjala en paz!

—Tú no le digas nada—, reclamó Airi. —Hace un momento ni siquiera eran nada. —Gruñó contemplando como su hermana era acurrucada en el cuerpo de su amigo.

—¡Suéltame! —lo empujó—No soy una niña.

—No—, él sonreía—pero…tienes días quejándote. Me han dicho que comentas que no me importas y estás muy equivocada…además me gusta ver cómo te pones.

—Tú no me quieres—, rezongó.

—Sí, pero tú no me crees—, la abrazó. Ella se calmó, cerró los ojos y respiró su aroma.



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 05.04.2018

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