Tocaban a la puerta. El ruido constante la despertó, abrió los ojos un poco y visualizó la ventana del cuarto pequeño de su antiguo hogar ¿Cómo había llegado ahí? ¿Sí ya no vivían ahí, porqué llamaban a la puerta? La luz del sol entraba a la ventana cómo siempre. Miró las paredes, aún estaban del color verde pistache.
Sobresaltada se giró y vio la cabeza de su amado, se sentó en la cama. La cobija se deslizó por su cuerpo…estaba desnuda y sintió el frío recorrer su piel. Miró a su alrededor confundida, vio al bulto que se escondía dentro de la cobija. Aquella cobija no le era conocida, ni siquiera sabía por qué estaba ahí; lo que si sabía era que la persona que tocaba a la puerta era su hermano menor y le estaba diciendo que se levantará porqué le hablaba su mamá.
Al escuchar la palabra "mamá" se asustó ¿Qué les iba a pasar si su madre sabía que estaban ellos dos ahí en esa cama, (que no tenía idea de dónde salió) desnudos y con una enorme cobija que no tenía idea de su existencia? Ya eran bastante grandes para poder tener intimidad, por lo tanto quizá no pasaría nada, además, en esa casa ya no vivía nadie desde hace años.
—¡Despierta! —le dijo al que yacía dormido a su lado. —¡Mi mamá está aquí!
—No—aquella persona se dio la vuelta. Estaba somnoliento y con una atajada de su brazo la volvió acostar, la rodeo entre sus brazos y le dijo:
—Vuelve a dormir otro rato, hace frío.
—¡No podemos! ¡Si ven que estamos aquí nos irá mal! ¡Cámbiate ya!
—Tengo sueño. —respondió—sal por la ventana y dile que ya vas, —le dedico una mirada dónde le demostraba su enojo del momento.
Ahora sabría lo que era la vergüenza...
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Editado: 05.04.2018