Crónicas de un soñador Il

Estrellas

 

Se perdió, yacía frente a una puerta de madera pintada de color azul marino. Aquella puerta se veía vieja, astillada, partida e hinchada por la humedad. Iba a empujarla pero, alguien posó una mano en su hombro.

—No debes salir, Lyla. —Reconoció la masculina, suave y armoniosa voz. Abrió los ojos sorprendida y giró la cabeza. Tras ella Hidan sonreía. El corazón le latió con fuerza y antes de abrazarlo efusivamente, preguntó:

—¿Qué haces aquí?

—Cass y yo te trajimos,—Hidan puso los ojos en blanco.—Es una larga historia, pero él quiere enseñarte algo.

—¿Cass? —preguntó atónita—¿Cómo me trajeron? Recuerdo estar afuera de mi casa viendo las estrellas, se veían diferente…

Hidan se acomodó y comenzó a empujar a la joven con suavidad con él, ambos empezaron a caminar. Lyla miraba alrededor, la casa era muy grande y rustica, podría jurar que ya había estado allí antes y el día que fue, Cassiel e Hidan estaban ahí también. Escuchaba las olas del mar. Bajaron unos cuantos escalones y vio la abertura que llevaba a la cocina y al comedor, este era redondo y muy grande.

—Las estrellas siempre han sido las mismas, Lyla.—Interrumpió Hidan. —Es solo que tú has comenzado a ver más allá del alcance del ojo humano.

—Me tomaba por loca.

—Es lo que Cass quiere mostrarte.

—Oía una voz que me dijo algo.

—Creo que era Cassiel. —Hidan suspiró.

—No. Era otra voz y mientras hablaba sentía que el universo me estaba desprendiendo de mi cuerpo. —Hidan le miró a la vez que se detenía. Frunció los labios y le señaló a Lyla una puerta.

—Habla con él, voy a bañarme.

Lyla giró los ojos y observó a Hidan perderse de su vista. Así pues, abrió la puerta color gris y vio una cama matrimonial dónde Cassiel estaba en la orilla recostado con el control remoto en una mano y mascando chicle. La bomba crecía en la boca del moreno, tronó y miró a Lyla con sus ojos negros. Estaba vestido de color blanco de pies a cabeza.

—Hola de nuevo, Lyla.

—Hola Cass—, dijo entusiasmada. —Hidan me comentó que me enseñarías algo.

—Sí. —Cassiel se incorporó de pie. —Vayamos afuera. —El sujeto posó una mano en su espalda y anduvieron hacia la oscura noche, pasaron por la orilla de la alberca que no tenía agua y Lyla pudo ver su profundidad, después por un camino hecho de pequeñas piedras cuadradas y por último la condujo a la playa.

Lyla disfrutó sentir el calor de la arena traspasar la suela de sus zapatos y la sensación del crujir de la arena en cada pisada. Respiró el aroma del mar y la arena, después vio hacia el cielo y contempló las estrellas. Las observó por un buen rato, veía más estrellas de las que podía recordar y juraría que pudo ver entre dos o tres galaxias en forma de nebulosa.

—Puedo ver Marte…de verdad es rojo. —Cassiel se burló.

—Puedes ver más allá de Marte—Cassiel se colocó a su lado. —No siempre podrás ver este espectáculo. Solo pocos somos agraciados para poder ver más allá de lo que nos permiten nuestros ojos…Ellos pueden vernos.

—¿Te refieres a esas nubes esponjosas en forma de dragón?

—Sí. Cuidado si te quedas mucho tiempo viendo uno…. Pueden…

—¿Jalarte? —Interrumpió Lyla.

—Sí—, sonrió Cassiel— ¿Ya lo hicieron?

—Mientras le platicaba a mi abuela que vi Venus, sentí que comencé a elevarme en el cielo al ver una nube esponjosa y rosa en forma de dragón y me habló.

—Suficiente—, dijo Cassiel riendo—¿Qué te dijo?

—No me acuerdo…—Respondió la joven. Se dejó caer rendida en la arena y comenzó a dibujar círculos con su dedo índice, trató de recordar aquello que le había dicho la voz astral. Pensó en Génesis y Némesis; miró al mayor y lo contempló mientras él observaba el cielo. Llevaba años sin ver a Cassiel; entre dos o tres años ¿Por qué ahora?

—¿Qué debo hacer? —, preguntó.

—Cuando ves las estrellas ellos se comunican contigo. No los ignores, el destino depende de lo que digan. Ten mucho cuidado en dónde te paras a ver el cielo, puedes durar desconectada del mundo por un tiempo. Velo en una zona segura y procura que no te jalen.



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 05.04.2018

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