Crónicas de un soñador Ill

Burbujas

Burbujas

 

Caminaba junto a Alger. El mayor la acompañaba a una boutique, iba a comprar una chamarra, aunque Alger no estaba ahí por el hecho de visitarla. Unos individuos lo perseguían y él decía que estaba a salvo con ella.

No entendía porque él iba a estar “seguro” con ella, lo único que tenía de arma era un anillo y no sabía qué hacía. Llegaron a la tienda y una joven llegó a su encuentro.

—Buenas noches.

—Hola—, saludó Alger.

—Buenas noches.—Lyla se adentró y buscó la chamarra que había visto días atrás, cuando la encontró, la quitó del gancho y le preguntó a la chica por el probador.

—Al fondo a la derecha—, respondió mientras le indicaba el camino con el dedo índice.

Agradeció y se perdió de vista. Alger por su parte, curioseaba los objetos que tenían en el mostrador. Los agarraba, los analizaba y volvía a dejarlos en su lugar. Se giró y bufó; vio toda la ropa que lo rodeaba, caminó dos pasos y se paró de nuevo buscando el probador.

—¿Y bien? —, preguntó en voz alta.

—Me queda grande—, escuchó a lo lejos.

—¿Cómo se ve? —, apretó los dientes y metió sus manos en los bolsillos de su pantalón.

—¡Mira!

La joven salió del probador y movió los brazos de arriba abajo. Alger sonrió, era cierto le quedó grande y las mangas le colgaban como diez centímetros o más; de lo largo pasaba por debajo de la cadera.

—Intenta probarte otra.

—No…es la única que me gustó.

Se la quitó y la volvió a poner en el gancho. La encargada la tomó y le sonrió de medio lado.

—¿Ya podemos irnos? —, cuestionó el mayor.

—Sí—, dijo desanimada.

 

Alger sonrió, fue esa sonrisa dónde apretó sus labios y sus mejillas se extendieron. Cuidaban sus pasos, iban a la par uno al lado del otro, ya estaban por pasar la puerta y los vidrios del aparador salieron disparados hacia dentro en mil pedazos. Ellos se cayeron al suelo y cuando se les pasó un poco el aturdimiento, se miraron.

—Son ellos—, reaccionó el mayor abriendo sus ojos.

—Ve adentro…en el probador.—Alger afirmó y corrió a refugiarse con la encargada que gritaba asustada.

La joven nerviosa frotó su anillo. Se levantó del suelo. No pudo creer que lger no la hubiese ayudado a ponerse en pie, antes que se fuera.

—No recuerdo que hacía este anillo—, siguió frotándolo.

Se entretenía en hacer funcionar el anillo, mientras los enemigos de Belial que eran dos hombres y una mujer con armas, llegaron. Observaron su obra y sonrieron, después vio que los tipos le decían algo a su compañera y se desviaron hacía otra parte.

—¿Dónde está? —, preguntó la rubia.

—¿Dónde está quién? —, respondió levantando la cabeza.

—Vamos, no me pongas el trabajo difícil ¿Quieres? —La mujer se acomodó su metralleta en el costado.—Te lo preguntaré una vez más… ¿Dónde está?

—¿Quién? —, respondió, percatándose que una pequeña burbuja salió del anillo.

—Alger, sabemos que está contigo.

—Oh bueno…él se escondió—, sonrió—¿Quieres ver burbujas?

Se burló por lo bajo y la mujer la miró incrédula, acomodó su arma y apuntó al pecho.

—Es tiempo de dejar los juegos.

—Bien—, respondió Lyla.

Volvió a frotar el anillo, su piedra azul cambió a color naranja y las burbujas salieron, eran muchas; apuntó hacía el frente con el anillo y su mano en un puño. Las burbujas volaron en dirección a su atacante, que abrió los ojos, sorprendida, pero después burlóse ¿Qué podían hacerle unas simples burbujas de jabón? Al tocarla estallarían.

Así pues, las burbujas flotaron a ella y no estallaron, al contrario, se pegaron en su cuerpo y comenzaron a fusionarse hasta formar una enorme burbuja. Se quedó impresionada, intentó picarla con la punta de su arma, aunque no espero que la joven comenzara a moverla de arriba abajo.

Rebotaba cómo una pelota. Los jugos gástricos de su estómago se revolvían por el movimiento. Se sentía nauseabunda y la chica del anillo estaba impresionada por lo que podían hacer las burbujas.

—¡Deja de hacer eso! —, gritó—¡Cuando salga de aquí te irá mal.

—Sí, sí.

Se le ocurrió una idea. Si ella la dirigía de arriba abajo, podría hacerlo de izquierda a derecha. Así lo hizo, y la mujer dentro de la burbuja no podía permanecer en pie, repitió el proceso cinco veces y pensó:

— “Sí la burbuja se rompe, ella se dará un buen golpe.” —Entonces al mover la burbuja directo a la pared gritó:




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