Era un día nublado y ventoso. Daba un paseo por el edificio más viejo de su ciudad, quería visitar las catacumbas que hay abajo ocultadas por el mundo. La última vez que fue ahí, perdió a Aram y ella despertó en casa de un familiar que le dio un recado de su amado.
Y hoy, había un águila color café oscuro y pico amarillo, siguiéndola con la mirada. Viró la mirada hacía el animal que dejó de observarla.
—Bale ¿Eres tú? —, preguntó intentando no parecer paranoica.
—Sí—respondió el animal, que voló hacia ella y mientras descendía, su cuerpo cambiaba de forma.
Vio la sonrisa de un hombre muy atractivo. Devolvió el gesto mientras miraba el cabello ondulado, largo y negro de Bale. Le recordó a Rhys, aunque su interlocutor suele traerlo recogido en una larga trenza y por si fuera poco, vestía con prendas más antiguas de las que traía puestas.
—Hola—, saludó Bale acomodándose sus gafas.
—Con el pelo así me recuerdas a Rhys.
—No puedo creer que aún te guste tanto ¿Por qué? —Lyla se encogió de hombros.
—No lo sé—dijo. —Cuando lo veo siento lo mismo de siempre...
Bale sonrió poniendo los ojos en blanco. Hizo una seña con la cabeza para que la chica lo siguiera.
Lyla se preguntaba si ese individuo iba a reclamarle sobre una persona en especial. En esa persona que meses atrás se convirtió en parte de sus pesadillas, sin embargo, él nunca la mencionó.
—He visto a Gabriel. Te manda saludos...Está muy atareado con su vida humana, igual que tú, Rhys, Corín, Aram y los otros.
—No he visto a nadie.
—Eso lo sé. Ya los verás…no te angusties. Vive tu vida como ahora...Creo que estás muy bien y eso me alegra.
—¿Por qué? —, preguntó anonada.
¿Estaba mostrando interés y preocupación por su vida? ¿Desde cuándo?
Bale sonrió y le tomó la mano. De repente la joven se sintió embriagada por una energía cálida que la hizo sentir como si estuviera enamorada, además de una enorme dosis de felicidad y excitación. Esperaba que Bale no la soltará pronto porque nunca en su vida se había sentido así, el pecho se le revolvía y rio.
—¿Cómo haces eso?
—Es el efecto que causo en ciertas personas.
Después de eso ambos caminaron y charlaron, a pesar del día nublado hubo un desfile con animales disfrazados: perros, gatos, conejos, urones, mapaches...lo vieron y al terminar siguieron su camino. Hablaron de Rhys un poco y retomaron el tema con Lyla que no esperaba ese momento con Bale.
Llegaron a la estación del metro y Bale la acompañó a su andén. Cuando la soltó de la mano sintió la normalidad de todo su organismo.
—Vendré después—, comentó Bale mientras se cerraban las puertas del vagón.
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Editado: 14.04.2018