Crónicas de un soñador Ill

Verde

Verde

 

Por alguna razón, había una posada en el salón dónde ella curso primero de secundaria, si estaba ahí con sus compañeros de la universidad. A su lado, con un rojo estilo Santa Claus, Mar le platicaba los regalos que iba a recibir en Navidad. Lyla con un puchero en el rostro, se imaginaba todos los regalos que quería recibir en esa fecha, pero por desgracia no iba a tenerlo porque no eran objetos, eran humanos.

Una navidad dónde no vería, cómo todos los años, a su padre, a sus hermanos, a su amado y a sus amigos. En esas fechas ellos decidían pasarla en otro lado. Cuando Mar terminó su relato, le sonrió a Lyla y ella le devolvió el gesto un poco desilusionada, aunque algo la hizo despertar ¿Estaba viendo bien? ¿O el día nublado y oscuro le afectaba la vista? Alger estaba detrás de Mar, con esa sonrisa que arrugaba sus ojos dejando ver sus patas de gallo, sus ojos verde-miel brillaban. Estaba claro que era él, es el único sujeto que se le ocurre ir de traje en un día nublado porque es muy narciso.

–Hola. – Le dijo con su hermosa sonrisa aún plasmada en la cara.

Su corazón empezó a latir, era el mejor regalo que había recibido en todo el día.

– ¿Cómo estás? –Le preguntó, mientras se levantaba de su silla y le pedía una disculpa a Mar.  Llegó a él y lo abrazó.

–Nada mal. –Contestó Alger. –Ya sabes…ahora hay más trabajo que antes, aunque eso no me impide venir a visitarte muy rápido. Te traje un regalo.

El mayor, sacó una pequeña caja de color roja con un moño verde. Lyla estiró las manos para tomar el regalo. Sonrió arrugando la nariz.

–Gracias.

– Bien, eso es todo, tengo que irme. –Alger miró su reloj sin antes sonreír. –Nos vemos después Lyla, el deber me llama.

–Hasta luego. – Se despidió con una sonrisa. Ella y Mar se vieron.

–Ábrelo. –Sugirió su interlocutora con curiosidad.

–No, lo abriré luego…Vamos a ver la película.

Apagaron la luz del salón y no hizo falta cerrar las cortinas, porqué el día era nublado. La película era de terror, había palomitas, dulces, refresco y pastel. Afuera hacía mucho frío, Lyla además, no tenía mucha importancia en ver la película y decidió que era mejor, salir del salón y caminar un momento, vagar por las instalaciones de lo que antes fue su escuela.

Al llegar al pasillo que llevaba a la salida de la edificación, escuchó una voz conocida. Viró la cabeza y observó incrédula a Midori, pero no era su amiga la que ocasionó que él estomago se le revolviera. Sintió que la sangre subió a su rostro y que sus rodillas empezaron a temblar. Estaba enojada y la razón era simple, Midori iba del brazo con Rhys.

¿Ellos se conocían? Porque si era así ella no lo sabía y estaba enloqueciendo de celos.

Sí, celos…Siempre pensaba que ya no sentía nada por Rhys, pero al verlo se equivocaba, y cómo no podía decirle que lo amaba abiertamente y mucho menos, Rhys no tenía ese tipo de tratos con ella, le deban ganas de golpearlo, y lo hizo.

Se acercó a él y le dio un puñetazo en el brazo, esperando que el mayor reaccionará y le dijera lo despreciable que era, sin embargo, hasta ella sabía que su amado Rhys, nunca iba a reaccionar de esa manera, no después que le rompió el corazón el día que lo conoció. Rhys, sonrió. Esa hermosa sonrisa que la derretía junto a otras sonrisas.

– ¿Por qué siempre haces eso? –Preguntó.

–Por nada…–Lyla le dio la espalda.

–Dime porque lo haces, Lyla. –Dijo. –Siempre haces lo mismo y te vas.

–Ya me voy. – y les dio la espalda a ambos, ni siquiera tuvo la decencia de saludar a Midori.

 

***

 

Viajó en bicicleta a la plaza comercial que había a una hora de la ciudad. A pesar del frío y del día nublado, llegó muy rápido. Cuando se acercaba a las instalaciones de la enorme plaza, se dio cuenta que no había ningún auto estacionado. Pedaleó hasta llegar a la entrada; dejó su bicicleta en el suelo y se adentró al edificio desierto. En la puerta estaban dos mujeres, eran rubias y podía jurar que eran gemelas pero decidió no decir nada. Traían trajes elegantes de una persona que trabaja para el gobierno.

– ¿Qué es lo que quieres? –Le preguntaron al mismo tiempo.

–Tintura verde para el cabello. – Las gemelas se vieron incrédulas.

–Ese color no te queda Eckhzan, será mejor que te vayas de aquí en diez minutos porqué si no obedeces, llamaremos al consejo.

Lyla parpadeó ¿Sabían su nombre? ¿Cuál consejo? ¿Acaso eran cómo todas las criaturas que conocía?  Tenía conocimiento de muchos consejos, pero el consejo que la amenazará sólo por un tinte verde para el cabello, debía de ser uno muy estricto para desalojar una plaza comercial en tiempos de negocios.



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En el texto hay: vampiros, zombies, aventuras

Editado: 14.04.2018

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