Crónicas de un soñador Ill

Ónix

 

Después de haber tenido aquella pesadilla corrió a ponerse el amuleto qué le daba protección, aquella tarde se lo había quitado porque no era correcto mostrarlo al mundo si su blusa no podía ocultarlo. Luego que se lo puso en su cuello otra vez y durmió cómo un bebé. A la mañana siguiente fue almorzar a un local cerca de dónde se hospedaba; estaba quedándose en la casa dónde Aram alguna vez los había encerrado a ella y Akira, porqué ambos habían provocado a una hechicera que quería cómo pago su cabeza o el intercambio de otra persona en particular.

Tomaba una taza de café en la barra cuando escuchó que la nombraron; al girar un poco la cabeza vio a Rhys. Se encogió de hombros y le dio un sorbo a su taza con café, Rhys mientras tanto, caminó y tomó asiento en el banco que se encontraba a su lado. La observó por unos segundos antes de hablar. Y lo hizo cuando la joven dejó la taza sobre la barra. Miró las manos de Rhys entrelazadas y lo vio a los ojos; él le sonrió.

–Ya sabes lo que pasa si te quitas tu amuleto.

–Qué rápido se enteran de lo que me pasa. –La joven puso los ojos en blanco.

Rhys  sonrió mordiéndose el labio inferior y comenzó a jugar con sus dedos.

–A veces ese es mi trabajo.

–Y las otras veces... –Rhys dio un suspiro, la joven por otro lado, tomó de nueva cuenta un sorbo de café.

–Las otras veces hago lo que se me pega la gana igual que tú.

–Mmmm cierto.

Rhys sacó su billetera y pagó el café, después esperó que Lyla se pusiera de pie, colocó una mano en su hombro y ambos salieron del local. Aquel gesto por parte del mayor no la incomodo cómo siempre, incluso fue muy raro para ella…sin embargo, no protestó. Cruzaron la calle y caminaron una cuadra hasta llegar a las escaleras que conducían a la pequeña casucha dónde la joven se estaba quedando. Aquel peli ondulado abrió la puerta con su llave dejando a la chica impresionada.

–Ya no tengo privacidad…–Rezongó.

–Todos llegamos aquí a veces… Dónde crees que nos quedamos ¿en la calle?

– ¿Por qué no?

Rhys puso los ojos en blanco y dejó que Lyla entrará primero. La chica dejó su morral en el sofá rojo y abrió las cortinas de la ventana, luego se quitó su bufanda y caminó al baño dónde abrió la llave del agua caliente para llenar la bañera. Salió y se quitó sus botas, caminó por la sala pasando frente a Rhys unas dos veces poniéndolo un poco inquieto. Sabía que estaba evitándolo como de costumbre.

El mayor se cruzó de brazos y empezó a pegarle al suelo con la punta del pie. Sólo se concentró en escuchar el ruido que hacía Lyla en ir de un lado a otro hasta que decidió romper el silencio incómodo.

– ¿Qué estás haciendo?

–Recoger…no he venido aquí en dos días y necesito dormir…cuando haya tomado un baño.

– ¿Cuánto llevas aquí?

–Un mes…no he visto a nadie por si quieres saberlo…sólo un niño raro que estuvo persiguiéndome con cuervos…

– ¿Lo mataste? –Lyla lo miró.

Rhys vio los ojos cafés cambiar a color azul. La joven se quitó la chamarra y sacó algo de su pantalón.

– No me dieron tiempo de hacerlo…Está ciudad no me gusta…todos son igual de raros.

Aventó un objeto a las manos del peli ondulado, qué lo estudio con mucha cautela. Lyla volvió a pasar por su lado; torció los labios y la siguió hasta el baño con el objeto aún en sus manos. La fémina ya estaba dentro de la bañera, tenía sus rodillas abrazadas y la cabeza levantada viendo hacía el azulejo verde claro. Las gotas que mojaron su cabello caían en su pecho.

– ¿De dónde sacaste esto?

–Quien sea que me quitó a ese niño de mi camino, lo aventó en mi dirección mientras yo estaba en el suelo y me escurría la sangre en la cara…me abrieron aquí. –Le enseño una pequeña herida en la frente del lado derecho.

«Y ha estado allí desde hace una semana…supongo que es algo que podría interesarte porque yo no sé lo que es…Hasta creo que esa cosa lo quería.

–Es una piedra de ónix negro…no creo que sea muy importante…Ellos quieren tu amuleto…por eso no vuelvas a quitártelo…

–Rhys…cállate. – Lyla cerró los ojos. –Sólo quiero que te quedes conmigo y saldemos las cuentas pendientes que hay entre nosotros.

Lo decía en serio. Había un remolino de sentimientos en su mente, amaba Aram y a Rhys. Aún no podía explicarse de qué manera amaba a cada uno, pero si llegarán a preguntárselo ni siquiera lo sabría, siempre resultaba confuso. A uno lo amaba y le correspondía ese amor, mientras que al otro lo evitaba y le daban celos cuando lo veía con otras personas.



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En el texto hay: vampiros, zombies, aventuras

Editado: 14.04.2018

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