Mar la acompañaba hacia la casa del vecino, que las había invitado a una fiesta; era extraño porqué aquellos vecinos, llevaban años que se habían mudado de allí, sin embargo…Lyla pudo verlos, incluso le dio gusto saber que habían regresado a vivir de nuevo a esa casa.
Platicó con su amigo de la infancia, no había cambiado nada, le presentó a Mar, pero a su compañera le intereso ver a las personas de cabellos de colores, había por lo menos diez mujeres con el cabello pintado de rosa, verde, gris, azul, violeta, magenta, además qué sus vestimentas eran muy extrañas, no estaban de moda, pero eran muy llamativas, ya que combinaban con el color de cabello de sus modelos.
Adentro de la casa, todo estaba oscuro, aunque la pintura de neón que relucía en las paredes, alumbraba un poco el inmueble; la música estaba en un volumen muy alto y la gente bailaba y tomaba cerveza sin control.
Para Lyla todas esas personas eran desconocidas, se topó con la madre de su amigo y no la reconoció, se le hizo extraño que tuviera el cabello de color rosado, pensó que era una peluca, por lo tanto le preguntó y la señora le respondió que era su cabello, y se deshizo el chongo que llevaba.
Los cabellos rosas y ondulados se le figuraron a una peluca, lo tocó y en realidad era cabello de verdad teñido de rosa. Mientras su vecina prendía un cigarrillo, la joven comenzó a entablar conversación con ella.
Hablaron de los viejos tiempos y de cómo les iba en el presente, hasta el momento, en que Lyla percibió que todo aquello se trataba de una especie de ilusión porque comenzó a escuchar voces en su cabeza.
Alterada buscó a Mar entre la gente de la fiesta y la encontró sentada en el sillón platicando con su amigo, le tomó del brazo y la levantó.
–Vámonos de aquí. –Dijo Lyla. –Allá afuera está alguien que no quiero qué me vea.
– ¿Por qué? –Preguntó Mar con desilusión.
–Nos buscan desde que vimos aquel incidente ¿Lo recuerdas?
***
Lyla y Mar estaban en un edificio de oficinas nuevas, la sensación de esa novedosa construcción era qué podías ver todo lo que había en el interior, las paredes y el suelo eran de cristal, los trabajadores subían a sus oficinas por medio de unas sillas jaladas por cuerdas gruesas de color blanco, era innovador porqué te ahorrabas la espera de un elevador y te llevaban directamente a tu escritorio.
Un trabajador quedó a la mitad del camino cuando su silla quedó atorada.
–Sí no llega pronto su compañero se va a caer. –Le comentó Lyla a Mar.
–No creo, cuando llegué se nivela.
Así cómo lo dijo Mar, llegó el compañero del trabajador y ambos se pusieron a trabajar de nueva cuenta en su escritorio. Contemplaron a todos los trabajadores de los pisos más altos, tecleando en su computadora.
Lyla sentía que algo andaba mal con la cuerda del trabajador qué se quedó atorado en medio del camino y acertó. Escuchó el grito grave de los dos hombres que venían cayendo a gran velocidad.
Además los otros trabajadores del edificio vieron todo y gritaban, pero cuando los dos cuerpos se impactaron en el suelo, los gritos de pánico aturdieron sus oídos provocando que cerrará los ojos, porqué sintió un líquido tibio empaparla de pies a cabeza.
Cuando los abrió, no pudo evitar gritar cómo loca; estaba empapada de sangre. Mar, alterada intentó calmarla, pero Lyla gritaba que estaba llena de sangre y que le había dicho que esa cuerda no servía…
Y por la reacción de la joven Eckzahn, las personas empezaron a sospechar…porqué fue un testigo ocular muy importante qué se esfumó cuando tuvo la oportunidad. Mar tuvo que lidiar con sus vómitos.
***
–Están allá afuera en su coche. –Informó Lyla.
– ¿De verdad? –Mar fue dirigida por la joven pelinegra que la llevó hasta la cochera, dónde aún estaba su vecina fumando recargada en la parte trasera de su vehículo, Lyla le indicó a Mar que se agachara un poco. Y desde la parte del vehículo, vieron un Cadillac de color dorado frente a la cochera, que tenía las puertas abiertas de par en par. De ese coche lujoso se bajaron tres mujeres que tenían el cabello blanco, gris y azul. Con vestidos plastificados de color gris y sus labios pintados del mismo color que su cabello.
Eckzahn abrió los ojos sorprendida, mientras las tres mujeres se adentraron a la cochera, saludaron a su vecina y las tres miraron en dirección a Lyla.
–Huye. –Le dijo a Mar.
La pelinegra se levantó y le habló a una de ellas.
–Así que siempre fuiste una bruja, Fernanda…
–Seguro.
–Y también Verónica y Fabiola…
Las tres comenzaron a reírse.
–Será mejor que comiences a rezar para salvar tu pellejo…–Alegó Fernanda.
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Editado: 14.04.2018