Crónicas de un soñador Ill

Templo Constelación

 

Nunca había escuchado hablar de un templo dedicado a las constelaciones. Seriamente recordó que debía ser una broma; porque algún día vio la saga de las doce casas, sin embargo, era el centro turístico del pueblo donde yacía. Era increíble observar en las paredes de afuera las constelaciones talladas en piedra. Eran ochenta y ocho constelaciones que se conocían en esa época de los siglos pasados.

Se adentró al templo, pensó que serían cómo las iglesias de los católicos; se equivocó, no había bancas ni figuras de los santos, la virgen y Jesús; lo imaginable adornaba el templo. La noche estrellada se encontraba en el techo, fuera apenas el sol se metía. Contempló con admiración la hermosura de la noche plasmada en la cúpula. Dio vueltas y vueltas en el mismo lugar hasta qué fue interrumpida.

– ¿Qué haces aquí? –La voz masculina la hizo temblar.

–No sabía que existía un lugar tan impresionante.

Aquel individuo la estudió frunciendo el ceño, se cruzó de brazos y caminó en círculos sin perderle de vista. Ella tragó saliva, estaba incomodándose ¿Acaso no podía entrar ahí? ¿Tenía que ser fiel a esa religión extraña? ¿Debía saber de astronomía? Ya no pudo sostenerle la mirada mucho tiempo y decidió ver sus pies.

–El problema es que veas las estrellas.

– ¿Cómo dice?

–Sí. –Dijo el señor de cabellos blancos. Sus ojos azules resplandecieron y se abrieron más de lo normal, acarició su barba blanca y forzó una sonrisa, para después arremangarse las mangas de su túnica blanca.

–Sí puedes verlas, significa que tienes el poder para leer las estrellas. –Frunció el ceño.

–Yo no sé nada de eso. –Comentó.

–¿Qué haces aquí, entonces?

–No sé…Aquí aparecí. –Rezongó. –Yo no elijo los lugares a dónde debo ir.

–Te reto a pelear por la armadura que te pertenece.

–“Las doce casas.” –Pensó. –“Quiero la armadura de Leo.”

–No puedes tener la armadura de Leo…–Recalcó el viejo. –Está ocupada y la única disponible es esa. –Apuntó al techo.

Desvió la mirada y vio una caja dorada.

–“Las doce casas…”–Volvió a pensar.

–No son doce casas, eso no existe. Son ochenta y ocho…y todas son doradas…

 



#29970 en Otros
#9675 en Relatos cortos
#21160 en Fantasía
#8680 en Personajes sobrenaturales

En el texto hay: vampiros, zombies, aventuras

Editado: 14.04.2018

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.