En aquel tiempo, cuando recién el vampiro en el espejo, andaba tras sus pasos, fue al teatro más antiguo de la ciudad a ver un recital dónde saldría Lara. Entusiasmada cómo siempre, llegó al teatro, nunca le gustó el aire viejo que desprendía ese lugar, se contaban leyendas de las apariciones de personas, que datan desde el tiempo de la colonia; entre esas almas sin descanso, había niños, jóvenes, hombres y mujeres. Nunca se han especificado el porqué de las apariciones, y Lyla siempre se sentía observada entre el ambiente pesado de aquella antigüedad.
Recorrió uno de sus enormes pasillos que llevaban a las escaleras para ver el escenario desde el balcón. En cada ocasión se maravillaba por las alfombras rojas que adornaban el suelo, las cortinas y los asientos combinaban con todo el edificio. Llegó pues, al balcón y vio el escenario alumbrado, aunque, todo estaba solo.
—Llegué tarde...
—En realidad, llegaste justo a tiempo... —Se giró asustada al escuchar esa voz masculina, que le provocaba escalofríos. Los ojos azules de ese vampiro aristocrático, que por lo general llevaba una capucha negra, brillaban en esa zona sin iluminación. Intimidada por su presencia, dio un paso hacia atrás, sin embargo, Lara yacía sentada al lado de esa hermosa y escalofriante criatura.
— ¡Hola!
— ¿Lo conoces?— Preguntó atónita.
— Si, él me enseño a tocar el violín. — Sus ojos destellaron. Lyla quedó boquiabierta y miró con incredulidad al vampiro.
— Me gusta esa canción que tocas... —Perdió una vez más ante sus encantos sobrehumanos; de nueva cuenta se sentía seducida por su aroma dulce y sus ojos azules. Bajo el hechizo de la criatura, sin titubear, se sentó en su regazo, se acurrucó y acomodó su cabeza en su pecho, mientras aquella hermosa criatura le acariciaba su largo cabello.
—Vas a estar conmigo siempre.
—No...—Alegó la joven tratando de vencer aquel hechizo — ¡No caeré en tu trampa, Gabriel! ¡Suéltame!
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Editado: 14.04.2018