Crónicas de un soñador Ill

Reto

 

¿Cuánto tiempo más tendría que salir de noche? Cada vez que tomaba un paseo por la ciudad sin un alma en las calles, tenía que toparse con personas extrañas cuyo objetivo era provocarla. Para empezar, quería tener un poco de paz en esos paseos nocturnos, porque su vida estaba siendo complicada por los días, dónde no tenía tiempo para ella. Una joven, tal vez de la misma edad que ella, comenzó a mostrarle y decirle, que quería luchar cara a cara con puños y pies. La fémina, arqueó las cejas al escuchar la petición, torció la boca e intentó seguir su camino; sin embargo, aquella desconocida se le plantó en frente impidiéndole seguir andando.

— ¿Tienes miedo verdad? —Le dijo. Suspiró, de verdad ella quería irse a casa a dormir…No quería hacer nada, alguien la esperaba y tenía que llegar al amanecer para verlo.

—Sólo quiero ir a casa…no sé quién eres, deberías ir a dormir.

—Pero yo sí sé quién eres…Te he visto. Guardas muchos secretos…

—Genial. —Intentó seguir su camino, pero una vez más fue interceptada. Cerró los ojos, suspiró e intento guardar la calma; una de las cosas que detestaba más en el mundo era que no la dejarán ir a dormir cuando más lo necesitaba.

La joven desconocida de cabellos rojizos, piel blanca y ojos verdes, le dedicó una sonrisa radiante, cuyo significado sólo se basaba en la egocentricidad que tenía al demostrarle a la pelinegra que era mejor que ella, en aspectos que desconocemos. Se puso en posición de ataque mientras Lyla volvió a suspirar, deseo con toda el alma que esa joven le diera un puñetazo en la cara y la dejará dormir; por otro lado, Eckzahn estaba adquiriendo experiencia en batalla y podría tener un duelo cuerpo a cuerpo sin problemas; sólo que es demasiado modesta y prefiere no alardear, alguien le había aconsejado que era mejor no mostrar lo que sabía a la ligera porque podrían usarlo en su contra.

Esquivó entonces, unos cuantos puñetazos, patadas; otras si dieron en el objetivo que fueron su abdomen, su brazo, la nariz, el mentón…a pesar de haberle dado unos buenos golpes, la chica pelirroja quería al parecer, pulverizarla; hubo un momento dónde Lyla se hartó, dio tres mortales hacía atrás y al estar a cinco metros de distancia corrió hacía su atacante y una bola de energía comenzó a formarse en la palma de su mano. Estiró el brazo con fuerza y rapidez provocando una ventisca, que movió el cabello pelirrojo con fuerza; la ojiverde gritó provocando que Lyla hablará:

—Te apuesto que nadie te enseñó esto… —Alegó. —Ahora déjame en paz y no vuelvas a molestarme. —Caminó dándole la espalda. —No sabes la clase de secretos que tengo…

 

***

Ya estaba saliendo el sol cuando llegó a su casa, cerca de la ventana que daba hacía la calle, vio a Aram de espaldas viendo el amanecer.

— ¿Es muy tarde o muy temprano? —Escuchó que preguntó.

— ¿Eso importa? —Rezongó somnolienta. Aventó su chaqueta al suelo y se encaminó a la cama quitándose la ropa en el camino, Aram giró la cabeza y puso los ojos en blanco.

— ¿Y esos golpes?

—A veces te encuentras a cada loco en el camino…—El mayor suspiró.

— ¿Quién era?

—No tengo ni la menor idea…era como de mi edad…

— ¿Qué le hiciste?

—Nada…sólo hice esto con mis manos…—Y le mostró a su amado la ventisca.

Frunció el ceño mientras distendía su lado de la cama y escuchaba cómo la pelinegra cambiada de tema, al acostarse comenzó a reír a carcajadas, sí, ella lo hacía reír y al terminar de contarle su relato, se vieron a los ojos, se dedicaron miradas que dicen todo y se durmieron.

 



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En el texto hay: vampiros, zombies, aventuras

Editado: 14.04.2018

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