Golpear, correr, golpear y huir

Recuperó el conocimiento no porqué estuviera inconsciente pues tenía fragmentos en su mente de los últimos días en esa habitación. Lo único que podía ver era la puerta y la luz en el techo así qué se levantó de la cama, ya que estaba sentada observando su entorno y recordando qué estaba ahí, por tener de nueva cuenta, los ojos azules. Sonrió. Se aproximaba la hora dónde Corín abría la puerta para llevarle de comer; su dieta consistía en carne cruda y agua, por lo tanto, esperó con sigilo que su hermano adoptivo llegará con su porción de comida mientras ideaba la forma de salir de ahí, porqué quería irse al exterior; respirar el aire fresco, sentir la brisa del viento, ver el cielo, el Sol y la Luna.

No tenía por qué preguntarse quién fue la persona que sugirió retenerla ahí, pues se trataba de Gabriel. La causa la sabía a la perfección, porqué cuando se vuelve la criatura que antes evitaban que fuera, no puede controlar su identidad, su cuerpo, sus emociones, su instinto asesino; ese último es el que más temen y ella también; sin embargo, en algunas ocasiones cómo lo es ahora, suele controlarse y recordar, lo cual le da un poco de desventaja porque no le creen que Lyla ha vuelto.

Corín abrió la puerta e incrédulo le miró desde el marco, él no estaba convencido por la actitud que su hermana adoptiva tenía en ese momento. Sonrió dejando salir un jadeó y después cerró la puerta. Caminó hasta la mesa y dejó el plato con la carne cruda. La comida no causó en la joven, apetito, sólo observó el plato por unos minutos.

— ¿No vas a comer?

— No.

Corín frunció el ceño. Miró a Lyla precavido.

— ¿Recuerdas lo que ha pasado?

— Sí…— Lyla le vio a los ojos.  — Corín, ¿no crees que te han dejado el trabajo fácil para que te pierdas la diversión?

— Sí, estoy de acuerdo.

— Bien…

Sonrió una vez más, aunque esta vez las facciones de su rostro alertaron al mayor qué en un salto se puso rígido y en posición para atacar. Ya había luchado contra Lyla muchas veces y sabía su estilo de pelea pues era muy predecible, pero no pudo anticipar que sería lanzado por los aires hasta la puerta qué se zafó de su lugar ocasionando un gran estruendo en todo el lugar. Lyla salió corriendo sin saber en dónde se encontraba, le pareció estar en un internado pues veía pasillos, camas y muros sin ventanas. Escuchó el grito de Corín diciendo que se había escapado, pero siguió corriendo. Debía encontrar la salida.

La primera persona que se interpuso en su camino fue su amiga, a quien quitó de en frente aventándola a la pared con el brazo. Escuchó el golpe que se llevó la joven y siguió corriendo con la necesidad de salir. Después Jafet se interpuso, ella saltó con el puño hacia arriba dándole en la barbilla y por la fuerza ejercida, el joven se fue de espaldas al suelo y en ese momento, Lyla lo saltó. Corín volvió a ponerse en pie llevando pocos segundos de desventaja, pues tuvo que esquivar a las personas que Lyla dejó fuera de combate.

Por consiguiente, todos los que se interpusieron en su camino fueron derrotados muy fácil, algo que dejó impresionado a Corín porque no pensaba que aquella fémina estuviera decidida a salir. Después de Jafet, fue Dabir, Eckhart, Hidan y Fenrir, pero este último, sólo se hizo a un lado pues a él le interesaba ir a descansar.

Aram caminaba con una taza de café en su mano y un libro en la otra, Lyla chochó contra él, le pidió disculpas con toda sinceridad siguiendo en la huida. Corín esperó que la única persona que no había visto fuera quien la detuviera, pues era imposible alcanzarla; se perdió de su vista y no pudo contenerse a ayudar a Aram a ponerse en pie, que, por cierto, al ayudarlo comenzó a reprocharle. La fémina presentía que la salida estaba cerca pues podía oler el aroma del exterior. Nunca espero que su último obstáculo fuera Rhys, quien con sigilo y destreza le metió el pie en el suelo mientras corría, provocando que volara y chocará con el sujeto que menos quería ver en el mundo.

— Ga…briel —, susurró vencida.

— Te atrapé Lyla…