Un viaje con la finalidad de ser académico se llevó a cabo. No pregunten por qué el lugar del hospedaje daba más finta de mansión colonial que un hotel cotidiano. La respuesta es misteriosa, tan misteriosa, que todo comenzó en el mar.
Viajaban en un bote color blanco, iban por lo menos veinte personas, sin embargo, cuando el bote estaba en mar abierto, los pasajeros se fueron cayendo uno por uno por las grandes olas que provocaba la marea. Cuando le tocó el turno a la joven pelinegra, se estremeció demasiado al imaginar que sería derribada por una ola enorme, que por cierto, cayó encima de su cuerpo obligándola a hundirse unos metros bajo el agua salada junto con el bote y los dos pasajeros que quedaban.
Después de ese suceso tan aterrador en dónde pudo ver una ciudad bajo el agua y hasta podía respirar, (la razón aún es desconocida) tuvo qué explorar aquella ciudad marina abandonada y encontrar una forma de volver arriba, dónde pertenecía. Luego de regresar a la tierra como si nada hubiera pasado, gracias a los juegos de su propia mente, se encontró con una compañera, la cual le pidió que la acompañara al baño.
Así pues, las dos jóvenes anduvieron por los enormes y viejos pasillos de aquel hotel, adornado por pinturas de museo y armaduras de caballeros de la era medieval que les entretenían en su camino a su destino. A Lyla le fascinaba toda esa temática, y dejaba de vez en cuando a su compañera por delante, porqué a ella le urgía ir a los servicios. Cuando recordó que debía seguir el camino hasta los baños, su compañera ya estaba dentro en sus necesidades.
Lo más impresionante en aquella habitación enorme, fueron los espejos antiguos y el color de la madera de las puertas, sin embargo, una imagen en particular llamó la atención de la joven aventurera. Se trataba de una mujer de cabello largo, ondulado y castaño, piel blanca, ojos cafés que miraban hacia arriba, mientras su rostro imploraba algo... sus manos estaban juntas en su regazo, estaba hincada y tenía un vestido color purpura.
Por aquella presentación dedujo que se trababa de una virgen que desconocía, pero eso no fue lo que llamó su atención. Sabía que detrás de la pared gris dónde reposaba aquella figura había algo.
—Un pasadizo secreto—se dijo—¿Cuánto apuestas que aquí hay uno?—cuestionó.
Sonrió y comenzó a buscar una señal, una abertura, una palanca, una manija; empero, no encontró nada de eso. Es tan reacia que no se detuvo hasta qué encontró la manera de mover la imagen, y fue, jalando uno de los brazos. Cuando separó a la virgen de la pared su cuerpo tembló de emoción, mas fue su sorpresa encontrarse con la pared.
Respiró, sabía que algo estaba detrás de esa pared porqué en esa zona estaba todo liso. Su compañera llegó a su lado y cuestionó que hacía.
—Buscando un pasadizo...
—¿Sí?
—Juro que aquí hay uno...
Y golpeó la pared lisa que se abrió hacia el lado derecho, sin embargo, una corriente de aire frío invadió la habitación, no era una sensación de ese frío invernal, era de ese viento helado que te causa escalofríos y te hace sentir en una situación paranormal e incómoda.
—¿Sentiste eso?—preguntó la chica a Lyla.
—Sí...—dijo casi en un susurro.—Creo que debemos cerrarlo.—Vio el interior, era uno oscuro pasadizo.—Sé que esa ráfaga de viento no era viento...
Las dos chicas empujaron la pared lisa, pero está no se embonaba en la pared porqué el ligero viento sepulcral no las dejaba. Hicieron mucho esfuerzo por varios minutos y cuando la puerta rocosa se cerró, se abrió otra abertura.
—¡Maldita sea!—exclamó Lyla, sorprendida.—Sí hay pasadizos aquí...
Dicho esto, escucharon un estruendo que las aterró e hizo que las dos salieran corriendo de la habitación, pero al llegar a la puerta, unos seres desconocidos se pararon frente a las chicas. Lyla se detuvo y su compañera siguió corriendo.
—Estoy muerta...—pensó tragando saliva.
Los seres desconocidos e indescriptibles, porque sólo puedo describir a uno, cuyo aspecto era parecido a los músculos humanos pero con estructura rocosa y ojos amarillos, hizo una especie de mueca que mostraba su dentadura color gris.
—¡Gracias!—dijo.—Hemos estado encerrados por años...
Lyla se tapó la cara con ambas manos. A pesar de escuchar un agradecimiento fantasmal, le daba miedo.
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Editado: 24.01.2020