Crónicas de un soñador lv

Regresión

 

Olía la brisa del mar, aquel olor tan especial la embriagaba de paz, se sentó sobre la mojada arena observando el crepúsculo. Acomodó la barbilla en sus rodillas esperando que Corín llegará a la hora acordada y, mientras su encuentro se daba a cabo, se perdió viendo el oleaje del mar. Los caballos de espuma le mojaban sus pies desnudos y las gaviotas volaban en círculos sobre su cabeza.

Sentía la soledad; había ido allí para perderse un rato, pues llevaba días que odiaba al mundo. No quería a nadie cerca...quería aislarse otra vez cómo tantas veces lo ha hecho en cada oportunidad que tiene de ir a la costa.

Sin previo aviso los caballos de espuma la arrastraron al mar en una enorme ola que la hundió. Perdió el conocimiento por mucho tiempo y al despertar sus ojos ardieron por culpa de la sal, aunque todo su entorno era azulado, no quiso pelear con el mar para llegar a la superficie y tomar el oxígeno que sus pulmones no pedían...no funcionaba su instinto de supervivencia, por el contrario, el mar la cobijaba a unos metros de profundidad y la arrullaba con su movimiento.

La sensación cálida que la embriagaba, le daba la seguridad que sintió en el pasado cuando aún vivía en el vientre materno; sin embargo se evocó el recuerdo de la oscuridad y cerró los ojos, luego comenzó a tener alucinaciones auditivas; algo malo pasaba en el exterior, todo era caos.

Se movía de un lado a otro con brusquedad, los sonidos del exterior eran más intensos y dolorosos. Estaba llegando su hora; iba a salir de esa oscuridad cálida y pacífica...No quería nacer, tenía miedo del exterior.

—Voy a morir—, pensó—no quiero volver...

Miró la luz cegadora que la hizo volver al presente. Abrió los ojos y se encontró con las manos entrelazadas en sus piernas, sus ojos otra vez ardieron y había oscurecido. Tenía miedo y cerró los ojos de nuevo.

Escuchó el oleaje del mar nuevamente, sintió en el rostro pequeñas gotas que olían a sal, observó el sol escondiéndose por el oeste mientras rozaba la superficie del océano; suspiró porque seguía con vida.

—¿Me preguntó cuántas veces has pasado por lo mismo?

Corín yacía sentado a su lado viendo la misma escena que ella, luego giró un poco la cabeza para verlo jugando con su mano sobre la arena a la vez, que uno de sus brazos reposaba en su rodilla.

«Viste todo.» La joven titubeó mientras un nudo se formaba en su estómago. Lo contempló por unos segundos antes de dar su respuesta.

—Tengo miedo.

—Todos lo tenemos...es difícil regresar a dónde pertenecemos.—La vio por primera vez de una forma diferente.—¿Ya no quieres estar aquí?—sonrió de medio lado.

—¿Te importa? ¿Cómo sé que estás aquí?

—Siempre he estado aquí...

 



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 24.01.2020

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