El alboroto que comenzó en la nave la desconcentró de su trabajo. Escribía en la bitácora el reporte del día. Viró la cabeza y miró a otros compañeros correr hacia el piso superior; dejó la pluma encima de la libreta, la cerró y emprendió molesta hacia el lugar del alboroto.
«Tengo mucho que reportar…no sé porque elegí venir a este lugar.» Subió el último escalón y sin previo aviso un as de luz verde le rozó la oreja derecha, provocándole ardor; se quedó en shock mientras fijaba la vista hacia la enorme ventana de en frente dónde contempló la negrura del espacio y algunas estrellas brillando; sin embargo, el panorama no era nada grato para un espectador cómo lo estaba siendo ella en ese momento. Afuera de la nave había más naves de color blanco y franjas rojas en las alas. Esas pequeñas naves le recordaron el videojuego Galaga.
—¡Lyla! —La voz de Hidan la regresó de su trance. —Será mejor que te muevas sino quieres morir.
—¿Qué es esto? —preguntó titubeante.
Hidan aventó en sus manos una metralleta. Al escuchar la pregunta sin sentido de la joven, levantó la ceja izquierda, caminó hasta ella, la miró a los ojos antes de responder; no quería ser grosero y pensó las palabras dos veces.
—Es un arma—, apuntó hacía la ventana con el dedo índice. —Por desgracia nos encontramos en medio de una guerra galáctica, así que pon manos a la obra y derriba unas cuantas naves.
—¡A la orden capitán! —Exclamó con sarcasmo.
Odiaba esas armas porque después de un tiempo se calentaban demasiado y ya no disparaban los rayos laser. El mayor puso los ojos en blanco.
—Una pregunta más…—interrumpió la chica. —Sí disparo desde aquí, ¿les voy a dar? Quiero decir, si se abren las ventanas no habrá oxígeno…¿cómo voy a respirar?
Hidan suspiró vencido. Colocó una mano en el hombro de Lyla y vio al a tripulación.
—Las ventanas están abiertas…dispara cuando quieras. —Después de esas palabras un rayo color verde derritió el arma que Cassiel llevaba en sus manos…
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Editado: 24.01.2020