Estaba dormida en el sillón de la sala cuando escuchó que tocaban la puerta. Con disgusto abrió los ojos, se sentó y espero que su vista panorámica no diera vueltas, luego parpadeó un par de veces y pasó el dorso de su brazo por sus labios para limpiar el rastro de saliva que tenía en la comisura de sus labios y en la barbilla, así pues, se levantó con pesar y se dirigió a la puerta sin fijarse quien era la persona de afuera, abrió.
Ni siquiera aquel sujeto pudo quitar su estado de ánimo. No le sorprendió verlo e incluso no se alegró aunque llevaba un par de meses sin topárselo.
—¡Hey! —Exclamó Alger, sonriendo de lado a lado como siempre. —No te ves muy sorprendida el día de hoy.
—Hola—, contestó con un bostezo. —Cuanto tiempo…sin verte…
—Tu tiempo de aburrición ha terminado, señorita. —Afirmó Alger tomándola del brazo y llevándola afuera. —Vámonos…hay cosas que hacer.
—Genial…
—Ja—, Alger bajó la cabeza y miró sus pies, luego observó a la joven que aún bostezaba con gran esfuerzo. —Ya verás que llegando se te va a quitar ese sueño que tienes…No sé porque llegó tan alborotado preguntándome por ti.
Aquel comentario hizo que la joven reaccionará y abriera los ojos con cierto interés.
—¿Quién? —Alger se encogió de hombros.
—Ya sabes—, respondió—¿Quién más?
—¿Corín?, ¿Gabriel?, ¿Hidan?...¿Rhys? —su pregunta no mostraba sorpresa, sino alteración.
Alger por su parte levantó el ceño al escuchar tantos nombres y no haber oído el que realmente preguntó por ella, aquel hecho se le hizo extraño y por la mente se le plasmó el recuerdo del porqué Aram había llegado muy alborotado.
—Te has estado metiendo en problemas…—, afirmó el mayor.
La joven ante tal comentario, arrugó la nariz y negó con la cabeza. Para ser franca, no se acordaba de nada, últimamente se la pasaba dormida. Sólo despertaba para comer e ir al baño.
—¡Lyla! —gritaron tras ellos.
Alger y la joven voltearon al instante. No se sorprendió tampoco al ver a su hermano Corín.
—¿Dónde has estado? —espetó. —Todos están buscándote cómo locos…
—¿Ah sí? —respondió ella. —Qué raro…la verdad es que he dormido mucho y no me dan ganas de hacer nada…además he estado en la casa todo este tiempo…
—Oh…—Corín se rascó la frente. —Entonces…no hay más que decir…
—¿Lo ves? Hay muchas cosas que hacer, señorita…—La sonrisa que Alger le dedicó a la joven, por primera vez en ese lapso de tiempo que ha estado con ella, le arrebató una sonrisa por respuesta.
—Creo que están tan acostumbrados a meterme en problemas, que esta vez…no saben qué hacer…sí ha de ser eso…
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Editado: 24.01.2020