Vagar por las calles a altas horas de la noche era muy normal para ella, excepto, cuando hay mucha gente caminando en las banquetas y que además, en el jardín en dónde ha decidido tomar un descanso, hay muchas personas en grupos pequeños y alborotadas. Madres que buscan desesperadas a sus hijos y padres que consuelan a los niños, esposas que buscan a su marido y viceversa. Por un momento el pánico colectivo invadió a la fémina. Y el nombre de su hermano se cruzó por su mente.
Comenzó a voltear de izquierda a derecha intentando encontrar a su hermano menor entre la muchedumbre, incluso caminó al verse en un estado de ansiedad por estar en el mismo punto sin moverse, buscó entre las jardineras que la gente suele usar como asiento y no vio a su hermano por ningún lado.
Pensó después un lugar que le sirviera de referencia para encontrar a Terry, y recordó que su hermano solía visitar una fuente que estaba del otro lado del enorme jardín, aunque para llegar, debía caminar sobre una calle peatonal que no le agradaba mucho. Allí había humanos que sólo salían de noche cómo ella, sin embargo, no le temía a esos humanos. Le daba miedo otra cosa y no sabía que era.
Esquivó personas y evitó a otras, nunca preguntó la razón del porque había tanta gente alborotada hasta que llegó a la calle dónde se encontraba la fuente y un hombre le tomó del brazo.
—Debes estar muy desesperada para ir hacia allá.
—Lo estoy—, respondió zafando el brazo del agarre.
—¿Sabes lo que pasa? —preguntó aquel señor seriamente.
—No…tengo algo más importante que hacer.
—Jovencita…sí no quieres aceptar el reto que te pondrán será mejor que aquí termines tu recorrido.
La pelinegra miró con los ojos bien abiertos al sujeto que le estaba deteniendo el paso. Al escuchar esas palabras no pudo evitar sentir una oleada escalofriante recorrer todo su cuerpo. Terry le esperaba, lo sentía, pero tampoco lo iba a dejar solo en un territorio que no podían pisar a esas horas. Sin decir una palabra más se adentró a ese territorio; vio la fuente y su sorpresa al ver a su hermano sentado esperándola, fue grande.
El joven Terry le sonrió, mientras daba un gran respiro de alivio, ya sabía que tal vez su hermana demoraba por el alboroto que había en la ciudad. Se levantó al mirar a Lyla correr a él, se saludaron como de costumbre y luego, tuvo que darle la mala noticia.
—Hoy es el día de cambiar al rey.
—¿Qué? ¿Cuál Rey?
—No lo sé, por eso hay tanta gente alborotada…pensé que tu sabrías la respuesta…—Terry se mordió el labio inferior.
«No sé de quién hablas…»
━⊰❖⊱━
Se miró hincada en el suelo viendo su rodilla derecha, se entretenía contando los adornos del piso porque no quería ver al frente. Ese hombre o lo que quedaba de él, le daba pavor. Vivir tantos años bajo tierra no le daba buen aspecto. Su piel era blanca y sus ojos rojos, el pelo blanco era grasoso, delgado y lacio, parecía que estaba calvo, su voz era espeluznante, rasposa y aguda. Sus dientes por otro lado, estaban picudos y amarillentos y, por último, sus manos eran huesudas, delgadas y arrugadas.
—“Es una gran honor anunciar que la noche de hoy, el Rey ha sido retado… —Su estómago se revolvió al escuchar esas palabras.
Por una parte agradecía a ese Dios que la escuchaba que no fue ella quien lo reto, aunque no le importaba no participar en las ceremonias.
—Sin embargo, cómo es sabido…aquel individuo que reta al Rey debe pasar muchas pruebas y la más importante de todas, es morir aplastado en los aposentos del Rey…sí aquel sujeto sobrevive tendremos un nuevo gobernante…y cómo ha muerto…esperaremos hasta el próximo reto, cómo lo hemos disfrutado cada 500 años.”
«Yo no debo estar aquí…Yo no debo estar aquí…Soy la siguiente…soy la siguiente.» Levantó la vista esperando ver que aquel Rey horrendo, se hubiera ido bajo tierra pero no funcionó, aquel ser que parecía momia viviente, sonreía mostrando esos horrendos dientes de tiburón.
━⊰❖⊱━
—Tenemos que irnos de aquí, Terry. El ya viene en camino…
Al decir esa oración, el suelo crujió y ambos miraron cómo se abría el piso en círculo y ascendía un asiento. Lyla miró el rostro de ese anciano horrible…odiaba tener esos recuerdos…y a veces…odiaba ese mundo.
—¿Te conozco?…
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Editado: 24.01.2020