Crónicas de un soñador lv

Pasado Alterno

La espalda le dolía, ya estaba cansada de los calambres, de tener que dormir de lado y boca arriba. También de estar sus últimos meses en el mismo departamento con un montón de personas que le robaban la energía y la cansaban mentalmente. Se sentía en pocas palabras una inútil. Tres meses ‘en cama’ eran horribles y lo peor; dormía en un colchón que se le salían los resortes, aunque no podía pedir más, fue lo mejor que encontraron. Era la única persona en ese lugar que dormía en un colchón, porque estaba en ‘cinta’ y la vida post-apocalíptica no le beneficiaba mucho, pues ahora, no podían salir ni de día, ni de noche.

En lo que llevaban del año, ya habían cambiado cómo diez veces de país, de ciudad y de hogar (sólo por exagerar un poco, ya que no lo recordaba muy bien, porque que duró tres meses en coma. Tres meses de los cuales Yue cuidó de ella porque los demás desaparecieron.)

Discutía con el padre de su hijo el nombre que le iban a poner cuando naciera. Se aferraba a decirle que le gustaría que tuviera el mismo que su padre, porqué ese nombre le gustaba mucho. Su pareja, por otro lado, se negaba y su discusión se terminó cuando la puerta del apartamento se abrió con un azotó y entró Arlem con la cara más preocupante que provocó que los individuos que escuchaban la discusión de los futuros padres, vieran a la puerta.

—Se llevaron a Ian—, concluyó desanimado.

—¡¿Qué?! —, gritaron todos al unísono.

—Fue mi culpa—, comentó Alan, llorando.

—Guarden todo lo indispensable…—habló Gabriel con enojo. —Tenemos que irnos de aquí…si tienen a Ian vendrán por nosotros.

—¿No vamos a buscarlo? —Rezongó Midori.

—No.

—¡Vas a dejar que lo maten! —, levantó la voz la chica, provocando que Gabriel perdiera los estribos y le respondiera de la misma forma.

—¡Si vamos por él nos matan a todos! ¿eso quieres, estúpida?

—¡Gabriel! —, exclamó con autoridad Hidan impidiendo que Midori dijera algo más. —No la ofendas…

—Es hora de irnos—, alegó viendo a todos. —Y tú…—apuntó a su hija.—Será mejor que te des prisa porque no quiero estar batallando contigo…

—Aquí me quedó…

—No, no lo harás…

—Entonces batalla conmigo…

Estas últimas palabras provocaron que el ojiazul se perdiera de la vista de todos.

Al no ver más a su padre haciendo berrinche, observó a Arlem en el marco de la puerta, la forma en que sus ojos miel le devolvían la mirada hizo que sintiera mariposas en el estómago, aún sentía esas sensaciones por él y ya no podía corresponderle más. Al menos porque ella no quería romperle el corazón a Isaac.

—¿Cómo estás? —, le preguntó Arlem acercándose a los pies del colchón y dedicándole una sonrisa de medio lado.

Lyla bufó y torció los labios.

—Igual…creo que me hace falta moverme un poco…¿me ayudas a levantarme?

━⊰❖⊱━

Caminaba a paso lento aferrada a la espalda de su padre. Todos iban caminando sigilosos y precavidos en fila india. Tras ella iba Arlem, luego Isaac, Hidan, Midori, Yue, Akira, Leroy, Alexander…su amiga, Akemi y Alan. Él iba al último cómo autocastigo por la pérdida de Ian. Pararon frente a un edificio de veinte pisos muy lindo, de esos que siempre recordaba ver en las películas. Luego Gabriel miró a todos y espero por la afirmación de Hidan, Arlem y Yue.

—Bien…Arlem tu sube primero. Debes llegar al techo, ellos están comiendo dos pisos más abajo, el vidrio está roto y puedo olerlos…

Arlem afirmó con la cabeza.

Dio un paso delante de Gabriel, miró hacia arriba y saltó muy alto. Lyla al ver esa escena apretó más la ropa de su padre, sabía que la siguiente era ella y por lo tanto estaba convencida que no podía saltar tan alto cómo Arlem.

—Sigues tú—, habló Gabriel.

—No voy a llegar.

—Tu excusa no sirve, sigues tú. Y por favor…no hables tan fuerte que atraerás a todos…

Lyla imitó a Arlem, vio el edificio y clavó la mirada en el piso dónde el cristal estaba roto, miró a su padre de reojo y se percató que él estaba muy concentrado viéndola.

—Te voy ayudar a subir, lo prometo. Solo tienes que saltar…

La joven dio un suspiro de derrota.

Al ver a Arlem en el techo se armó de valor esperanzada que su amigo le alcanzará a tomar de la mano, así que saltó y se percató de una energía ligera cómo el viento, pero cálida que la impulsaba hacia arriba; sin embargo, se desconcentró de su objetivo cuando vio en el piso de las ventanas rotas, la energía se esfumó y cayó alcanzándose a aferrar al marco que detenían los cristales.

Escuchó la voz de su padre que le dijo que no hiciera ruido, y así lo hizo, pues con horror contempló las siluetas de los humanos que yacían dentro en la oscuridad, también escuchó cómo se alimentaban. No quiso imaginarse que era su alimento…la idea de pensar que era Ian le aterró. Y ese sentimiento que se acumuló en su interior hizo reaccionar a las criaturas humanas que vivían dentro de aquel piso.



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En el texto hay: vampiros, lobos, zombis

Editado: 24.01.2020

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