Había pasado mucho tiempo desde su último asesinato; ya no recordaba ni siquiera cómo rastrear a la presa y perseguirla sin que se diera cuenta. Le miraba desde un muro ocultándose de aquel hombre al cual tenía el deber de arrebatarle la vida, ¿quién y por qué le había encomendado esa misión? No lo recordaba.
Sabía que estaba haciendo todo mal, pues llevaba una semana entera tratando de quitarle la vida a ese ser. Era tal su frustración que por eso, no podía, además había perdido práctica y llevaba días sin dormir; también no sabía en qué ciudad se encontraba y no había tenido comunicación con nadie desde meses. En esos momentos recordaba los viejos tiempos, aventuras en los bosques o en las ciudades en medio de desastres naturales.
Su objetivo era un hombre de cabellos negros y cortos, ojos azules resplandecientes, su piel blanca y era alto, esbelto, los músculos de sus brazos estaban muy definidos; en ese momento, vestía de smoking y bebía una copa de vino con su interlocutor que le daba la espalda a la joven. No se perdía de ningún detalle ¿Qué tenía de especial ese hombre? Tampoco lo sabía.
Cargó la pistola y se dispuso a tomar una bocanada de aire, estaba nerviosa, no podía negarlo pues aquella vida la dejó por meses y pareciera que había olvidado absolutamente todo lo que había aprendido en el transcurso de los años, además se sentía sola. Por ningún lado veía al peli negro que por lo general andaba con ella, ni al peli ondulado estricto. Así pues, apuntó desde su posición al hombre que brindaba con su acompañante.
El disparó retumbó en aquel salón lleno de gente, todos comenzaron a correr y gritar, pero su objetivo, que le miraba sorprendido, estaba en pie sosteniendo la parte de abajo de lo que quedaba de su copa. Había fallado y estaba evidenciándose, la persona con la cuál su blanco platicaba cayó desplomado al suelo.
— Mierda —, musitó escondiéndose en aquel muro, guardando la pistola tras su pantalón. — Joder, joder…van a matarme.
— Has acertado. — Afirmó con un tono divertido un hombre qué yacía a su lado.
— ¡Ay no! — Lyla le miró reprochante. — Lo sabía, lo sabía.
— ¿Qué sabías? —, preguntó Corín cruzándose de brazos y sonriendo cínico.
— Qué ustedes estaban en esto…
— Nosotros no estamos en esto, mocosa. — Alegó. — Te hemos estado buscando porque resulta que dónde quiera que has ido esta última semana has dejado rastros de tu torpeza…¿Dónde has estado? —concluyó acomodándose el sombrero que llevaba.
La joven suspiró derrotada haciendo un mohín en su rostro, contempló a Corín quién había rapado su cabeza.
— En la realidad… —, susurró. — Me has abandonado mucho…
— No…me has buscado allá…lo sé.
— Ni siquiera nos vimos… — La joven le dio la espalda. — Debemos irnos de aquí.
Tras su respuesta que fue dicha casi con un hilo de voz, la joven miró hacia dónde había caído el cuerpo, se encontró con Jafet y Rhys, platicando con el hombre al que debía quitarle la vida.
— Esto terminó, Lyla —, habló Corín. — Esta vez has fallado.
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Editado: 14.07.2020