Crónicas de una sirena enamorada 1

La ilusión

Los días corrían en Hawái. El Marsella estaba a punto de zarpar. Los marineros estaban contentos porque vivieron buenos momentos en la isla; compraron, fueron a fiestas y disfrutaron del paisaje. Pero, hubo un instante en el que se llevaron tremendo susto, pues las sirenas hicieron de las suyas.

Joseph recorría el barco desde la proa hasta la popa con los binoculares en la mano, intentando ver lo que había bajo el agua. Su esfuerzo fue inútil pero la curiosidad lo dominaba sobremanera.

Los marineros se preguntaban por lo ocurrido, hasta que Michael, el novato, recordó que Joseph había visto algo extraño nadando junto al barco.

—¿Dónde está? — Preguntaba algo nervioso —¿Dónde está Joseph?

Evan iba y venía por los pasillos en busca de su amigo cuando fue sorprendido por Michael.

—¿Dónde está Joseph? — Preguntó Michael una vez más — Él ha visto cosas raras junto al barco últimamente —Hizo una pausa mientras su respiración se aceleraba— Dime ¿qué ha visto ese sujeto?

Evan asustado y sin saber qué hacer ante la situación, solo respondió gritando —Está afuera, está afuera.

Michael dejó tranquilo a su compañero y salió en busca de Joseph, al tiempo, Evan se fue a su cabina.

Mientras los marineros se calmaron, Joseph buscaba sin descansar aquello que los había asustado. Alejados del puerto, el buque retomaba su curso por las aguas, un largo viaje a África del sur y Europa los esperaba. El joven fue sorprendido por Michael, quien aún seguía nervioso.

—¡Oye tú! — Dijo captando la atención de Joseph — Hace unos días dijiste que algo se movía junto a nosotros. ¿Qué fue eso?

—No tengo idea, solo vi una especie de sombra— decía Joseph con la vista anclada en el horizonte como de costumbre —Ese día ustedes se reían de mi haciéndome sentir como un loco, un estúpido— Añadió.

Michael inclinó su cabeza como gesto de disculpa, luego dijo —Y me siento mal por eso, yo creí que estabas inventando todo para llamar la atención.

—¿Qué ganaría con eso? ¡Dime, Michael! Yo solo traté de advertirles que algo raro nos está siguiendo allí abajo y lo sé porque lo vi en el muelle el día que llegamos a Hawái—

Respondió Joseph con furia, y continuó diciendo —Si notificarles de algo desconocido bajo el agua junto al barco es llamar la atención, entonces que nos ataque, nos devore y nos vamos a la mierda.

A lo que Michael respondió —Soy nuevo y estoy asustado. Siento haberte molestado compañero.

Joseph seguía mirando el agua, luego de no obtener respuesta o ver algo, decidió entrar.

Lumina y su grupo volvieron a reunirse para regresar a casa. Faltaba poco para el festival lunar, al menos la sirena no perdería a Joseph por seis meses, y desde ya tenía calculado cuando se cumpliría el quinto mes para buscarlo y lanzarle el hechizo por otros seis meses hasta lograr conocerlo sin asustarlo.

Camino a la fosa de las Marianas, Traimor y Amaranta no dejaban de burlarse de los marineros, al escuchar sus gritos y algunas groserías que decían por los nervios.

—Nunca había visto tantos hombres cobardes en un solo barco—Decía Traimor mientras moría de la risa

—Somos los mejores— Respondió Amaranta presumiendo su "talento" en dicha hazaña Lumina solo pensaba en Joseph; en su voz, y en lo difícil que sería conocerlo.

Al llegar a la fosa, el pueblo de Tritonia les dio la bienvenida a los veinte exploradores. A pocas horas del festival lunar, las sirenas y tritones se preparaban para nadar hasta el arrecife y ver la luna.

La nación del pacífico había esperado por mucho tiempo para iniciar la festividad. Los habitantes de la fosa de las Marianas estaban un tanto nerviosos por ser los encargados de todo, esta vez.

Lumina se encontraba en su habitación. El rey Ranhir fue por ella, pues era la única que faltaba para dar inicio a la celebración.

—Hija, ya es hora— Habló Ranhir desde afuera —Solo faltas tú. Lumina respondió— No me tardo— abrió la puerta —Ya estoy lista.

Camino al panteón, Lumina observó el fondo oscuro de la fosa, lugar al que solo su padre y su tío tienen acceso. Desde muy niña, la sirena tuvo deseos de saber lo que allí había.

—Padre, ¿Qué hay allí abajo? — preguntó la sirena mirando fijamente la zona.

—No hay nada. Además, está prohibido ingresar a ese lugar— Respondió Ranhir.

—No tiene sentido, si no hay nada en ese lugar ¿Por qué está prohibido el paso? —Dijo Lumina situándose justo en frente de su padre evitando que éste siguiera nadando. Luego preguntó—¿Qué hay oculto allí?

Ranhir se molestó al ver que su hija seguía interrogando sobre el oscuro fondo, para evitar que Lumina siguiera insistiendo le habló fuertemente —No hay nada, ya basta de preguntas.

El rey jamás pensó en lo que había ocasionado. En su intento por lograr que su hija dejara de sentir curiosidad por el fondo de la fosa, causó un efecto contrario. Solo bastó aquel grito para que Lumina no dudara en nadar hacia aquel misterioso lugar y descubrir lo que allí había.

Tritonia ya se encontraba reunida en el arrecife para ver la luna y dar inicio al festival. Todos allí disfrutaron de la apertura, al permanecer en el arrecife, el rey y los demás estaban distraídos y fue allí cuando Lumina escapó rumbo a la zona oscura de la fosa.

Llena de miedo la joven sirena seguía nadando hasta llegar a una enorme cueva. Era un lugar tan remoto que increíblemente el agua no llegaba. Lumina se ubicó en una roca y con sus dedos frotó su collar irradiando un rayo de luz tan intenso que alumbraba todo el lugar. Sus ojos se tornaron grandes por la sorpresa que se había llevado.




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