Crónicas de una sirena enamorada 1

Los medio humanos

Pasadas las horas, Joseph se hacía preguntas sobre la llegada de los tritones. ¿Cómo hizo Traimor para que nadie lo viera desnudo a la hora de ir por comida? ¿Con qué dinero compró los panes y el jugo?

Lúmina le explicó la primera parte. El hechizo de cambio de forma juega con la mente de los humanos. Traimor estuvo desnudo todo el tiempo igual que Lúmina hasta que llegaron a casa de la tía Stara, pero todos en la playa o en la plaza los veían vestidos, salvo Stara que los veía tal cual eran. (Lo cual no la afectaría pues en Tritonia y Marania es natural estar desnudos). Por otra parte, la comida fue robada. Traimor no tenía opción.

Joseph no era nadie para juzgar a Traimor, pero le dijo a Lúmina que la próxima vez que desearan comer se lo hicieran saber y él los ayudaría a conseguir comida. El hermano de Joseph es dueño de un pequeño restaurante en el centro de Brisbane.

Lúmina se dio cuenta de que Joseph era un joven de buen corazón y se convenció de que no le haría daño. Al caer la noche en Brisbane, los jóvenes partieron con su tía a casa. Allí conocieron a los hijos de Stara: Raynor y Gema.

El joven Raynor tenía un parecido físico bastante impresionante con su primo Traimor, y Gema era una versión joven de la abuela de Lúmina. Stara presentó a sus hijos y los jóvenes aventureros muy sorprendidos, al fin llevarían excelentes noticias al reino de Tritonia.

Gema y Raynor pidieron hablar un momento a solas con su madre. Traimor y Lúmina salieron por unos minutos a la terraza a ver las estrellas.

—Madre, nunca nos dijiste que teníamos primos— dijo Raynor —¿por qué?

—El lugar de donde vengo está muy lejos de aquí. Dudo que ustedes entiendan el por qué jamas he hablado de mi familia y mi pasado— respondió Stara —pero tengo una confesión que hacer: No soy griega.

—Pero ¿Cuál es el misterio? — preguntó Gema —¿Hiciste algo malo antes?

—No—contestó Stara —No hice nada malo, es solo que ustedes se verían afectados si les digo la verdad.

—Si ellos tienen que ver con esto solo dínoslo y ya— Reclamó Raynor —ese joven y yo somos casi idénticos y eso me asusta. Sin mencionar que tanto él como la chica son bastante extraños. 

Stara se levantó del sillón y salió en busca de sus sobrinos. Al ingresar a la casa, Lúmina hizo el canto de cambio de forma en voz baja al oído de su tía, quien lo escribió en un trozo de papel. Luego, de cantarlo en voz alta, Stara regresó a su estado natural por primera vez en casi 28 años.

Los hijos de Stara quedaron boquiabiertos, casi en estado de shock. Stara les habló de Tritonia y la civilización que allí vivía.

—Eres una sirena— dijo Raynor con la voz entrecortada, Miró a sus primos y retrocedió un par de pasos.

—No tienes por qué asustarte— habló Traimor al joven —Tú eres mitad tritón.

Emocionada al recordar el canto, Stara decía que podía volver a Tritonia y visitar a su familia. Gema quien siempre le ha tenido miedo al mar, sintió pánico al escuchar que su madre planeaba llevarlos y así conocer parte de su identidad. Lo haría en cuanto su esposo llegara de su viaje de negocios. Austin sabía que Stara era una sirena, y jamás le contó a nadie, ni a sus hijos por miedo a que lo dijeran y los trataran de locos.

Stara volvió a la forma humana y caminó hasta su habitación. Raynor tomó asiento en el sillón que ocupaba su madre minutos atrás. Estaba realmente confundido y trataba de adaptarse a tal inusual situación.

Traimor y Lúmina estaban preocupados pues pensaron que su llegada causaría problemas a su tía. Al pensar esto, Traimor se sentó en el piso y Lúmina miraba por la ventana.

—Lamento todo esto, jamás creí que las cosas pasarían así—dijo la sirena sin quitar la mirada de la playa a través de la ventana—yo tengo la culpa.

—No. Esto es mi culpa—habló Traimor lleno de rabia—Yo encontré a mi tía sin pensarlo.

Raynor desde el sillón solo permanecía en silencio. Escuchaba a los jóvenes aceptar su culpa, hasta que se cansó—Nadie tiene la culpa aquí— guardó silencio una vez más y continuó diciendo luego de unos segundos—así tenía que pasar. Es el destino, solamente se podía comprobar estando ustedes aquí.

Gema se dirigió a su hermano diciendo—¿Te das cuenta? siempre creímos que las sirenas, la Atlántida y todo eso era una mentira. Cuando en realidad existen y somos parte de ello—miró a sus primos llena de nervios y dijo—Soy mitad sirena y le tengo miedo al mar. Las ironías de la vida, ¿no?  — se dejó caer en el enorme sofá de la sala, miró al techo y comenzó a reír como loca—Ahora mi madre nos llevará al fondo del océano a conocer a nuestra familia. Por favor hermano, dime que esto es una broma — su ataque de risa empeoró —dime que esto es un maldito sueño, dímelo.—Traimor se levantó y se acercó a Gema un tanto preocupado por su prima —¿Qué le sucede? — preguntó

Lúmina con toda la tranquilidad del mundo, volteó su cabeza y respondió con ternura—sufre un ataque de risa. Algo común en algunas personas, no es peligroso—se acercó a Gema y siguió caminando hasta llegar a Raynor—¿Te sientes bien?

Raynor cubrió su rostro con sus manos, luego alzó su mirada a Lúmina y respondió —si—apretó sus labios y un nudo en la garganta no le permitía hablar. Hizo un esfuerzo por continuar, y cuando pudo, siguió— es que estoy confundido.

Stara salió de su habitación, miró a los jóvenes un tanto apenada, caminó hasta la cocina y preparó la cena. Pasada media hora, todos se reunieron en el comedor. Cuando Stara estaba a punto de probar el primer bocado, unos golpes en la puerta llamaron su atención.

—Me pregunto quién podrá ser— se levantó y se asomó por la ventana. Rápidamente abrió, se trataba de su esposo, Austin, quien regresó de su viaje a Sídney.

Austin automáticamente sintió el ambiente algo diferente en la casa. Cuando vio a los sobrinos de su esposa, se dio cuenta de que algo no estaba bien. Tomó asiento junto a los demás y Stara le sirvió la cena. El hombre no dejaba de mirar a los sobrinos de su esposa. Le causaba curiosidad y mientras cenaba, conversaba con ellos. Era obvio que Austin tenía miedo de Lúmina y Traimor.




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