Crónicas de una sirena enamorada 1

Vencido una vez más

El gran Cygnus-Lodon aterrorizaba a los invasores. Maher no sabía qué hacer y solo permanecía en el interior del palacio. Sentía miedo de ser derrotado a pesar de haberse confiado de que todo saldría bien ya que, según él, Stara no lo derrotaría esta vez.

Sentado en el trono, Maher intentó calmarse, cuando intempestivamente Atolón ingresó al palacio e inició una fuerte discusión con su padre.

— ¿Qué estás haciendo aquí? Deberías estar peleando allá afuera en lugar de quedarte sentado en el trono de Ranhir— Habló Atolón fuertemente al malvado rey — ¿O acaso le tienes miedo al hijo del gran Tristán

—Tu insolencia no te llevará a ningún lado. Te recuerdo que estamos aquí por una razón y no nos iremos sin cumplir con nuestro objetivo— contestó Maher levantándose del sillón.

—Lumina no accederá a nuestro capricho— gritó Atolón con gran decepción.

Maher se enojó aún más y habló con firmeza —Si no lo hace por las buenas lo tendrá que hacer por las malas.

En medio de la discusión, la puerta del salón principal se abrió bruscamente. Ranhir y sus hermanos estaban dispuestos a luchar en contra de su enemigo.

—¡Maldito seas Maher! ¡Ven a pelear! Si yo gano, los soldados maranios que sobrevivan serán nuestros esclavos y si tú ganas, Lumina se irá con Atolón— Dijo Stara desafiando al despiadado rey.

Ranhir y su hermano estaban felices ya que el regreso de Stara devolvería la paz a Tritonia, situación que hacía a Maher temblar ante la presencia de la sirena de cola blanca, quien anteriormente lo derrotó en una épica batalla causando la enorme cicatriz en el rostro del rey maranio.

—Luchemos como en los viejos tiempos— pronunció Maher lleno de miedo.

Atolón veía fijamente a Lumina detrás de su padre. Todo había terminado, mientras los tritones se enfrentaban en el gran salón, Cygnus-Lodon asesinaba y devoraba sin piedad a los enemigos de su pueblo. Tritonia recuperaba su magia y sus habitantes recuperaban fuerzas para luchar por lo que les pertenecía.

La pelea entre Stara y Maher se complicaba aún más a cada segundo, lo que era una gran ventaja para la sirena, quien, a pesar de haber olvidado muchas cosas, jamás olvidó cómo pelear. Mientras este suceso ocurría al interior del palacio, a las afueras, Traimor seguía luchando junto a su prima Amaranta. Lira dominaba al monstruo y Andrómeda hacía magia para recuperar poco a poco algunos tesoros y monumentos saqueados por los maranios.

Stara y Maher habían terminado de pelear, Los maranios que sobrevivieron se rindieron pues ya estaban cansados. Los tánzures huyeron y Stara derrotó a su oponente. La sirena tomó a Maher por el cabello y tirando de él, salió del palacio y nadó hasta ubicarse en el centro del panteón.

—¡Tritones! — Gritó Stara llamando la atención del pueblo — Hemos triunfado — mientras todo el pueblo de Tritonia daba un fuerte grito de júbilo, Stara hablaba al oído de Maher diciendo: —Ahora cumple con tu palabra y le diré a mi hermano que no sea tan rudo contigo, y si me llego a enterar de que atacas nuevamente a mi pueblo, te mataré. Juro que te mataré Maher.

—Vaya que no has cambiado nada mi hermosa sirena. Dime una cosa ¿eres feliz con el humano? — Preguntó Maher con la voz entrecortada por el dolor.

—Infinitas veces, más de lo que hubiese sido si me casaba contigo, maldita escoria— contestó Stara.

Ranhir levantó su espada y el pueblo volvió a gritar. Luego le quitó la corona a Maher para ponérsela nuevamente, en ese preciso instante, el rey de Tritonia recuperó su trono.

Los soldados maranios sobrevivientes fueron llevados a las celdas y Maher fue encerrado en el abismo de Challenger. Ahí permaneció por un tiempo. Sin importar lo que había ocurrido con su padre y su ejército, el príncipe Atolón escapó de Tritonia.

En tierra firme, Austin y sus hijos no hacían más que esperar por Stara. Joseph por su parte solamente permanecía en su cuarto pensando en Lumina, y que al día siguiente viajaría para realizar sus tareas pendientes antes de regresar a Brisbane e iniciar sus estudios en ingeniería.

—¡Carnarvon! ¿Por qué tan lejos? — Pensaba el marinero con una inusual expresión de tristeza. Joseph comenzó a empacar y cada dos o tres minutos aproximadamente, veía la playa a través de la ventana de su habitación —Lumina por favor, vuelve— decía en repetidas ocasiones esperando que la sirena apareciera frente a su casa por arte de magia.

En ese instante Joseph fue sorprendido por su madre quien hace ya un rato estuvo observándolo. Judith sabía que su hijo estaba enamorado, pero no tenía idea de quién era la mujer.

—Has estado actuando muy raro últimamente hijo ¿Quién es la afortunada? — Preguntó Judith asustando a Joseph.

El muchacho intentó evadir a su madre, pero no tenía caso —¿conoces la palabra privacidad? Además, ¿de qué estás hablando?

—Estás enamorado Joseph, lo veo en tus ojos y no trates de engañarme. Soy tu madre, te conozco muy bien.

 

Joseph inclinó su cabeza y se sentó en la cama, miró por la ventana una vez más como si estuviera esperando a Lumina y le dijo a su madre —Su nombre es Lumina y viene de muy lejos.

—¡Qué dicha! Tienes que invitarla a cenar, deseo conocerla— dijo Judith con una sonrisa tierna mientras veía a su hijo, pero al notarlo algo acongojado le preguntó —¿Te pasa algo? No me digas que el corazón de Lumina tiene dueño.

Joseph contestó que ella estaba en su país natal y que pronto regresaría a Australia.




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.