Crónicas de una sirena enamorada 1

Un nuevo comienzo

Tarek, el rey Tánzur, pidió hablar con el soberano de Tritonia. Quería que su pueblo y el pueblo vecino hicieran las paces. El ejército tritón escoltó al visitante y a sus acompañantes hasta el palacio de Ranhir quien estaba dispuesto a restaurar las relaciones con el pueblo vecino.

—Gracias por recibirme Ranhir. Estoy enterado de lo que ocurrió con tu hija, veo que Maher no ha cumplido con su deber como padre y tampoco como rey.

—Supongo que también estás al tanto de que el príncipe Atolón tuvo a un humano en cautiverio— se levantó del trono y nadó hasta acercarse al rey Tarek— ¿qué opinas de eso?

Tarek sorprendido respondió — hasta ahora me entero, sin duda que las civilizaciones submarinas corren peligro gracias al humano. Es un hecho lamentable y un acto muy bajo por parte de Atolón.

—Nuestra existencia estará a salvo, el joven no dirá que los tritones y otros seres submarinos existen. — contestó Ranhir.

—¿Seguro? ¿es de fiar?

 

Ranhir puso su mano derecha sobre el hombro de su homólogo del Tánzur— ten por seguro que para la raza humana seguiremos siendo una leyenda. Si esto se llega a saber en tierra firme, toda la responsabilidad recaerá sobre mí.

Los reyes conversaron casi por dos horas. Llegaron a un acuerdo, los pueblos de atlántico y del pacifico no volverían a tener un encuentro violento, y si tenían diferencias llegarían a los diálogos.

Para Ranhir y Tarek fue un gran paso. Maher por su parte no quería ninguna clase de acuerdos, por el contrario, deseaba unirse con el representante de las fosas del cariaco para pelear contra los tánzures y los tritones, pero éste acababa de morir, y su hijo el príncipe Macelon quien era nombrado rey no aceptaría tal propuesta. La noche se acercaba, el rey Tánzur regresó a su nación. Tritonia entera se disponía a descansar.

—¿Cómo estará Lumina en este momento? — preguntó Andrómeda pensando en su hija —

¿estará sonriendo? ¿estará dormida? Tal vez viendo la luna junto a Joseph.

 

—Estoy tranquilo y muy orgulloso de nuestra hija— comentó Ranhir mientras abrazaba a su esposa —creí que había cometido en error al dejarla ir a tierra firme. Pero, todo el tiempo, Lumina solo buscaba su felicidad. Ese joven humano tiene un corazón puro, lo vi en sus ojos. Es digno de amar a la hija del rey de Tritonia.

Andrómeda se sorprendió al escuchar lo que dijo su esposo y comentó luego de un corto

silencio —¿de verdad aceptarías que Lumina sea la esposa de ese joven? ¿qué ocurrió con tu miedo de no verla nunca más?

A lo que Ranhir respondió —ese miedo es cosa del pasado, además, él hace feliz a nuestra hija y jamás la separaría de nosotros. Por supuesto que aceptaría la unión de Lumina y Joseph.

Mientras Tritonia descansaba, los guardianes que hacía su turno, vigilaban sus aguas. El joven Traimor estaba alerta ante cualquier movimiento sospechoso. A pesar de estar cansado, el soldado tritón cumplía con su deber.

Leyniker al ver que Traimor en algunas ocasiones cerraba lentamente sus ojos, se acercó e inició una contra conversación —jamás creí que vería a un humano de cerca ¿Quién es el muchacho?

Traimor contestó— un marinero mercante nativo de Australia. Lumina se enamoró de él, razón por la cual Atolón lo secuestró.

—Ahora entiendo por qué la princesa Lumina partió a tierra firme. De manera que la historia de la princesa Stara y el rey Maher se está repitiendo, solo que Atolón no se rendirá hasta salirse con la suya —dijo Leyniker —¿no te asusta lo que pueda ocurrir?

—No— respondió Traimor —cuando mi prima clavó la daga en la cola de Atolón, me di cuenta de que está cansada y lo quiere acabar.

—¿Crees que Lumina sea capaz de asesinar al príncipe Atolón?

Traimor guardó silencio por unos segundos, luego, respondió el interrogante de su compañero— no lo creo, estoy seguro de lo que le haría. Si hubieras visto con qué odio lo enfrentó, su rostro lo decía todo.

Leyniker y Traimor continuaron conversando por un largo rato mientras hacían guardia. La noche pasó, y la guardia fue a descansar y el pueblo de Tritonia iniciaba con sus labores.

En Brisbane, la sirena comenzaba a sentirse preocupada, creía que Joseph dejaría de quererla y le daría la espalda por una humana. Joseph, por su parte, pensaba que Lumina volvería al océano y jamás regresaría luego de ver a Danielle en su casa.

El joven, quien se asustaba con tal solo pensar que esto podía pasar, salió en busca de su amada sirena. A pocos metros de la casa de Stara, el joven vio a Lumina cerca de la zona rocosa mirando en dirección a las islas Marianas.

—¡Lumina! Espera, por favor no te vayas— decía Joseph mientras corría hasta a la zona rocosa — no te vayas te lo suplico.

—¿De qué hablas? —Preguntó la sirena algo confundida, se acercó al joven y dijo — no me                     voy. Solo sentía la necesidad de ver el océano.

—Por un momento pensé que te irías a Tritonia.

Lumina reía a carcajadas por lo que acababa de escuchar —no iré a ningún lado, ya te lo dije, vamos a caminar un rato.

Joseph tomó la mano de Lumina y caminaron hasta la plaza. la sirena tenía cierta incomodidad al ver que Danielle se encontraba cerca. El joven se dio cuenta y caminó con ella hasta alejarse.

—Sé que no te agrada Danielle, pero tienes que saber que no la quiero. Una vez la quise, pero rechazó mi afecto— explicó el marinero.




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