Crónicas de una sirena enamorada 3

Conociendo su identidad

Seis años han transcurrido, Joseph y Evan decidieron junto a sus amadas que ya era hora de que sus hijos conocieran su verdadera identidad. Lumina y los demás se encargaron de contarles historias épicas de la civilización de Tritonia y algunos detalles de las Cariacas en el caso de Pandora. 

Christopher, Jocelyn y Pandora estaban preparados para su primer viaje al fondo del océano. Ese año Tritonia celebraba el festival lunar y era la ocasión perfecta para llevar a los chicos a conocer su cultura. 

Las sirenas se prepararon para la travesía, pero Evan se sentía un poco nervioso porque viajaría a las fosas por primera vez en años. Nuevamente, las imágenes de aquella época amarga en la que su hermano mayor lo secuestró, invadían su mente. 

—Papá ¿Estás bien? —Pandora ya conocía la razón por la cual Evan sentía angustia, se acercó a él y añadió—Tienes miedo de verlo otra vez ¿Verdad? 

—No puedo negarlo, hija. Atolón es muy perverso y supongo que su hijo también. Solo quiero que tengas cuidado en caso de que nos veamos cara a cara con él ¿Has entendido? —preguntó Evan mirando fijamente a su hija a los ojos como si intentara advertirle el peligro que representaba tener a su tío frente a ella en caso de un ataque mientras visitaban Tritonia. 

—¿Preparados? —preguntó Lumina mientras se sumergía en el mar junto a sus acompañantes —llegó la hora de partir. 

Dispuestos a nadar hasta Tritonia, los viajeros cambiaron de forma rápidamente bajo el agua y emprendieron su travesía hasta el místico país del pacífico. Al llegar, fueron recibidos por los reyes quienes los esperaban cerca del palacio de Kermadec.

—¡Bienvenidos! —pronunciaron Thaón y Ranhir al unísono.

Los viajeros agradecieron a los gobernantes y nadaron junto a ellos hasta el palacio de Thaón. Allí, el rey los invitó a un banquete en el cual predominaban frutas de toda clase. Los hijos de Lumina observaban detalladamente la decoración del gran salón. 

Christopher le comentó a su hermana lo sofisticado que era el interior del palacio de Thaón. Jocelyn le correspondió a su hermano diciendo estar de acuerdo. En ese momento, Pandora se acercó a los hermanos Verlander tratando de buscar refugio, pues estaba algo tímida en aquel elegante, pero desconocido lugar. 

Gema notó que su pequeña hija estaba incómoda, así que se acercó a los chicos y permaneció con ellos hasta que terminaron la reunión después de comer. Horas después, los viajeros se hospedaron en la fosa de las Marianas, capital de Tritonia. 

Al llegar hasta el palacio de Ranhir, los miembros de la familia real y sus acompañantes fueron recibidos por quienes estaban presentes en hogar los gobernantes. Amaranta y su hijo se emocionaron al ver a su familia reunida, sabían que ese año la festividad lunar sería distinta 

Poseidón invitó a sus primos y a la hija de Evan a jugar en el partenón, los niños nadaron y pasaron el día en el lugar jugando con otros niños que también se encontraban allí. 

Mientras tanto, en el palacio de la fosa de Puerto Rico, el príncipe Adón,  hijo de Atolón, nadaba de ida y vuelta al interior de su  habitación. El príncipe estaba desesperado por querer salir y entretenerse como todos los demás niños de su reino, pero sus padres no le permitían pasar mucho tiempo fuera del palacio. 

En un momento de ira, Adón abandonó su aposento y nadó hasta la habitación de Maher, quien descansaba sobre su cama mirando a la nada. —Abuelo ¿Puedo platicar contigo un rato? A decir verdad estoy aburrido en mi habitación y sabes que no tengo permitido salir a jugar. 

—¿Por qué no? —cuestionó Maher de manera sarcástica, pues él sabía la razón por la cual Atolón y Avarinia no le permitían a su hijo dejar el palacio —tal vez quieren evitar que causes estragos en la fosa ¿No crees? 

—Solo quería divertirme —comentó Adón. 

—Pero no puedes destruir las casas del reino, deberías tener más cuidado la próxima vez. 

—Si es que tengo la posibilidad de salir. ¿Podrías por favor interceder por mí ante mi padre? Estar todo el día aquí es realmente aburrido. —suplicó Adón. 

Al ver que su nieto estaba realmente desesperado por querer divertirse un poco como todo niño, le dijo que hablaría con Atolón en cuanto le fuera posible y le pediría dejarlo salir. Maher quería pasar tiempo con Adón antes de abandonar el mundo, así que aprovechó el afán del príncipe para idear un plan. 

El padre de Atolón quería ver a su otro hijo lo antes posible, más aún sabiendo que Evan tuvo un primogénito y se trataba de una niña muy hermosa, de cabellera roja y físicamente parecida a Eudora: la pequeña Pandora. 

Adón sabía de la existencia de su tío en tierra firme, y a su corta edad estaba dispuesto a viajar a los confines del mundo con tal de conocerlo. Esto último era más que conveniente para Maher a la hora de llevar a cabo sus planes. En ese momento, Adón aprovechó la oportunidad para preguntarle a su abuelo por el tío que vivía en tierra firme. 

Maher le contó lo sucedido años atrás entre su padre y Evan, el príncipe escuchaba atentamente la historia. Sentía curiosidad por llegar a conocer a ese tío del que tanto hablaba su padre y que tanto anhelaba llevar al fondo del océano. 

—¿Crees que lo conoceré algún día? —cuestionó Adón esperando una respuesta positiva de parte de su abuelo, pero en ese momento, Avarinia interrumpió la conversación. 




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