Crónicas de una sirena enamorada 3

La nueva generación y el inicio de sus homéricas aventuras

Cuando finalmente llegaron a la adolescencia, los descendientes de Lumina y sus amigos estaban a punto de experimentar nuevas aventuras. Los jóvenes no tenían ni la menor idea de todas las cosas que estaban por suceder, cosas que requerían valentía, disciplina y lealtad especialmente hacia el pueblo de Tritonia. 

Todo comenzó una mañana de abril, los jóvenes se encontraban a varios metros de la playa jugando voleibol. Christopher, Jocelyn, Pandora y Olivia se divertían mientras que Stara los observaba desde la distancia. De pronto, vieron salir del mar a dos miembros de la familia real, se trataba de nada más y nada menos que Tristan y Poseidon. Automáticamente, los gemelos Verlander y sus acompañantes se alarmaron, pues pensaron que algo grave pasaba en Tritonia por primera vez en años. 

Stara y Gema se miraron y fruncieron el ceño como gesto de curiosidad al querer saber cuál era el motivo de la visita de los tritones a tierra firme. Perla, quien en ese momento se encontraba al interior de la casa, salió al escuchar la voz del joven Tristán. La arpía desde días atrás sentía la corazonada de que algo malo iba a pasar, pero jamás dijo nada para no asustar a sus familiares. 

Perla se quedó de pie en la puerta principal y desde allí observaba a su hija interactuar con los visitantes, luego de unos segundos de silencio, la mujer habló —¿Está todo bien?

Stara y Gema voltearon la mirada hacia Perla y respondieron al unísono —así parece. 

Los visitantes se acercaron a la casa de Stara y pidieron hablar con todos en tierra firme. La gran sirena de cola blanca comenzaba a preocuparse y sin pensarlo le dijo a sus sobrinos que ingresaran a la casa. 

Al interior del inmueble, Tristán inició la conversación —estamos aquí porque los necesitamos en Tritonia. —suspiró —la familia real de Marania ha vuelto a actuar en contra de nuestro pueblo sin razón alguna. 

Pandora intervino diciendo —¿Te refieres al hermano de mi padre? 

—¡Sí! —respondió Tristán.

En ese instante, Poseidón comentó —Es menester que ustedes viajen con nosotros para defender nuestra soberanía. Atolón asesinó a la mitad de nuestros soldados y estamos perdiendo fuerzas para pelear contra él. 

Pandora ¿Dónde está tu padre? —cuestionó Tristán. 

La joven respondió que Evan estaba en Nueva Parténope junto a Joseph y Lumina, pero que no tardaban en regresar a Australia. 

—¿Regresarán esta misma noche? —intervino Poseidón 

—Eso creo —manifestó Jocelyn —así que si no es mucho pedir, pueden esperarlos. 

—Entonces esperaremos. 

Pandora permanecía junto a su madre, sentía miedo de su tío y de su primo a pesar de no conocerlos bien. Pero, todo aquello que había escuchado acerca de ellos durante su vida era suficiente para temerles. —Yo no iré, no quiero verle la cara al hermano de mi padre y mucho menos a ese Adón. La vez que lo ví sentí una sensación extraña y no desearía estar cerca de él nuevamente. No sé qué tan perverso es ahora, y no quiero saberlo. 

Al caer la noche, Lumina y los demás llegaron a Brisbane. Los tres llegaron a casa de Stara para avisarle a sus hijos que habían regresado. Los viajeros se sorprendieron al ver a los hijos de Amaranta y Traimor en casa de la gran sirena. 

—¡Qué sorpresa! Mi adorados primo y sobrino están aquí. 

Los jóvenes corrieron para recibir a Lumina luego de no haberla visto por mucho tiempo. La sirena ignoraba la razón por la cual ellos se encontraban en tierra firme, pero Evan y Joseph se miraron como si ambos hubieran entendido el mensaje. 

Joseph llamó a Evan para hablar en la terraza —Espero equivocarme, pero creo que la visita de los parientes de mi esposa no es por un simple paseo a tierra firme. 

—Las caras largas de todos en esa sala de estar comprueban tu teoría —comentó Evan —no cabe duda de que Atolón tiene que ver, pero no quiero ni pensar en que mi sobrino sea cómplice de mi hermano. 

—Es su hijo, Atolón es quien lo educó ¿Qué esperabas? ¿Benevolencia por parte de Adón? —comentó Joseph en su intento porque Evan se bajara de la nube en la que estaba —no creo que el príncipe sienta compasión por los demás y me perdonas porque es tu sobrino, pero sabes que esa es la realidad. 

—Soy consciente de ello, Joseph. Pero, quizá en el fondo él no sea como Atolón y solo está esperando la oportunidad para escapar de las garras y de la maldad que lo rodea. Tengo que admitir que no le he tenido mucha fe a mi sobrino, pero no está de más creer que por lo menos hay algo de bondad en su corazón. 

—Admiro tu optimismo —dijo Joseph

—Lo mismo me dijo Gema hace muchos años —expresó Evan sonriendo. 

Luego de la charla, ambos decidieron entrar a la casa para saber lo que pasaba en ese momento. Fue allí cuando Lumina se acercó a su esposo para decirle que era necesario que los gemelos viajaran a Tritonia para recibir entrenamiento. 

—¡No! —habló Joseph con firmeza —Nos vamos a casa en este instante. 

Los Verlander salieron de la casa de Stara y caminaron rápidamente hasta la suya. Allí, Lumina y su esposo discutieron respecto a lo que minutos antes la sirena le había comentado al marinero. 




Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.