Crónicas de una sirena enamorada 3

¿Qué haces aquí, Maher?

Luego de un largo entrenamiento, Leniker pensó que era conveniente descansar. Así que todos los que allí se encontraban se sentaron en la arena a contemplar el paisaje y relajarse con la suave brisa marina y el tranquilo sonido de las olas. A lo lejos, las gaviotas sobrevolaban alrededor de un pequeño barco pesquero que regresaba a la costa con buena carga para ser vendida en el mercado. Los tritones sentían tranquilidad, pues sabían con exactitud cuando iba a atacar el rey Atolón, así que por lo menos en ese momento no había nada de qué preocuparse. 

A los pocos minutos, los collares de luz de Evan y Eudora brillaban de manera extraña. La débil intensidad con la que los collares emitían su resplandor, les advertía que había peligro cerca o que al menos alguien indeseado se aproximaba. Eudora miraba a todas direcciones llamando la atención de sus acompañantes, quienes comenzaban a inspeccionar el lugar para ver qué perturbaba la tranquilidad de la sirena y de su hijo. 

Al ver que no había amenaza cerca, todos allí se tranquilizaron. Pero, Olivia señaló hacia el mar diciendo —¡Miren allá! ¡Alguien viene de Tritonia! 

Lentamente Amaranta y su esposo se pusieron de pie —Son Krauser y Trainer —pronunció la sirena —pero no logro ver quién viene con ellos. 

Joseph observó detalladamente y al ver de quién se trataba, su corazón comenzó a palpitar con mayor intensidad —Evan ¿No es ese tu padre?

—¿Qué dices? —habló el hombre poniéndose de pie de forma abrupta ante las palabras de su amigo —¿Mi padre? 

Gema se acercó a Evan para tranquilizarlo, la  joven Pandora solo observaba llena de confusión ante lo que pasaba en el momento. Los soldados tritones llegaron a la playa dejando a Maher tendido en la arena ya que no podía cambiar de forma. Ambos se inclinaron para reverenciar a los miembros de la familia real, quienes muy confundidos miraban a Maher tirado en la arena inmóvil por el cansancio. 

Amaranta se acercó a los soldados y habló con firmeza —¡De pie! ¡Rápido! —cuando los soldados obedecieron la orden de la princesa, esta continuó diciendo —exijo una explicación. 

Krauser le dio un suave codazo a su compañero como gesto de que le tocaba hablarle a la princesa. Trainer tragó en seco y explicó —por órdenes del rey Ranhir hemos traído a Maher a tierra firme. 

—¿Por qué mi padre permitió semejante cosa? —preguntó Lumina mientras caminaba hasta ubicarse al lado de Maher y así mirarlo recelosamente —¿qué significa esto? 

—Lumina, sé que puedes hacerlo —dijo Maher con la voz cansada —por favor, cámbiame a forma humana. 

Lumina no quería hacerlo, sin embargo Eudora intercedió por él manifestando que ella se hacía responsable si algo llegaba a suceder. 

—Muy bien —aceptó la sirena y con mucha desconfianza hizo un canto para que Maher pudiera cambiar de forma. 

Evan se quitó la camisa y se la puso a su padre. Maher sintió una extraña sensación en su pecho como si aquel acto de su hijo le hubiese dado una lección de humildad. Pero los tritones no estaban muy confiados por la llegada de uno de sus enemigos a tierra firme. 

—¿Qué haces aquí, Maher? —preguntó Stara. 

—Es el último favor que le he pedido a Ranhir de dejarme ver a mi hijo y conocer a mi nieto, aunque de los jóvenes que aquí están ya veo quién es —comentó Maher llevando su mirada a Pandora. 

La joven se refugiaba en los brazos de Christopher, quien sentía la necesidad de protegerla como solía hacerlo con su hermana. Realmente estaba asustada pues la mirada de su abuelo le transmitía maldad pese a que estaba arrepentido de sus actos. 

Evan le ordenó a su hija acercarse, pero Pandora no quería. Lumina tuvo que intervenir tomándola por el brazo y llevándola con su padre quien también estaba desconfiado. El ex marinero presentó a la chica y esta hacía todo su esfuerzo por no acercarse a Maher. 

Mientras el maranio veía con ternura a su nieta, Eudora se acercó para preguntarle qué pretendía hacer en tierra firme exigiendo que fuera honesto. 

—A esto vine, a conocer a la hija de Evan. —suspiró —pero también a alejarme del palacio de Marania. Esa maldita sirena cariaca no me ha liquidado porque no ha tenido la oportunidad. 

—¿Avarinia? —preguntó Amaranta quien no estaba sorprendida ante lo que había dicho Maher —ella es peor que Atolón. 

—No me deja conversar con Adón y Atolón no hace nada al respecto. 

—¿Dónde está Adón? —cuestionó Eudora 

A lo que Maher respondió —debe estar con su padre, creo que no quiere causar caos, pero Avarinia intenta a toda costa sembrar odio en su corazón. 

—¿Hay esperanza de rescatarlo de las garras de sus padres? —Lumina pensó en que el príncipe Adón era igual de benevolente que su tío —si estás aquí diciendo esto es porque Adón tiene remedio y se puede hacer algo para salvarlo del destino que le espera si sigue los pasos de su malvado padre. 

—Adón algunas veces causa problemas, pero no de la índole de sus padres. —comentó Maher —él en ocasiones no quiere salir de mi habitación y siempre pregunta por Evan. 

Al escuchar aquello, Joseph miró a su amigo quien estaba sonrojado —¿Te sientes bien?




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