Crónicas de una sirena enamorada 4

Jocelyn en aprietos

Pasados los días, los habitantes de tierra firme no volvieron a saber de Coral, por lo que pensaron que la sirena se había marchado para no regresar o que había sido devorada por Iryatum. Confiando en aquello, Jocelyn salió de su casa una mañana soleada dispuesta a nadar cerca de la zona rocosa. 

La joven se sumergió lentamente en las aguas heladas de las costas australianas, llegó a una profundidad de algunos cuatro metros haciendo malabares como si estuviera en un circo. Parecía imitar los juegos de su madre cuando era tan solo una niña curiosa en el fondo de las fosas Marianas. 

En medio de su soledad, Jocelyn se detuvo y miró en dirección a Tritonia como si deseara visitar a sus parientes en aquella nación. Algo la impulsaba a viajar hasta el reino, pero sabía que no era una buena idea pese a saber que Coral estaba lejos y nada malo podía pasar. Sin embargo, Jocelyn nadó con mucha lentitud un par de metros hasta que se percató de una extraña silueta inmóvil a lo lejos. Aquella silueta parecía ser el de una sirena. 

Cuando la joven se detuvo para analizar la silueta con mucho detalle, vio que de pronto comenzó a nadar con presteza hacia ella. Jocelyn nadó de regreso a tierra firme, alcanzó la orilla y cambiando de forma corrió hacia la zona rocosa en donde se vistió y volvió a casa. Allí, le contó a su hermano lo que había visto bajo el agua, por lo que Christopher sin pensarlo dio aviso a sus familiares en Tritonia por medio del collar de luz.

—Escucha, Jocelyn —habló el muchacho con mucha preocupación —no quiero que regreses sola a nadar. Si vas a hacerlo, me dices o le dices a la tía Stara. En caso de que algo pase, podremos ayudarte. 

—Esa cosa parecía querer atacarme —manifestó Jocelyn llena de miedo —y estoy segura de que no se trataba de ningún pez. Lo que vi era la silueta de una sirena y tengo la corazonada de que se trató de Coral. 

Los hermanos Verlander permanecieron sentados en la terraza de su casa. Sintieron que el peligro había regresado, o más bien, que jamás se había ido. En medio de aquel silencio, los jóvenes fueron sorprendidos por Adón, quien estaba en tierra firme a pesar de que en una ocasión su padre le dijo que no saliera del palacio sin compañía. 

Para los Verlander era una sorpresa verlo allí, pues se suponía que nadie en el fondo del mar podía nadar libremente hasta que Coral dejara de existir. 

—¿Qué haces aquí, Adón? —cuestionó Christopher con firmeza —¿No sientes temor de arriesgar tu vida de esa manera? 

—Tranquilos, era yo quien nadaba por estos lugares. —llevó su mirada a Jocelyn —¿Por qué huiste de mí?

Jocelyn estaba confundida, pues juraba haber visto la silueta de una sirena. La joven no podía explicar lo que vio bajo el agua, pues juró además que aquella silueta tenía cabellera larga, todo lo opuesto al príncipe. Por momentos pensó que estaba alucinando, por lo que su única reacción fue levantarse y caminar hasta la casa de Evan. 

Adón y Christopher no entendían la actitud de Jocelyn y sin decir nada decidieron seguirla. Ambos caminaban rápido tratando de alcanzar a Jocelyn. Así llegaron a casa de Evan, en donde fueron recibidos por Pandora. En el lugar, Jocelyn le contó a su amiga lo que vio mientras nadaba y que estaba segura que no era la silueta de Adón, a pesar de que el príncipe le aseguró que era él, la joven insistía que lo que vio fue una sirena.

Adón seguía confundido, pero lo que él sabía era que aquella sirena maldita como todos le llamaban, lo estaba siguiendo y que, Jocelyn notó la presencia de Coral mas no la de él. De no ser por la joven, en ese momento Adón habría pasado a la historia como el primer príncipe devorado por la temible y malévola Coral. 

Al principio, Adón y Christopher pensaron que Jocelyn estaba delirando, pero luego cambiaron de parecer y creyeron que tal vez la joven tenía razón. Pandora por su parte confió en las palabras de su amiga desde un principio y alertó a su padre cuando este regresó a casa. 

A pesar de estar al tanto de la presencia de Coral cerca de Brisbane, Evan buceaba como si nada cerca de los atolones coralinos estudiando la fauna marina. El pelirrojo parecía no temer a la sirena pese al peligro que esta representaba. Confiaba plenamente en que pronto Coral sería ejecutada por los tritones y todo aquello iba a pasar en un abrir y cerrar de ojos. Por supuesto que tenía razón, pero, ¿cuánto debían padecer sus amigos y familiares para lograrlo? 

La respuesta se narra en los hechos que acontecieron luego de que los jóvenes salieran de casa del ex marinero. Dejando de lado a Coral, aquellos muchachos regresaron a la zona rocosa a pasar el rato como solían hacerlo de vez en cuando. En ese momento solo faltaba Tyler quien llegó minutos después con una canasta de frutos y semillas para compartirlo con el resto. Allí, entre cantos y risas; los hermanos Verlander, Pandora, Adón, Tyler y Olivia se dispusieron a esperar por la puesta de Sol que tanto amaban ver. 

A pesar de que faltaban dos miembros del grupo; Tristán y Poseidón, los jóvenes disfrutaron de aquel fenómeno y recogieron sus cosas para volver a sus casas. Adón no quería molestar por lo que decidió que a eso de las nueve de la noche nadaría hasta Marania, por lo que su prima protestó y le pidió que pasara la noche en casa de su padre. 

Adón aceptó, sabía que Evan tampoco lo iba a permitir viajar sabiendo que Coral andaba acechando y que podía asesinarlo en un descuido de este. Pues, parecía que durante las noches aquella sirena se hacía más fuerte de lo normal. 



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En el texto hay: magia, sirena, marinero

Editado: 05.02.2024

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