Crónicas de una sirena enamorada 4

El plan

Estando ya instalada en el palacio de las Marianas, Jocelyn se dispuso a descansar en lo que alguna vez fue la habitación de su madre. Antes de dormir, Jocelyn observaba fijamente su cola de color verde claro. Parecía no creer que estaba por convertirse en lo que solía ser su abuela, rol que jamás imaginó cumplir. 

Acostada, la joven tocó su collar de luz para avisar a sus familiares en tierra firme que estaba sana y salva en el palacio de su tía Amaranta, y que en pocas horas daría inicio a sus clases de lectura de collares. 

Por su parte, Lumina y Joseph celebraron al tener noticias de su hija. Sentían un orgullo enorme al ver en lo que se había convertido. Aunque, no todo era lindo, pues Jocelyn tenía en mente un perverso plan de venganza. Primero, debía perfeccionar el arte de leer collares para así lograr hallar a los detractores que algunas vez hicieron daño a Tritonia y a sus familiares en Brisbane. 

La joven tenía la intención de viajar hasta el escondite de las arpías que aún seguían a Ambra. Jocelyn no creía que la ex líder de las islas Estrófades estaba muerta, por lo que debía emprender un largo viaje hasta hallarla y asesinarla como venganza por la muerte de sus familiares. A pesar de ser testigo de lo que ocurrió aquella noche en Estròfades, la australiana no estaba muy convencida de que Ambra estuviera muerta en realidad. 

«Lo mejor es que duerma un poco, no tendré un buen rendimiento si no descanso ahora», pensó la joven y lentamente cerró sus ojos hasta quedar profundamente dormida. Jocelyn tuvo un extraño, pero hermoso sueño en el que vio a todos sus parientes muertos, incluyendo a los que no había conocido.

En aquel sueño, Jocelyn pudo ver a sus bisabuelos, quienes la apoyaban en sus planes. Además, vio a sus abuelos quienes le agradecieron por su acto heróico y la felicitaron por haber obtenido el nuevo poder que más adelante le ayudaría a cumplir con su cometido. Poco antes de despertar, la joven les prometió que no iba a defraudarlos y allí se despidió como si supiera que ya era hora de levantarse. 

Jocelyn comenzó la jornada llena de mucha motivación, frotó su collar de luz para enviar un saludo a sus padres y, salió nadando con presteza hacia la cueva de los cantos en donde Amaranta esperaba por ella. Para la sorpresa de la chica, Lumina estaba presente en aquel remoto lugar. Una sonrisa iluminaba el rostro de ambas sirenas y sus miradas se encontraban con mucha ternura. 

—¡Madre! —exclamó Jocelyn mientras se acercaba a Lumina para abrazarla con fuerza —qué sorpresa verte aquí.  

—Quería verte, hija mía. Sentí el deseo de estar presente en tu primer día de entrenamiento. —manifestó Lumina demostrándole a su hija lo orgullosa que estaba de ella. —¿Estás bien?

Jocelyn asintió, pero a pesar de mostrar lo segura que estaba, en su interior, el miedo tomaba fuerza. La australiana no pensaba retractarse debido a sus planes a futuro. Su única motivación hasta ese entonces era vengarse de Ambra. 

Lumina y Amaranta jamás sospecharon en ese momento de las intenciones de Jocelyn. La joven siempre fue discreta y cuidadosa con su lenguaje corporal. Además, su cara de niña inocente le ayudó a ocultar su sed de venganza. 

—¡Muy bien! interino Amaranta —¡Comencemos! 

Al interior de la cueva de los cantos, las tres sirenas se acercaron a la esfera de luz. La reina le pidió a su sobrina tocar la esfera; habiendo hecho, los ojos de Jocelyn cambiaron de color. Dejaron de ser aquellos ojos de color verde aceituna como los de su padre; sino que, tenían el color de la esfera que reinaba en la soledad de la remota cueva. Era ese púrpura brillante,  tan intenso y suave a su vez, que no tenía comparación con otro color. 

Lumina sentía nervios, pues veía a su hija obteniendo el poder de su difunta madre. Pasados ocho minutos , Jocelyn soltó la esfera cayendo tendida en el suelo, boca arriba y con la respiración acelerada.

—¡Hija! ¿Te sientes bien? —preguntó Lumina, pero Jocelyn no decía nada. 

Luego de su silencio, Jocelyn dijo que estaba bien, suspiró y se puso de pie con ayuda de su madre y dijo después de un leve suspiro —no pasa nada, tan solo fue una suave caricia comparado con otros golpes. 

—¿Qué puedo decir? —intervino Amaranta — eres descendiente de  guerreros. 

Jocelyn sonreía con ternura mientras que Lumina y su hermana ni siquiera sospechaban de las intenciones de la joven híbrida. 

Así corrió la primera semana; Jocelyn ahora debía leer los collares de los ciudadanos durante los próximos seis meses hasta perfeccionar el arte. Habiendo logrado esto, la joven regresó a Brisbane en donde finalmente se reencontró con su padre y hermano. 

A pesar de que actitud era la misma, la mentalidad de Jocelyn era algo distinta. Joseph se percató de que algo andaba mal en su hija y le alertó a Christopher, pues no quería alarmar a Lumina sin antes asegurarse de aquello. 

Joseph salió en busca de su hijo quien en ese momento estaba en la zona rocosa. El joven estaba sentado sobre una roca con la mirada perdida en el horizonte en dirección a las Islas Marianas. De pronto, escuchó la voz de su padre. 

—¡Hijo! ¿Tienes un momento? 

Christopher se puso de pie y saltó a la orilla. Pensó que algo malo pasaba, pero prefirió guardar silencio esperando a que su padre hablara. Fue allí cuando Joseph respiró profundo y de golpe, hizo la pregunta inicial. 



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En el texto hay: magia, sirena, marinero

Editado: 05.02.2024

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