Crónicas de una sirena enamorada 4

Asteria y su historia

Al interior del palacio de Nueva Parténope, la joven sirena reposaba cerca del balcón en la enorme habitación que Eudora había asignado para ella. En aquel cuarto, la sirena recordaba con tristeza la terrible noche en la que las arpías asesinaron a sus familiares a sangre fría. Por más que deseara descansar, Asteria no podía conciliar el sueño, ya que, al cerrar los ojos, todas esas trágicas imágenes invadían su mente. 

En simultánea con Asteria y su odisea en el palacio a causa de sus recuerdos, Christopher rondaba por toda la casa. Aun pensaba en aquella sirena a quien rescató. A pesar de no conocerla, sentía el impulso de viajar a Nueva Parténope para saber de ella. Cuando por fin creyó sentir que algo no andaba bien, decidió hablar con su padre al respecto. 

Chris subió con calma y al llegar al final de las escaleras, se detuvo. El joven suspiró con mucha calma, levantó la mirada hacia el blanco cielo raso y, luego, apuntó la mirada hacia la puerta de la habitación de sus padres. 

Mientras pensaba en qué decirle a Joseph; Christopher suspiraba y sentía que sus manos estaban heladas. En ese momento, Joseph salió de su habitación y se encontró con su hijo un tanto pensativo. 

—Chris, ¿pasa algo? 

A lo que el joven respondió un poco apenado —Quiero hablarte acerca de algo extraño que me está pasando. 

Joseph frunció el ceño y se acercó a su hijo —Está bien. 

Padre e hijo salieron al patio trasero a charlar. Joseph sentía curiosidad por aquello que su hijo quería contarle. 

—Bien, te escucho.  —habló Joseph demostrándole a Christopher que estaba más que dispuesto a escucharlo y darle consejos. 

—Quiero que me cuentes cómo conociste a mi madre  y qué sentiste cuando eso pasó, luego te explicaré lo que me sucede. —demandó el joven. 

A lo que Joseph comenzó a narrar su historia con brevedad —Yo era un principiante en el buque Marsella, era mi segundo barco, en realidad. Regresábamos de Hawai si mal no recuerdo y, aquella mañana soleada,yo estaba en la proa cuando sentí voces provenientes de agua—suspiró con nostalgia —sobre una roca vi a Trainor, a tu tía Amaranta y a tu madre. 

—¿Ellos te vieron? —cuestionó Chris. 

—Me asomé lentamente, entonces Traimor y Amaranta me vieron y se sumergieron. Tu madre estaba tan distraída cantando que cuando me vio ya era tarde. Se sumergió y luego volví a verla en la zona rocosa. Yo sentía miedo al ver que las sirenas no eran un mito, pero quedé muy enamorado de Lumina. ¿por qué me pides que te cuente la historia? creí que ya la sabías.

—Abrebocas, es que esa sirena en Nueva Parténope…

—¿Qué pasa con ella? ¿Te gusta? 

Christopher guardó silencio, inclinó la cabeza y con mucha delicadeza empuño sus manos. Aquel gesto de Chris fue interpretado por Joseph como un sí. En ese momento, el ex marinero puso su mano sobre el hombro de su hijo y le dijo:

—¿Quieres ir a Nueva Parténope y verla? 

A lo que el joven respondió —ese deseo,pero solo por curiosidad. 

—Si, claro —comentó Joseph con algo de sarcasmo y luego añadió usando comillas al aire —Curiosidad. 

Ambos sonrieron, acordaron ir a la isla a la mañana siguiente. Christopher quería conocer todo sobre la sirena; desde su origen hasta el presente. Creía que él podía ayudarla con cualquier cosa que le estuviera pasando en ese instante. 

Así, pasó la noche y, apenas salió el Sol, Joseph y Christopher salieron de casa rumbo a la playa. El joven estaba un poco nervioso, mientras que Joseph sentía emoción al ver a su hijo de ese modo. El ex marinero se sentía identificado, recordaba sus años de juventud cuando conoció a su amada esposa al volver de su larga travesía a bordo de su tan apreciado buque Marsella.

—¿Listo? —cuestionó Joseph. 

Chris asintió y avanzó un par de pasos hacia el agua. En ese momento, Jocelyn llegó junto a Lumin. La sirena no decía nada, solo sonreía, y Jocelyn se sumergía con lentitud. 

—¿Tú también vendrás? —cuestionó Christopher. 

—Iré a Tritonia, Adón pidió verme y espera por mí en el palacio de Las Marianas. No sé qué quiere, pero ha ido a Tritonia repetidas veces. —comentó la joven —creo que a él no lo castigaron. —Jocelyn se sumergió y nadó velozmente hacia el palacio. 

—¿Y ustedes a donde van? —cuestionó Lumina. 

Christopher no vaciló en responder, le dijo a su madre que viajaría a Nueva Parténope, pero no le dijo el motivo por lo que Lumina lo miró con un poco de desconfianza. Como sabía que Joseph no le iba a mentir, la sirena se acercó y de forma coqueta le pidió al marinero que le dijera el motivo. 

—No caeré en tus encantos otra vez,amor. Yo solo soy un simple acompañante en este viaje. 

Lumina se rindió, o eso creyeron ellos. La sirena se despidió de su esposo e hijo y regresó a casa.Los Verlander nadaron a Nueva Parténope, allí fueron recibidos por cuatro guardias que patrullaban la costa. 

—¿A qué debo el honor de su visita? —cuestionó Eudora desbordante de curiosidad. 

—Gobernadora, he venido a ver a la joven sirena de cabellera rosa. Solo me causa curiosidad saber cómo está —respondió Christopher. 



#6770 en Fantasía
#13961 en Novela romántica

En el texto hay: magia, sirena, marinero

Editado: 05.02.2024

Añadir a la biblioteca


Reportar




Uso de Cookies
Con el fin de proporcionar una mejor experiencia de usuario, recopilamos y utilizamos cookies. Si continúa navegando por nuestro sitio web, acepta la recopilación y el uso de cookies.