Crónicas de una tragedia (+15)

Capítulo 3

Un fuerte dolor se hizo presente en mi estómago provocando que se me escapara el aire. Entre las risas de tres niños se escuchaba mi llanto, no estaba en la escuela ni sabía dónde me encontraba.
Solté un grito ahogado tras recibir otro golpe, Maripaz impactó mi mejilla con su puño mientras aquellos niños me sostenían. Una vez más me golpeó el rostro, sentía tanto dolor que pensé que vomitaría y me desmayaría.
 


 

–Suéltenla–ordenó la bruja.
 


 

Caí al suelo; me encontraba completamente rendida y ella se aprovechó de eso. Se puso a mi altura y me levantó la cabeza sujetándome fuertemente del cabello.
 


 

–Espero que con esto aprendás a no ignorarme otra vez.
 


 

Ella se puso de pie y escuché como se alejaban riendo pero algo la detuvo. Mi voz la detuvo.
 


 

–Estúpida.
 


 

No suelo decir malas palabras pero recordé que Jacob susurraba eso cuando mamá se iba después de regañarlo.
 


 

–Repetílo–se escuchó molesta.
 


 

Dudé en hacerlo pero igualmente lo repetí. Lo único que recuerdo fue un fuerte dolor en mis costillas y la voz de mi ángel llamándome.
 


 

•••
 


 

El dolor volvió a mí cuando desperté, quería gritar con las fuerzas que me quedaban, y hablando de fuerzas, a como pude me levanté de la cama para salir de mi habitación.
Mi madre estaba en la sala, hablando por teléfono. Aparentemente no iría a cuidar a mi abuela porque no quería dejarme sola. Terminó su llamada y me miró.
 


 

–Sos una estúpida–escupió.
 


 

Me tomó fuertemente del brazo y me arrastró hasta donde estaba anteriormente, se veía muy molesta.
 


 

–¡Sos una inútil! ¿No sos capaz de defenderte?
 


 

–¡Eran tres!–me excusé–Yo no...
 


 

Un golpe me calló; mi madre me había abofeteado rompiéndome el corazón.
 


 

–¡Mamá!–Jacob nos separó.
 


 

Lo abracé con fuerza y él me envolvió con protección.
 


 

–¿Cómo sos capaz de golpearla?–reclamó–Deberías ir y hablar con la maestra, Anny está siento intimidada.
 


 

–No te metás.
 


–Me meto porque me importa. Si no hacés nada entonces yo...

–¡Por favor! ¿Pensás que podés ir a hablar? Yo soy la encargada de esta inútil. Además, no estás en posición de reclamar nada.

Mi cabeza estaba enterrada en el estómago de mi hermano así que no podía ver las expresiones que tenían pero sabía que Jay no se encontraba bien.

–Sos la peor madre de este mundo.

A pesar de que lo he escuchado, nunca había estado a su lado cuando lloraba y se sentía más feo estar ahí y poder hacer nada.

•••

Jacob abrió un cajón de su escritorio donde encontró una navaja.
Prometí no volverte a usar, pensó.
Tragó saliva, tomó la navaja luego se sentó en su cama. Miraba el objeto con duda, respiró hondo y al ver como se abría su piel para darle paso a la sangre se sintió culpable pero una vez más se cortó.
Debería ser fuerte para ella, soy lo único que tiene y no debo hacer estas cosas tan patéticas.
 


 

–¿Jay?
 


 

Abrí la puerta encontrándome a mi hermano dañándose, como no me había notado decidí hablarle. Él se sobresaltó.
 


–Anny, yo...

Se quedó en silencio. Cerré la puerta y me senté a su lado.

–¿Por qué te hacés daño?

–Yo... Bueno... No lo hagás nunca, ¿sí? Esto no sirve de nada.

–¿Entonces por qué lo hacés?

–Es un error, no quiero que cometás mis errores. Prometeme que no te dañarás.
 


 

–Pero Jay, vos...
 


 

–Anny, prometemelo–parecía desesperado.
 


 

–Lo prometo.
 


 

Me abrazó; esta vez sentí que él no quería que yo lo dejara solo.
Esa vez dormí con él; lloró toda la noche pero yo me quedé despierta hasta que Jay se durmiera.
 


 



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En el texto hay: historia corta, perseverancia, vida dificil

Editado: 27.09.2021

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