Aquel día lo recuerdo como si lo estuviera viviendo apenas; era terrible poder imaginar aquellas escenas del inicio del infierno y todo a causa de un trabajo escolar, sin tan solo se me hubiera ocurrido inventar una excusa para hacer una parte yo sola hoy no estaría llorando lágrimas ácidas. Todo sería distinto.
Miré esa casa, jamás la olvidaría ni olvidaría el miedo que me provocó verla. Toqué el timbre deseando que nadie me abriera, pero no fue así, un hombre como de la edad de mi madre fue quien nos abrió, Jay me fue a dejar a la casa de Satanás para que yo hiciera aquel trabajo que la maestra me había enviado a hacer con Maripaz.
--¿Hay alguien más en casa? --preguntó mi hermano.
--Sí, ya llegaron los otros niños y mi esposa está preparándoles algo. Es mejor que te apresurés, pequeña—sub amabilidad nos dejó tranquilos.
Jay se agachó un poco para mirarme y sonreírme.
--Más tarde vendré por vos—me besó la frente y luego de despedirse se fue a casa.
No mentiré, todavía estoy nerviosa por estar en el territorio de Maripaz, pero saber que sus padres estarían eran un alivio.
Llegamos a la sala y vi a mis cinco compañeros sentados en el suelo alrededor de una mesa, había materiales como cartulinas, lápices de color, goma, escarcha y más; se veía que se estaban divirtiendo, pero apenas me miraron y el padre de Satanás me dejó a merced de ellos, me miraban como si mi presencia les fastidiara, solo Joshua se veía feliz de verme. Tragué saliva, avancé hacia ellos mientras me secaba el sudor en mi vestido celeste claro y me senté al lado de mi único amigo.
--Pensé que no llegarías--me sonrió y creo que yo hice una mueca porque estoy bastante incómoda.
--Yo también pensé eso--esa era Maripaz.
No le dije nada así que Joshua comenzó a decirme que estaban haciendo antes de que yo llegara.
Ya llevábamos rato recortando, pegando y escribiendo, pero se nos acabó la goma así que Maripaz habló con su madre para que fuera a traerla, pero ésta dijo que debía limpiar la cocina así que mi enemiga propuso que jugáramos, bueno, jugar con los demás porque a mí me dejó completamente por fuera.
--Mari, no es justo--le reclamaba Joshua.
Le agarré el brazo con el fin de que me mirara, inmediatamente lo hizo así que le dije:
--No te preocupés--luego miré al demonio--¿Me prestás el baño?
--Está allá--señaló una puerta.
Mientras iba hacia allá rogaba que no me mintiera porque sabía que no perdería oportunidad para humillarme. Para mi sorpresa sí era el baño así que me relajé; mi plan era quedarme ahí un rato mientras ellos jugaban, no quería estar como tonta mirándolos mientras se divertían, entonces empecé a llorar, lloraba porque no podía ser fuerte ni valiente, lloraba porque sabía que, aunque Jay estuviera toda la vida conmigo siempre me sentiría sola. No sé cuánto tiempo estuve sentada en la grada que dividía la ducha del resto de la habitación, pero me puse de pie y lavé mi cara, respiré hondo. Es hora de enfrentar mi realidad.
Al salir no vi a nadie, sentí como si hubiera estado años en aquel baño y era algo muy extraño. Quise buscarlos, pero me senté en el suelo, en el mismo lugar donde había estado desde que llegué.
--Parece que solo estamos vos y yo, dulzura.
•••
Solo se sentó mirando hacia el suelo, se había ido en sus pensamientos, lamentándose una vez más que su vida era un desastre; no quiso ser madre a los quince, no quiso volver a caer en ese error estúpido en plena carrera universitaria pero ya no había vuelta atrás y aunque sabía que el alcohol solo empeoraba las cosas la verdad es que ella quería ahogarse en él y desaparecer de todo.
Se sentía desesperaba pero las personas solo veían a una extraña mujer sentada en una banca de un parque mientras miraba un punto fijo.
--Y pensar que tenías un gran futuro, ahora solo das pena.
--Callate--dijo saliendo de su transe--¿Qué hacés aquí?
--Solo iba pasando y aprovecho para decirte que quiero verlos.
La triste mujer solo se puso de pie y comenzó a caminar mientras la seguía ese hombre que había interrumpido su auto compasión.
--¡Alejáte! --le gritó.
--¡Pará! --la agarró por la muñeca--Quiero ver a mis hijos.
--¡No son tus hijos! --se zafó--¡Son solo míos! ¡Largate! ¡No te quiero ver jamás!
•••
Lloro descontrolado mientras miro la pantalla de mi computadora y decido borrar lo que escribí, aunque quiero que haya registro de lo que me pasó aún era doloroso recordarlo.
Lloro como aquel día, cuando corría sin rumbo alguno buscando la seguridad de los brazos de mi hermano, pero estoy perdida, mucha gente ha querido detenerme, ¿y cómo no lo harían? Soy una niña con un vestido manchado de sangre mientras llora y corre sin ni quiera mirar. Aunque me dolían mis partes íntimas aun así quise correr o él me encontraría, él me volvería a tocar y a dañar. Maripaz no era el Diablo, no, era su padre.