El aire a su alrededor se tensó.
Se volvió más denso.
Más oscuro.
El chico dio un paso frente a Alina, como si su cuerpo fuera un muro levantado contra algo que ella no podía ver del todo.
Aunque, lamentablemente... sí lo veía.
Porque la sombra que había cruzado el suelo ya no se arrastraba.
Ahora crecía.
Adquiría volumen.
Tomaba forma humana, pero sin piel, sin rostro, sin límites claros.
Era una figura hecha de oscuridad pura, un vacío viviente que devoraba la luz del sol que caía sobre la vereda.
Alina retrocedió, temblando, pero él extendió un brazo sin siquiera mirarla.
-No te muevas.
Ella tragó saliva.
-¿Qué es... eso?
Él no respondió. Su mandíbula se tensó. Sus ojos, que antes eran gris tormenta, ahora brillaban como metal. La sombra dio un paso adelante, y el piso bajo ella pareció hundirse un centímetro, como si la gravedad ahí fuera diferente.
Alina sintió que su corazón latía tan fuerte que la vista le vibró.
La sombra habló.
No con voz.
No con sonido.
Con presencia.
"Nyxara..."
Ella apretó las manos contra su cabeza en un impulso reflejo. La palabra se metió dentro de su mente como una aguja ardiente. La sacudió. La quebró. Le arrancó un jadeo.
-¡No la nombres! -rugió.
El mundo pareció detenerse un instante.
La sombra se agitó, onduló, como si el nombre prohibido hubiera provocado una reacción que ni siquiera ella esperaba.
Alina lo miró, aturdida.
-¿Qué... qué dijo?
Dio otro paso frente a ella, interponiéndose completamente entre su cuerpo y esa cosa que no tenía derecho a existir.
-Dije que no te muevas.
-¡Quiero saber qué está pasando! -gritó ella, con la voz quebrada-. ¡Quiero saber qué soy! ¡Quiero saber qué es eso!
La sombra volvió a moverse, inclinándose hacia el muchacho, como midiendo su fuerza.
Él no retrocedió.
-No viniste por ella -escupió, y aunque su voz era baja, sonaba como una amenaza-. Viniste porque alguien te envió. Pero no vas a llevártela.
"No puedes protegerla..."
Susurró la sombra dentro de sus mentes.
"No es tuya..."
Un destello plateado cruzó sus ojos
-Es lo suficientemente mía para que la sombra misma se retire -dijo él con un filo en la voz que Alina jamás había escuchado en nadie humano.
"Nyxara regresará a la oscuridad..."
La figura avanzó.
Levantó una mano.
El aire tembló.
La luz se fracturó.
Un sonido profundo -como un metal retorciéndose- estalló entre ellos.
Y la sombra se detuvo.
Por primera vez, retrocedió.
Alina sintió el pánico mezclarse con algo nuevo: una sensación de poder latente que no sabía que tenía. Como si algo dentro de ella se hubiese activado al escuchar su verdadero nombre.
Mantuvo la mano levantada, y el espacio entre él y la sombra vibró, como si un muro invisible los separara.
-Alina -dijo él sin girarse-. Va a intentar quebrarte. No lo permitas.
Ella negó con la cabeza, con lágrimas ardiendo en los ojos.
-No entiendo nada... no... no puedo...
-Sí podés -dijo, su voz más firme que el metal-. Porque no sos Alina. No del todo.
La sombra rugió sin sonido, agrietando la luz alrededor de su cuerpo.
Apretó los dientes.
-Escuchame bien. Tengo muy poco tiempo antes de que esto se descontrole. Así que si vas a pedirme respuestas...
Él giró la cabeza apenas, lo suficiente para que Alina viera una fracción del brillo plateado en su iris.
-...al menos te diré mi nombre.
Ella se quedó inmóvil.
Incluso la sombra pareció detener su ataque por un segundo.
Él la miró directamente.
-Soy Kaelion -dijo-. Y te estoy protegiendo desde el día en que naciste.
Alina sintió cómo el mundo se abría bajo sus pies.
Su respiración se cortó.
Las sombras alrededor de ellos vibraron.
Pero antes de que pudiera siquiera procesar ese nombre, la sombra lanzó un ataque directo.
Fue como si media tonelada de oscuridad líquida se arrojara sobre Kaelion.
Alina gritó-
pero él ya estaba moviéndose.
No fue humano.
No fue natural.
No fue posible.
Con un solo gesto, Kaelion condensó el aire, la luz, y algo más que Alina no alcanzó a comprender. Todo se acumuló en su mano derecha.
Golpeó la sombra.
Y la sombra se fracturó.
Fragmentos de oscuridad salieron volando en todas direcciones, como vidrio negro explotando.
Al tocar el suelo, cada fragmento se evaporó.
Pero no desapareció del todo.
Las partes rotas comenzaron a reunirse otra vez, como un enjambre.
Kaelion chasqueó la lengua.
-Vienen más. -Y había algo parecido al cansancio en su voz.
-¿Más? -susurró Alina con horror.
-Sí. No estás imaginando nada -respiró él-. Te están cazando.
La luz parpadeó sobre ellos.
Las sombras comenzaron a extenderse como un charco creciente.
Kaelion la tomó por la muñeca.
-Si querés vivir, vení conmigo. Ahora.
Pero antes de que pudiera dar un paso, algo más ocurrió.
La sombra -o más precisamente, lo que quedaba de ella- llamó a Alina directamente.
No con palabras.
Sino con un tirón brutal en el pecho.
La marca.
La marca ardió como fuego blanco.
Tan fuerte que Alina cayó de rodillas.
-¡Alina! -Kaelion extendió la mano hacia ella-. ¡No lo escuches!
Pero era tarde.
La sombra se lanzó.
El poder dentro de ella se abrió.
El mundo tembló.
Y Alina gritó.
La luz que salió de su marca no fue humana.
Ni natural.
Ni lógica.
Fue ancestral.
Blanca y fría como la luna.
Voraz como un eclipse.
Antigua como un linaje extinguido.
Y cuando esa luz tocó la sombra...
La desintegró por completo.
No quedó ni un rastro.
Solo un silencio profundo.
Profundo como un abismo.
Alina cayó hacia adelante, jadeando, temblando.