WingzemonX & Denisse-chan
CRÓNICAS del FÉNIX del MAR
CAPÍTULO 04
NUEVO OBJETIVO EN LA MIRA
Cuando Jude logró calmarse y dejar de gritar, los cuatro ya habían llegado a la balsa escondida bajo el muelle en la que habían llegado. Sólo entonces permitió que sus compañeros le contaran lo que el guardia les había dicho, y que los tenía con tanto apuro de irse lo antes posible.
—¿El gobernador? —exclamó el pelirrojo, justo después de quitarse el sombrero y el parche de su disfraz, y antes de tirarlos de forma despectiva a la balsa—. ¿El gobernador de la provincia estará en este puerto, justo este día?
—Sí, es una gran conciencia —murmuró Katori, estando ya en la balsa y más que listo para irse—. El lugar en cualquier momento se llenará de la guardia local, y también de la guardia personal del gobernador. Es bastante peligroso seguir aquí por mucho más.
—Por lo que nos dijo el guardia, están cuidando que no haya ningún percance en su visita —añadió Henry, también deshaciéndose de su disfraz en la balsa—. Si ven a cuatro personas extrañas por aquí, especialmente tú, capitán, se podrían poner nerviosos. Al menos logramos vender una botella a cincuenta coronas. Tendremos que probar suerte en otro puerto.
La aprehensión que sentían Katori y Henry no parecía ser del todo compartida por su capitán. Éste escuchaba lo que decían, pero como algo un poco lejano, como si fueran palabras de alguien entre la multitud que no iban dirigidas a él. Lentamente se giró de regreso hacia el pueblo, aunque desde su posición no se veía mucho. Llevó una mano a su barbilla de forma reflexiva, y tras un rato de silencio… una amplia sonrisa se dibujó en sus labios de oreja a oreja. Poco después, se soltó riendo una vez más con gran fuerza, asustando un poco a sus acompañantes; sobre todo al joven Katori.
—¡Justo como lo planeé! —soltó de golpe como un grito a todo pulmón.
—Ay no, ¿ahora qué cree que planeó? —masculló Katori, incrédulo.
—Es obvio lo que tenemos que hacer, caballeros. —Se giró entonces hacia ellos, señalándolos con una mano—. ¡Asaltaremos al gobernador!
—¡¿Qué?! —exclamó Katori, atónito, parándose de golpe y haciendo que la balsa se tambaleara un poco—. ¡¿Es una broma?! ¡Eso es imposible!, ¡no podemos hacer eso!
—No sería sencillo —comentó Henry, cruzándose de brazos y luego volteando hacia el cielo—. El gobernador de seguro vendrá armado con su guardia. Necesitaríamos de un buen plan para salir ilesos.
—¡Oficial!, ¡no le dé alas! —reprendió Katori al oírlo—. ¡Es una locura!, ¡no hay una forma viable de lograr algo como eso!
—Es muy sencillo, realmente —comentó Jude con seguridad, colocando un pie sobre la orilla de la balsa y tomando una posición de sobreactuada decisión—. Si el gobernador viene de visita a un puerto como éste, lo más seguro es que el regente local lo reciba en su casa, ¿no? De seguro pasará ahí la noche. Así que lo único que tenemos que hacer es entrar a la casa de noche, infiltrarnos sin que nadie nos vea, entrar a su cuarto, amordazarlo, ¡y robarnos sus pertenencias!
—¡Eso no es un plan!
—Bien, bien, todos tranquilos —intervino el primer oficial de inmediato, colocándose entre Jude y el navegante—. Pensemos un segundo las cosas, capitán. Acabamos de realizar un ataque justo hoy temprano, y la tripulación puede que se encuentre demasiado cansada para hacer otro tan pronto. Además, no sabes si realmente valga la pena asaltar al gobernador; no sabemos qué es lo que trae consigo en este viaje. ¿Y si viaja ligero? Quizás terminemos robando sólo su ropa y zapatos.
—¡No estás entendiendo lo verdaderamente importante, Nathan! —recalcó el capitán Carmesí, mirándolo fijamente—. No se trata de robarle su fortuna, ¡se trata de lo que simboliza! ¡Ni siquiera un gobernador está a salvo de las garras del Fénix del Mar! ¡Todo corrupto malvado de Kalisma debe de temblar ante mí! ¡Ante el gran Jude el Carm…!
De inmediato, la gran mano de Connor le cubrió la boca, evitando que siguiera gritando.
—Aún estamos demasiado cerca del pueblo, capitán —murmuró despacio el hombre de gran tamaño, tomándose su tiempo para soltarlo de nuevo—. Lo siento…
—Tranquilo, Connor; hiciste bien —señaló Henry, dándole un par de palmadas en su brazo—. Entiendo lo que tratas de decir, Jude. Pero no podemos tomar una decisión como esa sin someterlo a votación con el resto de la tripulación. —Dicho eso, se subió a la balsa y se sentó en la punta—. Volvamos al barco y discutamoslo con los demás.
—¡Ustedes vayan! —espetó Jude, y de inmediato comenzó a correr por la arena en dirección al pueblo—. ¡Yo inspeccionaré la casa del regente y prepararé todo para la noche! ¡El gran Jude el Carmesí les demostrará su poder!
—¡No grite su… nombre! —le vociferó Katori como pudo, pero Jude ya se encontraba bastante lejos. Se dejó caer de sentón a la balsa, y llevó sus manos a su rostro—. Y ya ni siquiera va disfrazado… Este sujeto nos llevará a la tumba; si no es por la horca del rey, será por el estrés y la preocupación que nos provoca.
—Nadie puede detenerlo cuando tiene algo muy metido en la cabeza —suspiró Henry resignado, y se acomodó en el asiento lo más cómodo posible—. Connor, volvamos al barco antes de que los gritos del capitán atraigan a las autoridades y terminemos presos con él.
Editado: 03.03.2024