Crónicas del Fénix del Mar

Capítulo 11. Incómoda Tensión

WingzemonX & Denisse-chan

CRÓNICAS del FÉNIX del MAR

CAPÍTULO 11
INCÓMODA TENSIÓN

Habían pasado un par de días desde que Day Barlton, ahora forzosamente conocida como Loreili la Polizona, se convirtió en el más reciente miembro de la tripulación del Fénix del Mar; una realidad que le causaba por momentos un choque de emociones.

Por un lado, técnicamente había sido secuestrada y puesta en aprehensión contra su voluntad. Pero, por el otro, debía admitir que la situación podría haber sido mucho peor, sobre todo si pensaba en las historias que todo el mundo contaba sobre los piratas, especialmente su madre.

Y, pese a todo, había conocido a gente muy amable y atenta en ese barco, como Kristy, el navegante Katori, el primer oficial Henry o la doctora Melina, que en general se esforzaban por hacerla sentir cómoda. Y no sólo ellos cuatro, ya que era sorprendente darse cuenta de que un grupo de ladrones la trataba con más respeto y gratitud, que las personas supuestamente educadas que atendía en la casa del regente.

Pero claro, tampoco es que esos días hubieran sido sólo fiesta y diversión para la joven de Torell. Desde el fatídico momento en el que la sacaron de aquel baúl de ositos, había tenido que ir por todo ese gran barco cargando la pesada bola de acero que le habían atado al tobillo, al mismo tiempo que realizaba las diferentes tareas de limpieza y cocina que su nuevo puesto (tan forzado como su nuevo sobrenombre) requería.

Y claro, no todos eran tan amables como Kristy o los otros antes mencionados. Entre el resto de los tripulantes, habían desde los que preferían ignorarla, pasando por los que la hacían sentir incómoda con sus miradas y comentarios, y llegando a los que la trataban incluso con un poco más de desdén que la propia señora McClay; este último grupo se limitaba principalmente a la contramaestre Shui, pero parecía tratar igual o peor a todos los que ahí se encontraban, así que tampoco se lo tomaba personal. Y claro, algunos escalones más arriba de ella, se encontraba Jude el Carmesí.

Como era de esperarse, el ambiente se había vuelto aún más tenso y agresivo entre el capitán y ella tras ese "desagradable encuentro" en el cuarto de baño. Day prefería fingir que ni siquiera estaba presente, hasta que no le quedaba de otra. Y cuando ya no tenía más remedio que dirigirle la palabra, lo hacía de forma cortante y usando la menor cantidad de palabras y tiempo posible. Y además con una frialdad (y a veces fiereza) mayor que con la propia contramaestre.

Tratar de esa forma al capitán pirata de ese barco, de quién se suponía ahora era su rehén, parecería a simple vista un suicidio. Sin embargo, Jude se comportaba un tanto extraño al respecto. No ocultaba en lo más mínimo su disgusto ante tal trato, pero tampoco parecía estar dispuesto a aplicar alguna reprimenda para corregirlo (como encerrarla de nuevo en el baúl). Kristy le había mencionado que quizás en el fondo se encontraba apenado por lo ocurrido, pero a Day le parecía difícil creer que un loco sin sentido como ese conociera lo que era la pena.

Por su parte, la mayoría de los tripulantes habían sido testigos de al menos uno de estos choques, pero no le daban mayor importancia. Ninguno estaba enterado del suceso del baño, pero no necesitaban estarlo. Sólo lo atribuían todo a lo más lógico: la reacción natural al enfrentarse por primera vez a las locuras del capitán Carmesí. Casi todos los que habían llegado a ese barco en un inicio habían reaccionado de igual forma, o peor, al chocar con su irritante, extraña, e incoherente forma de ser. Pero con el tiempo la mayoría llegaba a acostumbrarse; ese era el proceso de adaptación natural de ese barco (excepto en el caso de la contramaestre Shui, pues en ella ocurrió al revés… pero ese es otro tema).

En el caso de Day, además había que agregarle el hecho de que la tenía en papel de supuesto rehén atada del tobillo, y el mismo día que llegó tuvieron un altercado que terminó con ella encerrada de nuevo. Todo eso era suficiente para interpretar y quizás comprender el disgusto de la sirvienta, aún si desconocían el evento primordial detrás de éste. Y era mejor así, pues Day no tenía deseo alguno de compartir los detalles de dicho evento con un grupo de absolutos extraños… claro, excepto por Kristy.

Si la viera, su madre de seguro la reprendería diciéndole que era una tonta confiada. Pero como fuera, su nueva jefa había logrado ganarse su confianza bastante pronto; tenía un aire inocente y puro que simplemente la hacía sentirse bastante cómoda en su presencia, más que con sus antiguas compañeras de trabajo. Y aquello era una suerte, pues en ese sitio tan extraño le venía bien tener con quien hablar.

Aquel día comenzó muy similar a los anteriores para Kristy y Day. Ambas muchachas se levantaron temprano con la tarea de preparar el desayuno de todos. La joven de Torell solía estar de mejor humor en las mañanas, antes de que se cruzara con el capitán por primera vez en el día.

—Cincuenta mil coronas suena a… demasiado dinero… —murmuró Kristy entre sorprendida y asustada, mientras revisaba el sartén y le daba vueltas al guiso que estaba preparando—. Nunca he visto tanto dinero junto al mismo tiempo, ni siquiera en el botín más grande que me ha tocado en este barco. ¿Realmente una sola persona puede pagar tal cantidad? ¿Cómo cuantos kilos de carne puedes comprar con eso?

Volteó entonces intrigada a ver a Day sobre su hombro, que estaba en esos momentos  pelando algunas papas para acompañar el guiso y los huevos.



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En el texto hay: piratas, sirenas, princesas

Editado: 03.03.2024

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