Crónicas del Fénix del Mar

Capítulo 12. Yo Podría...

WingzemonX & Denisse-chan
CRÓNICAS del FÉNIX del MAR

CAPÍTULO 12
YO PODRÍA…

Las cosas comenzaban a sentirse un poco raras en el Fénix del Mar; es decir, más raras de lo usual. Aunque, siendo justos, esta sensación había comenzado a percibirse desde tiempo antes; desde ese último golpe que algunos llamarían exitoso, y otros un tremendo desastre.

Las cosas para ese entonces eran una extraña combinación de calma y tensión en el barco pirata. Por un lado, todos atendían en silencio sus respectivas labores. No había discusiones ni pleitos, y nadie pronunciaba en voz alta sus descontentos o preocupaciones. Sin embargo, eso no significaba que no estuvieran ahí. Por supuesto que la tripulación no estaba precisamente feliz tras el resultado de los últimos golpes, o la reducción de sus raciones de comida, o por el hecho de que habían estado navegando sin un rumbo fijo desde hace algunos días, sin ninguna otra instrucción especial.

Y aun así, en efecto, todo estaba relativamente calmado. Sin embargo, eso posiblemente no duraría mucho…

Al mediodía, ocurrió una pequeña reunión casi secreta (aunque por supuesto, casi todos se enteraron de ella al final) en el camarote del capitán. En ésta sólo participaron éste, el primer oficial Henry, el señor Lloyd, y el navegante Katori, que también se encargaba de las finanzas del barco, como bien se dijo antes. El hecho de que hubieran invitado únicamente al navegante y no a la contramaestre Shui, daba ya bastante de qué hablar. Normalmente eso ocurría cuando el tema era tan, pero tan delicado, que la “volátil” personalidad de la mujer guerrera podría prestarse más para estorbar que ayudar; todos lo pensaban, pero nadie lo diría en voz alta, y menos en presencia de ella.

El propósito de la reunión se le dejó saber a Katori muy claro desde el inicio, y era en efecto el dinero y los suministros. Katori ya preveía que algo como eso sucedería, así que ya se había tomado el tiempo de revisar ambos temas a detalle. Y aunque lo que tenía que compartir con el capitán y los otros no eran del todo un desastre, tampoco eran lo que muchos llamarían buenas noticias.

—…con los ajustes a las raciones que decidí con Kristy y Day, creo que estaremos bien máximo una semana más —concluía Katori con su detallada explicación, intentando mantenerse lo más firme posible. Él se encontraba sentado en una silla delante del escritorio del capitán. Éste estaba sentado del otro lado, con Henry y Lloyd de pie a sus lados. Desde esa perspectiva, el navegante se sentía casi como si fuera el acusado en algún tipo de juicio, y eso no lo tenía para nada cómodo—. Si usamos nuestro fondo de emergencias, quizás podamos abastecernos en el siguiente puerto para algunos días más —prosiguió—. Pero si llegáramos a esa situación… bueno, está de más decir que sería preferible que eso no pasara, pues nos quedaríamos sin flujo para una verdadera emergencia.

Henry soltó un pequeño quejido que Katori interpretó acertadamente como molestia, pero esperaba que ésta no fuera hacia él. El primer oficial alzó su mano derecha a continuación, y se tomó su barbilla con ella, adoptando una pose reflexiva.

—Entiendo —murmuró Henry despacio—. Sería seguro entonces decir que nuestra situación es preocupante. ¿O me equivoco?

—No quisiera decirlo de esa forma, pero… —Katori vaciló un poco, intentando encontrar la forma correcta de expresar sus ideas—. Sí sería recomendable tomar alguna medida pronto.

Directa o indirectamente, la atención de todos los presentes se viró hacia Jude. Éste, durante toda la exposición de Katori se había mantenido inusualmente callado, considerando que era una persona que solía siempre tener una opinión para todo. Se había quedado simplemente ahí sentado en su silla terciopelada, con sus pies arriba del escritorio, y su mirada pensativa puesta más en el techo que en el hombre xinguense delante de él.

Katori se preguntó si acaso su mente se encontraba perdida pensando en la situación tan apremiante… o quizás estaba divagando en otro asunto y lugar.

—Jude —murmuró Henry con fuerza de pronto para llamar su atención. El capitán se sobresaltó un poco, haciendo que su silla se balanceara sobre sus patas traseras. Bajó su atención del techo hacia el primer oficial a su derecha, mirándolo con un poco de desconcierto—. ¿Tienes algo que agregar a la cuestión?

El Carmesí lo observó en silencio por unos instantes con una severa gravedad en su mirada. Sin decir nada, bajó de un jalón sus pies del escritorio, los plantó en el entablado, e inclinó entonces su cuerpo al frente, en dirección a Katori. Sus intensos y amenazantes ojos dorados pusieron aún más nervioso al navegante en cuanto estos se fijaron de esa forma en él.

—¿Qué hay de nuestros últimos dos botines? —cuestionó el capitán de pronto sin ninguna vacilación—. ¿No hay nada que rescatar de ellos para solventar esta situación?

—¿Habla en serio? —soltó Katori con incredulidad, prácticamente por mero reflejo pues normalmente no habría sido su intención dar una respuesta como esa. Se las arregló un segundo después para recuperar la compostura, y hablar a continuación con bastante más moderación—. Bueno… podríamos seguir intentando vender el resto de los afrodisíacos en los diferentes puertos, al igual que los ositos. Pero la verdad no estoy seguro de qué tan productivo sea eso a la larga. Aun suponiendo que encontráramos a las personas adecuadas para comprarlos, es probable que el gasto por el esfuerzo termine siendo mayor a la ganancia obtenida.



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En el texto hay: piratas, sirenas, princesas

Editado: 03.03.2024

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