Crónicas del Fénix del Mar

Capítulo 13. Una Pequeña Tormenta

WingzemonX & Denisse-chan

CRÓNICAS del FÉNIX del MAR

CAPÍTULO 13
UNA PEQUEÑA TORMENTA

Shui y Katori observaron en silencio mientras Day se retiraba, incluso haciéndose a un lado cuando pasó entre ambos para salir. El navegante se estremeció un poco en el momento en el que azotó la puerta de esa forma, mientras que Shui sólo la miró con desagrado; similar a como lo había hecho más temprano en la cubierta.

—¿Interrumpimos algo? —murmuró la contramaestre con algo de ironía, virándose hacia el capitán pirata.

—Nada que te importe, Julieta —le respondió éste con desdén, y se dirigió sin espera de regreso a la silla de su escritorio—. ¿Qué es lo que quieren? ¿No ven que estoy ocupado?

—¿Haciendo qué? —le cuestionó Shui, aproximándose al frente del escritorio—. Te has pasado toda la tarde encerrado sólo leyendo.

—¡Estoy trabajando!, aunque no lo creas.

—Pues no lo creo…

Ambos se miraron el uno al otro con una ferviente furia en sus ojos, teniendo en esos momentos el escritorio de madera como una barrera entre ambos para que eso no se convirtiera en una de sus usuales peleas campales. Y eso era un escenario que definitivamente Katori no deseaba presenciar, sobre todo estando tan cerca y en una habitación cerrada como esa…

—Capitán —intervino el navegante rápidamente, aproximándose a ambos por un costado—, veníamos a avisarle de una situación. La contramaestre Shui dice que justo en la ruta hacia Nostalkia cruzaremos por una tormenta.

—¿Una tormenta? —exclamó Jude, intrigado, y se giró entonces en dirección a una de sus ventanas, por las que sólo se podía percibir el cielo totalmente azul y despejado—. ¿Te golpeaste la cabeza o algo, Julieta? Hace un día hermoso allá afuera.

—Yo tampoco lo creí al principio —señaló Katori, apresurándose a hablar antes que Shui—, pero el viento ha estado cambiando, y hay una formación de nubes en el horizonte que debemos tener en cuenta.

—Una formación de nubes en el horizonte. Ay, qué miedo —murmuró el capitán con marcado sarcasmo; cada palabra se veía que hacía hervir aún más la sangre de la contramaestre.

Jude tomó entonces su catalejo del escritorio y se dirigió a su ventana. La abrió por completo, y el sonido y la brisa del mar penetraron rápidamente en la habitación. El capitán sacó casi medio cuerpo hacia afuera, con tal de poder ver hacia el frente, en la ruta que iba. Mientras con una mano se sujetaba firmemente del marco de la ventana, con la otra sujetó el catalejo contra su ojo para así poder ver mejor. En efecto, en el horizonte, el cielo ya no se veía más sólo azul, y en su lugar algunas nubes grises parecían moverse lentamente, ocultando el panorama.

—No se ve como la gran cosa —masculló Jude con tranquilidad, volviendo de nuevo al interior del camarote.

—No dije que lo fuera —declaró Shui con firmeza—. Pero una tormenta es una tormenta, y eso hasta el pirata más inútil, que eres tú, debería saberlo.

—Ya, ya —farfulló Jude, agitando una mano con indiferencia en el aire—. ¿Y qué opciones tenemos? ¿Podemos rodearla?

—Bueno… —susurró Katori, un poco indeciso.

El navegante se aproximó al escritorio, y desplegó sobre éste un mapa que traía consigo bajo su brazo derecho.

—La única alternativa sería tomar esta ruta alterna hacia el suroeste —indicó mientras recorría con su dedo en el mapa la línea imaginaria de la ruta que proponía—. La mala noticia es que, si mis cálculos son correctos, para poder evitarla del todo la desviación que tendríamos que hacer le sumaría casi dos días a nuestro viaje a Nostalkia.

—¿Dos días? —espetó Jude, escandalizado—. Nada de eso. En dos días estos muertos de hambre querrán mi cabeza colgada del mástil principal.

—Quizás en menos —añadió Shui, irónica.

—No haremos ninguna desviación: cruzaremos esa tormenta de frente y sin miedo.

Katori se sobresaltó un poco al escuchar tal sugerencia, aunque no demasiado en realidad. Una parte de él preveía que terminaría dando una instrucción como esa; había suficientes antecedentes que respaldaban dicha sospecha.

—¿Cree que sea lo más recomendable? —murmuró Katori despacio—. No sabemos aún siquiera que tan fuerte sea.

—No sean cobardes —dijo Jude de forma asertiva, dejándose caer justo entonces de regreso en su silla y sentándose con bastante soltura—. Los dos olvidan que el Fénix del Mar ya ha soportado monzones, maremotos, ¡y hasta ataques de pulpos gigantes!

—¿Pulpos… gigantes…? —musitó Katori, intrigado y a la vez asustado por esa última declaración. ¿Habrá sido algo que ocurrió antes de su llegada a ese barco?, ¿o era otra de las tantas cosas que acostumbraba inventarse de repente?

Como fuera, en realidad no hubo tiempo de cuestionarle al respecto, pues Shui dejó de lado en ese momento la inusual calma que había mantenido durante todo ese rato, y se aproximó rápidamente hacia el pelirrojo con actitud agresiva. Katori tuvo la disposición de intervenir para intentar detenerla, pero un sólo vistazo a la mirada casi asesina de la mujer lo detuvo en seco de realizar siquiera el intento.



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En el texto hay: piratas, sirenas, princesas

Editado: 03.03.2024

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