WingzemonX & Denisse-chan
CRÓNICAS del FÉNIX del MAR
CAPÍTULO 17
SIEMPRE VOLVERÁ A LEVANTARSE
La tripulación del Fénix del Mar navegó por casi una hora antes de poder decretar la calma entre sus tripulantes. Para esos momentos ya había anochecido por completo, y habían colocado faroles por toda la cubierta para poder alumbrarse. Los nervios obviamente seguían a flor de piel. Muchos esperaban la tercera amenaza que fuera a salir de la nada, mas todo parecía indicar que, al menos de momento, estaban a salvo.
Cuando lo consideraron prudente, el capitán y el primer oficiar ordenaron que toda la tripulación se reuniera en cubierta, incluidos aquellos que habían pasado gran parte de la huida abajo en resguardo. Una vez que estuvieron todos reunidos, el Jude se encargó de contarles él mismo lo que había pasado a aquellos que no habían podido ser testigos directos de lo ocurrido. Sin embargo, como era de esperarse, su explicación distaba más de lo aceptable de la realidad, así que tocó el turno a Henry de complementar un poco aquella narración. Para sorpresa de todos, la parte del relato del capitán en la que la medusa tiburón había resurgido una segunda vez para atacar el barco enemigo, resultó ser cierta.
—No puedo creer en verdad que eso sea cierto —murmuró el navegante Katori, sonriendo nervioso—. Nadie en este mundo puede tener tan buena suerte...
—¡Qué buena suerte ni que nada! —exclamó Jude con fuerza, inclinándose hacia Katori de forma amenazante y haciendo que éste se hiciera hacia atrás, algo intimidado por la intensa mirada del capitán—. ¡¿Qué no escuchaste que todo fue parte de mi brillante y elaborado plan?!
—Pero… —masculló el xinguense con voz temblorosa—. Yo escuché su plan original, y estoy seguro de que no involucraba a la medusa tiburón…
—¡Se llama improvisación, Cort! —declaró Jude con voz ferviente—. Cuando estás en una situación extrema, tienes que adaptarte. Es algo que hasta un percebe como tú debería saber.
Jude se enderezó de nuevo, se cruzó de brazos y alzó su rostro en alto, incluso radiando algo de prepotencia. Las expresiones de todos los demás, sin embargo, oscilaban entre una silenciosa resignación, a un marcado enfado.
—¡¿Quieres callarte de una buena vez?! —exclamó la contramaestre Shui con voz desafiante, sentada sobre un barril a uno par de metros de él—. No engañas a nadie, pedazo de zoquete. Todos sabemos que estabas tan asustado como el resto de estos idiotas, y que no te volvió el alma al cuerpo hasta que viste a esa cosa salir del mar por su propia cuenta.
—¿Asustado?, ¡yo no estaba asustado! —respondió Jude con tenacidad—. Un verdadero capitán pirata nunca pierde la calma ni el temple, y menos ante una situación de combate como esa.
—Qué mal que nosotros no tengamos un “verdadero capitán pirata” por aquí —respondió Shui con voz mordaz.
—¡¿Qué dijiste…?!
Jude se le aproximó con paso apresurado, hasta pararse firme delante de ella. Shui, que no se veía en lo absoluto intimidada, se bajó del barril de un salto y se paró también delante de él, encarándolo y pegando su rostro tan cerca del suyo que sus narices casi se tocaron.
—Ya me oíste, idiota —masculló la contramaestre, que aunque de hecho sonaba serena, era evidente que escondía detrás una vehemente ira a punto de explotar.
Todos sabían cómo terminaría eso si acaso lo dejaban escalar, pero ninguno parecía particularmente interesado en intervenir para separarlos. De hecho, algunos parecían incluso deseosos de que la contramaestre le diera su merecido al capitán, para ver si así se le bajaban un poco los humos; incluso Henry no se sentía del todo renuente a ello.
—Disculpe, capitán —murmuró de pronto uno de los hombres, alzando una para para hacer notar su presencia. La atención de tanto Jude como Shui se viró hacia él al mismo tiempo al escucharlo hablar—. Es genial que hayamos escapado con vida y todo eso, pero… ¿ahora qué haremos?
Su pregunta permaneció flotando en el aire a su alrededor, como una densa neblina.
—Sí, no hay que olvidar que casi no tenemos municiones —añadió alguien más—, y perdimos dos mástiles… o uno y medio. Y ya casi no hay comida.
—Sin mencionar que ahora todo parece indicar que la Marina Real nos persigue —añadió Katori con voz apagada—. Antes era relativamente sencillo eludir a la Guardia Naval, pero ya vimos que la Marina es algo de otro nivel.
—Sus barcos son prácticamente monstruos —señaló Luchior con amargura desde su rincón—. Esas cosas son mucho más aterradoras que una maldita medusa. Si nos volvemos a cruzar con otra de esas naves, de seguro ya no tendremos otro golpe de suerte que nos proteja.
Las preocupaciones comenzaron a aflorar entre ellos, y todos comenzaron a cuchichear entre sí. Aire se volvió rápidamente denso y pesado. Era como sentir ya la soga de la horca alrededor de sus cuellos, o el calor de la bala contra el corazón. Una sentencia de muerte anunciada…
Pero no todos en esa cubierta compartían ese sentimiento de abatimiento.
—¡¿Qué están diciendo, montón de idiotas?! —resonó de golpe y con gran fuerza la voz del capitán Jude, haciéndolos saltar en sus asientos. El hombre pelirrojo se paró firme en medio de todos, y recorrió su vista por cada uno al tiempo que hablaba—. Al que siga con esa estúpida cara larga lo amarraré a la proa y se irá ahí todo el viaje hasta Nostalkia, ¡¿me oyeron?! Pedazos de inútiles, actúan como si hubiéramos sido derrotados, ¡cuando todo lo que vivimos el día de hoy ha sido uno de nuestros más grandes logros! La Marina Real, los bebés consentidos del Rey, la mayor fuerza de Kalisma y que acabó con todos los demás piratas hace años, vino en persona hacia a nosotros para enfrentarnos, ¡y pudimos eludirla y salir victoriosos!
Editado: 03.03.2024