Crónicas del Pacto Carmesí El Eco del Glifo

Capitulo 5: El Peso del Conocimiento

Eldric - La Elección en el Camino

El silencio se estiró, tenso como la cuerda de un arco. Eldric no apartó la vista de Seraphina Alcroft, pero en su mente, la oferta explotó como una bomba de fósforo, iluminando los rincones más oscuros y polvorientos de su ser. Durante toda su vida, había sido una anomalía, un monstruo con rostro de hombre definido solo por lo que podía hacer, no por lo que era

. Las preguntas sobre su origen, sobre la naturaleza exacta de la magia y la maldición que corrían por sus venas, eran un hambre constante que había aprendido a ignorar, pero nunca a saciar.

Y ahora, esta mujer, esta "Corona del Deber" atrapada en su propio juego de tronos, le ofrecía la llave de la única puerta que siempre había querido abrir.

La profecía de la bruja volvió a él, no como un recuerdo, sino como un sabor a ceniza en la boca. "...padre de la ruina o de la salvación...". ¿Cómo podía enfrentarse a un destino así si ni siquiera entendía la sangre que legaría? Negarse era seguir siendo un arma sin historia, una herramienta en la oscuridad. Aceptar... era peligroso, pero era una oportunidad de forjar un escudo con el metal de la verdad.

—Acepto —dijo finalmente, y la palabra sonó extraña, como si la hubiera pronunciado otro hombre. Se dirigió a Seraphina, pero sus condiciones fueron claras y cortantes—. Pero no soy vuestro perro de caza ni vuestro campeón. Soy un contratista. Trabajo solo. Informaré de mis hallazgos cuando lo considere necesario, no cuando se me llame. Y mi acceso a esa biblioteca será total y sin supervisión. Esas son mis condiciones.

Seraphina intercambió una rápida mirada con Elara. La hechicera asintió levemente. Habían previsto esto.

—Son condiciones aceptables —concedió Seraphina, recuperando su compostura de líder—. Siempre que cumplas tu parte del trato. Encuentra al artesano de los glifos. Descubre quién está moviendo las piezas.

—Lo encontraré —afirmó Eldric. No era una promesa. Era una declaración de intenciones.

—Nos reuniremos en tres días —intervino Elara, dando un paso al frente—. En el Priorato del Risco Gris, al este de aquí. Es un puesto leal a la Casa Alcroft. Allí recibirás tu adelanto y el primer acceso a lo que se te ha prometido. Después de eso, te daremos tu primer objetivo.

Eldric asintió una sola vez. Sin una palabra más, se agachó, recogió la pesada cabeza de la Manticora y la ató a la silla de su caballo junto a la cola. Luego, montó y, sin mirar atrás, pasó junto al carruaje y continuó su camino hacia Grimswick. Tenía que entregar una cabeza y cobrar una deuda. Un último trabajo simple antes de sumergirse de cabeza en la complejidad que había jurado evitar.

Seraphina y Elara - El Viaje de Regreso

Una vez que la figura de Eldric se perdió en el crepúsculo, Seraphina subió al carruaje y cerró la puerta con más fuerza de la necesaria. Se dejó caer sobre el asiento de terciopelo, la adrenalina de la confrontación comenzando a desvanecerse, dejando una sensación de profundo desasosiego.

—Lo hemos conseguido —

dijo Elara, sentándose frente a ella mientras el carruaje se ponía en marcha. Su tono era de tranquila satisfacción.

—Hemos hecho un pacto con una criatura que la mitad del reino considera una abominación —replicó Seraphina, frotándose las sienes—. Le hemos ofrecido acceso a secretos que podrían derribar reinos. ¿Cómo puedes estar tan tranquila?

—Porque no teníamos otra opción, y porque hiciste la oferta correcta —explicó Elara—. El oro es un motivador para los hombres comunes. Pero Eldric Gravemont no es un hombre común. Está roto, sí, pero su fractura está llena de preguntas. Y nosotros le ofrecimos la posibilidad de encontrar respuestas. Es un ancla mucho más fuerte que la codicia.

—¿Y si las respuestas que encuentra no le gustan? ¿O no nos gustan a nosotras? —inquirió Seraphina—. ¿Qué hay en esos libros, Elara? ¿Qué es lo peor que podría aprender?

La mirada de Elara se volvió distante, sus ojos fijos en la oscuridad que se arremolinaba fuera de la ventana. —La Biblioteca Sellada no solo contiene la historia de las maldiciones, mi señora. Contiene las recetas. Los orígenes de La Ruptura, tratados sobre la manipulación de la sangre, la naturaleza de los demonios dimensionales... Conocimiento que el Credo quemaría con razón. Poner esos textos en manos de un hombre con su linaje es... como darle un mapa de un polvorín a un hombre hecho de chispas.

Seraphina sintió un escalofrío. —¿Entonces por qué hacerlo?

—Porque a veces —concluyó Elara, su voz apenas un susurro—, la única forma de combatir un incendio es con otro fuego. Y porque la profecía no habla de un hombre seguro o estable. Habla de "La Mano con Cicatrices". Hemos elegido a nuestro campeón, Seraphina. Ahora debemos rezar para que no nos consuma a todos.

Eldric - El Priorato del Risco Gris

Tres días después, Eldric llegó al priorato. Era una antigua construcción de piedra gris, mitad fortaleza, mitad monasterio, encaramada en un acantilado que dominaba un mar de nubes. Era un lugar discreto, bien defendido y claramente leal a la Casa Alcroft.

No lo recibieron ni Seraphina ni Elara, sino un hombre mayor y de aspecto severo que se presentó como el Castellano del priorato. Sin ceremonia, lo guio a una habitación austera donde sobre una mesa había una pesada bolsa de cuero llena de monedas de oro y dos objetos más.

Un libro y una llave.

El libro era grueso, encuadernado en cuero negro sin título ni decoración. La llave era de hierro pesado y de un diseño intrincado.

—Mi señora me ha instruido que te entregue esto —dijo el Castellano, su tono profesional ocultando a duras penas su desaprobación—. Esto es el adelanto. La llave es para la puerta trasera de la Gran Biblioteca de la Fortaleza Alcroft. Un mapa con la ubicación de la entrada te será entregado más adelante. El libro... es una muestra de buena fe. Proviene de la colección que te interesa.




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