Cuando Hugo se descargó de Google Play la aplicación Krei Lumon no sospechaba que esto le cambiaría la vida para siempre.
Una noche de insomnio decidió seguir el enlace que un compañero había compartido en el grupo de Whatsapp del trabajo.
En un principio la app le pareció interesante, sobre todo para desarrolladores informáticos como él y, más aún, para viciados de los juegos. Había dos formas de usarla: un sandbox (o caja de pruebas) y un sistema de batallas competitivo.
Estuvo probando las batallas un buen rato. El juego enfrentaba a dos usuarios de nivel parecido que previamente habían escogido una serie de hechizos. Cada hechizo costaba una cantidad específica de maná y podía usarse para causar daño al contrincante. El maná se regeneraba lentamente, por tanto la estrategia era importante, ya que podía darse el caso de haber gastado la cantidad máxima en un par de hechizos sin grandes resultados y quedar a merced de un oponente más ahorrador que sí eligiera una combinación más apropiada de ataques. Después de unas cuantas partidas perdidas, algunas de forma contundente, fue entendiendo la dinámica y empezó a resultarle muy adictivo.
La otra forma de uso de la aplicación permitía probar cualquier hechizo existente en el juego en la sección Sandbox. La finalidad de este apartado era que los usuarios diseñaran sus propios hechizos. Y la forma de hacerlo, al menos para Hugo, resultó ser muy atractiva. Había una API de desarrollo. El usuario codificaba su hechizo en el lenguaje de programación javascript, lo subía al Sandbox y lo probaba. Una vez se sentía satisfecho con el resultado del mismo, lo proponía como hechizo competitivo. A partir de ese momento, la aplicación, según el tipo de hechizo y su potencia, le asignaba un coste en puntos de maná y lo hacía disponible para toda la comunidad de jugadores. La complejidad radicaba en que para diseñar un hechizo no bastaba con conocer el lenguaje de programación y la API de desarrollo. También era necesario tener ciertos conocimientos de Física ya que los hechizos hacían justamente eso, cambiar las leyes de la física del escenario del juego.
Al día siguiente, en la oficina, después de haber dormido unas escasas tres horas, Hugo no podía concentrarse en el trabajo, y la razón única no era la falta de sueño. El juego le tenía atrapado e invadía sus pensamientos en forma de posibles hechizos o estrategias de uso de los mismos. Además, el proyecto en el que estaban embarcados en ese momento en la oficina era poco motivador y Hugo solía evadirse cuando esto ocurría. En este caso su evasión fue "Krei Lumon".
Programó un par de hechizos, uno de ellos en la misma oficina, aprovechando los ratos libres. El otro esa misma noche, bastante afectado por la falta de sueño, pero poseido por el deseo de dar forma a la idea que había tenido y subirla al juego.
El resto de días siguió jugando en sus escasos ratos de ocio, pero el proyecto del trabajo en su empresa se complicó y tanto él como su buena parte de sus compañeros se vieron obligados a hacer horas extra durante algo más de dos semanas, incluidos sábados y domingos. Durante este tiempo apenas abrió la app. Lo cierto es que apenas hacía nada más que programar. Como no tenían permitido teletrabajar, llegaba a casa tarde, comía cualquier cosa, se duchaba y se acostaba, exhausto.
Cuando por fin el proyecto se entregó, la empresa compensó su esfuerzo con dos semanas de vacaciones. La otra opción era percibir una cuantía económica importante pero la rechazó. Solo quería descansar y recuperarse de la extenuación a base de alejarse de su trabajo durante algún tiempo.
Hugo se había separado de su mujer recientemente, después de once años de casados. Ella le había estado poniendo los cuernos con un novio de la adolescencia. El mismo día que se lo confesó, se fue a vivir con el otro y se llevó consigo a su hija de tres años, alegando que él no tenía tiempo material para cuidar de ella. Ahora estaban tramitando los papeles del divorcio, de momento de mutuo acuerdo, ya que el estado de shock de Hugo no le daba para mucha discusión.
Este estado emocional le invitaba a buscar actividades evasivas. No obstante, solo durante los dos primeros días de las vacaciones quedó un par de veces con sus amigos, visitó a su madre, estuvo buscando alguna oportunidad de viaje en Internet, se automedicó con barbitúricos para dormir bien y, en definitiva, hizo algo por superar su incipiente depresión. Sin embargo al tercer día, su principal vía de escape se convirtió en Krei Lumon.
Después de unas tres semanas sin entrar, la sorpresa que se llevó fue mayúscula: uno de los hechizos que había subido se había convertido en uno de los más famosos en el juego y, por lo que pudo comprobar, era utilizado en la gran mayoría de las partidas. El juego había crecido en popularidad: empezaban a proliferar canales de Youtube y Twitch que retransmitían partidas en directo; había un canal de Reddit con miles de trucos, foros para programadores y multitud de guías y código fuente para diseñar hechizos; incluso se empezaba a vislumbrar la posibilidad de organizar algunos eventos de esport basados en el juego.
Si bien todo esto sorprendió a Hugo, el colofón a su asombro llegó una noche más tarde. La aplicación ofrecía la posibilidad de registrarse con una cuenta de Google, Facebook o Twitter, o bien hacerlo a través de la propia web oficial. No recordaba de qué forma se dio de alta cuando el juego llegó a sus manos. No obstante, la duda quedó resuelta el día que vio un mensaje directo en su bandeja de entrada de Twitter, cuyo remitente era la cuenta oficial de Krei Lumon.